lunes, noviembre 23, 2015

Reliquias de Santo Toribio Mogrovejo en su Seminario de Lima

Gracias a la gentileza de Daniel Jacobo Morales, de Prensa del Arzobispado, les comparto estas entrañables reliquias que se custodian en el Seminario fundado por el Santo en Lima y que se expusieron con motivo de la Asamblea Sinodal del XX Sínodo Limense.

 

Causa gran emoción pensar que con esa mitra y ese dedo, Santo Toribio Mogrovejo confirmó a más de un millón de peruanos, entre ellos a San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima.


Parece que fue un regalo de José Carmen Sevilla, el Zuavo Pontificio. La documentación que acredita la veracidad la indico al pie de la nota.


Reliquias del Seminario de Santo Toribio


"El Obispo que suscribe certifica haber conocido y venerado como reliquias del Ilmo.Sr. Santo Toribio, segundo Arzobispo de Lima, la falange de uno de sus dedos y una tapa de la mitra que usaba, todo lo cual se contiene en un marco colocado en la Capilla del Seminario, extendiéndose su recuerdo en esta materia al año 1839, desde cuya época supo que por una no interrumpida tradición constaba de la autenticidad de dichas reliquias.


En fe de lo cual a falta de la auténtica de ley, da el presente certificado que signa con susello el día 1 de febrero de 1892. Juan Ambrosio Huerta, Obispo de Arequipa.


(Archivo del Seminario Caja 36, 1;legajo 39, 1 "Privilegios concedidos al Oratorio del Seminario y auténticas de las reliquias de Santo Toribio")

viernes, noviembre 20, 2015

LA ENTRADA de SANTO TORIBIO en LIMA el 11 de mayo de 1581

LA ENTRADA de SANTO TORIBIO en LIMA, 1581

 

Publicado el 2004. "La entrada de Santo Toribio en Lima, 1581" 9-34 Revista Peruana de Historia Eclesiástica 8, Cuzco, 115-154

 

 

 

José Antonio Benito Rodríguez

 

Hay en la historia momentos estelares que, por su calidad formal o su densidad semántica, influyen poderosamente en el curso de los acontecimientos y de las personas, llegando a crear un estilo de vida, una idiosincrasia, una identidad. Así, existe en Venecia una bella tradición que se renueva cada vez que llega al gobierno un nuevo dux; éste, para simbolizar su eterna alianza con la ciudad de las góndolas y los canales, arroja su anillo al mar.

La Ciudad de los Reyes, un 11 de mayo de 1581, lanzó su corazón a la calle  para recibir al primer prelado que venía desde España[1] intuyendo la estrecha alianza que iba a anudarse entre Perú, "síntesis viviente"[2] en plena formación, y el Licenciado Toribio Alfonso Mogrovejo, uno de los máximos forjadores de su identidad[3].

Adentrarnos en los pormenores de la organización del recibimiento, su propia entrada, así como en el sentimiento de los limeños que participaron en el evento, nos ayudará a auscultar como latía el corazón limeño de fines del siglo XVI.

Para el presente artículo, me he servido, además de las Actas del Cabildo de la Municipalidad de Lima, de datos encontrados en el Archivo de la Catedral, junto con los suministrados por los primeros biógrafos y los testigos informantes en el proceso de beatificación  que se guardan en el Archivo Arzobispal de Lima. A partir de ellos, se puede abundar en estudios geográficos, biografías de personas que acompañan al Prelado, instituciones, costumbres festivas, proceso de construcción de la casa Arzobispal, calles, vestidos, oficios y sueldos, decorados de la  arquitectura efímera...y otras ricas teselas del naciente mosaico que es la Lima de fines del siglo XVI.

Pocos testimonios tan representativos para evaluar la repercusión histórica de la entrada del Prelado Mogrovejo, como el del Licenciado Diego Morales, secretario del cabildo metropolitano de la catedral de Lima y secretario particular del arzobispo. Amigo de los hijos del matrimonio Quiñones-Mogrovejo, vivió largo tiempo en el Palacio Arzobispal, fue el más riguroso de los secretarios de las visitas, recogiéndonos detalles fundamentales de la vida misionera del santo, por lo que atestigua -en el Proceso de Beatificación, en 1631- que nunca acabaría de "referir las virtudes y santidad y casos heroicos dignos de memoria y recordación perpetua", destacando que le conoció desde que llegó a Lima en 1580 "siendo este testigo muchacho y se acuerda muy bien que entró por la puerta a pie y estuvieron colgadas las calles y hechos los altares y hubo gran concurso de gentes y gran repique de campanas y música, echando bendiciones debajo de un palio...y se aficionó de él, de manera que siendo muchacho deseó entrar a servir esta iglesia de monaguillo para tener ocasión de verle cada día y besarle la mano y tener entrada...y a todos los pobres indios que encontraba los abrazaba y acariciaba"[4].

 

1. Noticias de los primeros obispos del Perú en las Actas Capitulares

A orillas de otro océano, el Pacífico, y miles de kilómetros de distancia, un gastado arzobispo, el primero nombrado para Lima, el dominico Jerónimo de Loaysa, suspira, desde 1560, por un prelado joven porque su arzobispado tenía "más necesidad de ser visitado que las iglesias y pueblos de España. Yo me hallo ya muy cansado...y no puedo cumplir con la carga y oficio que tengo"[5].

Fue en 1529, con las Capitulaciones de Toledo, cuando Francisco Pizarro obtuvo para su socio, el clérigo Hernando de Luque, el obispado de las nuevas provincias descubiertas o por descubrir del Sur, con sede en Túmbez, la primera población de la conquista. Su repentina muerte en marzo de 1534 frustró tal proyecto, por lo que será Vicente Valverde, desde 1537, el primer prelado del Perú, con  residencia en Cuzco. Las Actas del Cabildo dan cuenta de cómo la Reina de Castilla, el 7 de enero de 1536,  un año antes de su consagración como obispo en Salamanca, había encomendado al Gobernador del Perú al P. Valverde como obispo de la provincia, y "que luego como llegare entienda con que se hagan las iglesias que a él y a vuestras señorías paresciere así en los pueblos de cristianos como en los de los indios y que se pongan en ellos los ornatos y cosas que de acá se llevan"y que se reúnan para proveerse de los ïndios más comarcanos a los sitios donde se hubieren de edificar los ayuden a hacer con la menor vejación"[6]. Dos años después, el dos de abril de 1538, el propio Cabildo expone ciertas bulas del Papa por las que el emperador Carlos V presentó a Valverde como "obispo de esta provincia", encargándole "provea las cosas espirituales y haga otras cosas que Su Majestad le manda. Se habla también de la provisión de Su Señoría reconminando a los cabildantes "para que reciban al Sr. Obispo Don Fray Vicente de Valverde". Así lo hacen, y el mismo día que presenta sus ejecutoriales, los regidores, presididos por Pizarro, le reconocen como obispo y disponen que Fray Gaspar de Carvajal traduzca la bula papal en la que se disponía la acogida del Prelado. Se recoge también en las Actas Capitulares la provisión por la que se le nombra inquisidor y protector de indios, teniendo "mucho cuidado de mirar y visitar los dichos indios y hacer que sean bien tratados e industriados y enseñados en las cosas de nuestra santa fe católica[7].

El 25 de julio de 1543 entraba en Lima su primer obispo, Jerónimo de Loaysa[8]. El bien informado P. R. Vargas, sin citar las fuentes,  nos ofrece una elegante descripción:

 "En los azarosos tiempos que corrían la venida del prelado era un rayo de esperanza. El corto vecindario que habitaba las diez o doce manzanas tendidas en cuadro alrededor de la plaza principal, hizo cuanto pudo por darle al recibimiento toda la solemnidad posible. Bajo el palio cuyas varas sostenían los regidores del Cabildo avanzó Fray Jerónimo por la Calle Real o de Trujillo hacia su Iglesia, precedido por la clerecía y las religiones de Santo Domingo, San Francisco y la Merced, llevando a sus costados, como ministros, a los curas de la matriz, el P. Pedro Sánchez y el Bachiller Palacios y siguiéndole el Cabildo secular, presidido por el Lic. Antonio de la Gama, teniente de Gobernador por Vaca de Castro, ausenten el Cuzco, y los alcaldes ordinarios, Juan de Barbarán y Pedro Navarro. La única campana del mezquino templo que se erguía en la esquina de la calle de Judíos y a la que, según tradición, se llamó la Marquesita, lanzaba al aire con júbilo desusado sus argentinos sones. La multitud, si así puede llamarse a los pocos vecinos españoles de Lima, alejados los unos por los azares de la Guerra de Chupas y errantes los otros por miedo a la justicia, se prosternaba reverente al paso de su Pastor que la bendecía con ademán paternal. Allí estaban los indios, muchos de ellos nuevos en la fe, de los cacicazgos de Lati, Maranga, la Magdalena, Carabayllo, Surco y Huachipa, ávidos de curiosidad y atraídos, sin saber por qué, hacia aquel varón de afable semblante que los miraba con ternura"[9].

 


Las Actas Capitulares recogen  numerosos pormenores (paseo del pendón, diezmos, hospital, abastecimiento de pan, licencias, censuras, espectáculos...) relacionados con el primer prelado limeño. Revisten la mayor importancia los relativos al buen trato a los indios, tal como se constata en el acta de cuatro de agosto de 1559: en este cabildo se platicó la orden que SE y el Sr. Arzobispo quieren dar en el recoger de los naturales para que estén en una parte recogidos y se les dé doctrina y vivan en policía y cesen los daños que reciben por estar en lugares distintos y que para esto parece a esta ciudad y cabildo es cosa conveniente por serles trabajosos a los indios serranos, guayles y atavilles y ocoyías y lascpas y cajatambo y los demás yungas que están en camino de Trujillo que se hiciesen dos pueblos el uno que estuviese debajo de la parroquia de San Sebastián y el otro a donde está ordenado[10].

 

Como único precedente de recibimiento de un obispo por parte del Cabildo, vale la pena citar el acta de 9 de octubre de 1556 que narra la recepción al Prelado, tras su visita pastoral a Panamá y frustrado viaje a España:

 "En este cabildo se  acordó que esta ciudad, justicia y regimiento salga a recibir por ciudad al ilustre y reverendísimo señor don Jerónimo de Loaysa, arzobispo de esta ciudad que se tiene nueva que entrará presto en esta ciudad hasta el río de esta ciudad, camino de Trujillo, y que se le envíe una persona cuatro leguas de aquí que salga a le hacer saber cómo la ciudad sale a le recibir y diputaron para ello al señor Juan de Astudillo Montenegro, el Lic. de León, Hernando Montenegro, Melchor de Brizuela, Francisco de Ampuero, Juan de Astudillo Montenegro, Francisco Talavera, Sebastián Sánchez de Merlo"[11].

 

A pesar de sus deseos de volver a España y de que en las propias actas se da por hecho[12], sin embargo seguirá desarrollando su gigantesca tarea de pacificar las situaciones conflictivas y construir la naciente iglesia andina a lo largo de sus 32 años de pontificado. Lo avalan la primitiva catedral, los concilios de 1551 y 1567, los cimientos del Colegio Seminario Conciliar, parroquias y misiones, organización de la vasta diócesis y sus sufragáneos de Nicaragua, Popayán, Quito, Cuzco, Paraguay, Charcas, Tucumán, La Concepción y Santiago de Chile. 

 

Las Actas del Cabildo Catedralicio  recogen la muerte de Loaysa el 26 de octubre 1575. El Cabildo estaba formado por Bartolomé Martínez, arcediano. Canónigos: Juan Lozano, Pedro Villaverche, Bartolomé Leones, Cristóbal Medel, Cristóbal León, Bartolomé Rodríguez, don Juan de Balboa.

 

Como provisor se nombra, el 2 de noviembre de 1575, a Antonio Molina. Para la vacante, fue presentado el doctor Diego de Lamadrid, oriundo de Palencia y a la sazón inquisidor de Cuenca, concediéndole el palio arzobispal el 10 de mayo de 1577 el Papa Gregorio XIII. Sin embargo, quedó vacante la sede episcopal de Badajoz y fue nombrado para la misma el 13 de junio de 1578.

 

2. Un nombramiento inesperado

Fue entonces, al quedar de nuevo vacante la sede limense, cuando el Consejo de Indias le propone al Rey Felipe II, quien, a su vez, eleva la propuesta al Papa Gregorio XIII, quien lo nombra como nuevo Arzobispo[13]. Este era un laico de 39 años, Toribio Alfonso, que tan sólo había recibido la tonsura clerical, sin las órdenes menores. Parece que ofreció cierta resistencia pero, gracias a la influencia de buenos amigos con Diego de Zúñiga y el matrimonio Francisco de Quiñones y Grimanesa Mogrovejo, terminó aceptando, viendo en ello la voluntad del Cielo. Así lo declaró su sobrina Mariana de Guzmán:

"Y en especial sus hermanos le persuadieron a que lo aceptase, y le reconvenían diciendo que si deseaba ser mártir (que así siempre lo decía) [...] aquélla era buena ocasión de serlo; y que así aceptase el dicho oficio. Con que por este fin aceptó [...] y por echar de ver que convenía para exaltación de la Iglesia y conversión de los indios infieles de este Reino y para la salud de las almas de ellos"[14].

 

Toribio manifestará al Papa el sentimiento albergado cuando tuvo que decidir y aceptar antes de agosto de 1578: "Si bien es un peso que supera mis fuerzas, temible aun para los ángeles, y a pesar de verme indigno de tan alto cargo, no he diferido más el aceptarlo, confiado en el Señor y arrojando en él todas mis inquietudes"[15].

 

La presentación oficial de la embajada castellana, en la persona de Juan de Zúñiga, ante Roma era bien distinta:


"Considerando la virtud y buena vida y letras del licenciado Toribio Alfonso Mogrovejo, inquisidor apostólico que al presente es en la ciudad de Granada y su distrito, esperando que Nuestro Señor será servido y aquella Iglesia bien regida y administrada y nuestra conciencia descargada con esta provisión, habemos acordado de nombrarle y presentarle como por la presente le nombramos y presentamos, y queremos que vos, en nuestro nombre, le nombréis y presentéis a Su Santidad en virtud de la carta de creencia que con ésta le escribimos, para que a nuestra presentación, como de patrón que somos de la dicha iglesia y arzobispado de la dicha ciudad de Los Reyes, haga merced de él al dicho licenciado Toribio Alfonso Mogrovejo [...]Demás de esperar que con su persona Dios Nuestro Señor será servido [...]Nos hará Su Santidad en ello singular gracia y beneficio"[16].

 

Fue nombrado arzobispo el 16 de marzo de 1579, debiendo ordenarle como diácono y presbítero. Hubo que arreglarlo todo para conferir las cuatro órdenes menores y el subdiaconado en Granada, en el espacio de un mes, por mano del arzobispo de Granada don Juan Méndez de Salvatierra.  El lunes 16 de marzo de 1579 fue nombrado por Gregorio XIII en el Consistorio. Mogrovejo siguió como inquisidor de Granada; allá recibió el diaconado y el sacerdocio.

 

 3. Un viaje programado

 

Al igual que sucediese en 1501 con la llegada de la primera gran flota con carácter  repoblador, la del primer gobernador general Frey Nicolás de Ovando[17], en la Española, en la que vienen 2.500 hombres con instrucciones y ordenanzas bien concretas, la Corona española va a extremar al máximo los detalles para programar concienzudamente el viaje del primer arzobispo enviado desde España al virreinato del Perú[18].

 

A favor del nuevo prelado, el rey Felipe II enviará en febrero de 1579 varias cédulas reales encaminadas a recomendar a Mogrovejo y facilitar ante las autoridades todos los trámites administrativos.

 

El 21 de febrero dirige una Real Cédula a los Oficiales Reales de la Casa de Contratación a fin que dejen pasar al "licenciado TAM[19], electo arzobispo de la ciudad de los Reyes sin pedirle información alguna"[20] y que se le facilite el pasaje a él y su séquito en una de las mejores naos de la flota, a fin de que vaya "bien acomodado", considerando la "calidad de su persona y dignidad"[21].  Se le entrega, además, una recomendación para todas las autoridades para que "con brevedad y con la mejor comodidad" le ayuden a ir a residir cuanto antes en su iglesia.

 

Entre las pertenencias personales más valiosas traídas por el Prelado figura la biblioteca, parte heredada de su tío el Dr. Juan Mogrovejo, en su mayoría de Derecho Civil y Canónico, y parte formada por sus propios ahorros. Aunque no se conoce el inventario, no es difícil suponer que estuviese formada por lo más selecto de lo publicado en [22]Teología, Espiritualidad, Derecho y Humanidades. Se sabe que le tocó en herencia a su sobrino Luis de Quiñones Mogrovejo, clérigo limeño, oidor de Quito y caballero de Alcántara. Se conoce una RC por la que se le concede llevar "la Librería que tuviéredes para vuestro estudio"[23].

 

De igual modo se le exime de la tasa aduanera a la salida de España y entrada en Perú de las mercancías transportadas por un valor de 4.000 ducados[24]. Se trataba de un rico ajuar de plata para cubertería, vajilla y, especialmente, para objetos de culto, campanillas, cálices, copones, custodias. Otra gran partida iba destinada a comprar aceite para las lámparas de las capillas.

 

Pragmático como era el Licenciado Mogrovejo, no se le escapará solicitar el fruto de la sede vacante:[25]


"El Licenciado Mogrovejo Arzobispo de la ciudad de los Reyes dice que habiendo suplicado a Vuestra Alteza se mandase dar Real Cédula para que si falleciese en el viaje se acudiese a sus herederos para la paga de sus deudas con lo que hubiese corrido de sus frutos hasta el día de su fallecimiento y con lo que montase la merced que se le hizo del vacante se les respondió que se le diere la dicha cédula para se les acudiese con lo que valiesen los dichos frutos desde que se embarcas hasta el día de su fallecimiento y que como a Vuestra Alteza es notorio conforme a sus bulas goza de los dichos frutos desde que fue confirmada por Su Señoría y lo que venían a montar desde su embarcación era del si muriese en el viaje sería poca cosa según sus muchas deudas que debe y habrá de contraer para hacer el viaje. Suplica a Vuestra Alteza atento a ello y que como dicho es gozar los frutos desde la data de sus bulas mande que se atienda que se hayan de dar a los dichos sus herederos para el dicho efecto los dichos frutos corridos desde que goza de ello conforme a las dichas bulas pues así es justo que se haya muriendo él después de embarcado y yendo en seguimiento de su viaje que en ello recibirá merced. Firma (Al dorso) Cuando venga por aquí, en Madrid, de  enero 1580".

 

"1580. El licenciado Mogrovejo, Arzobispo de la ciudad de Los Reyes dice que él se está aprestando para ir a residir en su iglesia en la flota que se aprestó para hacer el viaje y que habiendo proveído de cosas necesarios de servicio del culto divino y otras de su casa, se ha adeudado y se habrá de adeudar en mucha cantidad de maravedíes con presupuesto de pagarlo luego como llegare a aquella tierra con lo que monta la vacante de que se la hecho merced y lo que montare lo corrido de sus frutos, porque de otra manera no puede sin [sic] con gran a causa de su necesidad y haber gastado mucho en la expedición de sus bulas y porque podría ser que en prosecución del viaje falleciese y que en aquella tierra se reparase en entregar a sus herederos lo que hubiese pertenecido de la dicha vacante y sus frutos de lo que su alma recibiría gran detrimento por lo que toca a la paga de sus deudas, suplica que si lo tal sucediese se le dé luego a sus herederos lo que hubieren valido y le hubiere pertenecido a la vacante y de los frutos hasta el día de su muerte para que de ello se pagen luego sus deudas y en ello recibirá merced.

Así mismo suplica a Vuestra Alteza le mande dar su Real Cédula en que se dé licencia para que a cada uno de los criados que lleva en su servicio puedan llevar las armas ordinaria dobladas y otra para que se les dé tierras y solares en que puedan labrar y edificar a cada uno tierras y soles por Armas ordinarias (rúbrica).

 

[Al dorso]Tráigase lo proveído y en lo de los criados se le dé que en ello recibrán merced"

 

4. Compañeros de viaje

 

Es ordenado sacerdote en Granada en agosto de 1580 por el propio arzobispo Méndez de Salvatierra. Todos los preparativos debían realizarse antes de la consagración episcopal, pues, según la normativa vigente, el neo-consagrado debía partir con la primera flota. La consagración episcopal tuvo lugar en Sevilla por el mes de septiembre de 1580 de manos de Monseñor Cristóbal de Rojas y Sandoval..


Sin minusvalorar sus mercancías y su biblioteca, lo más importante es el selecto grupo de personas que le acompaña, en su mayoría emigrantes sin retorno. Se le autorizó llevar en su servicio 22 personas[26]:

1 Francisco de Quiñones, su primo y cuñado, futuro regidor de Lima y capitán general en Chile [CMM, 6186][27].

2. Grimanesa, hermana del santo, [CMM 5048]

3. Beatriz [CMM 6193], sobrina

4. Juan Antonio[CMM 6192], sobrino

5. Mariana [CMM 6194], sobrino

6. Antonio Lebrato [CMM 3817], de Mayorga

7. Juan de Villacé [CMM 8440], de Mayorga

8. Bernardino Castellanos [CMM 1480], de Mayorga

9. Juan Gutiérrez [CMM 3195], de Vidanes, próximo a Mayorga

10. Juan Núñez [CMM 5230], de Rioseco

11. Antonio de Valcázar, vicario general, de Molina (León)

12. Romero Mejía, de Granada

13. Luis de Coalla, de Granada

14. Francisco de Santisteban, de Granada

15. Baltasar Agustín, de Granada

16. Sancho Dávila, de Granada. Paje del arzobispo durante toda su vida.

17. Jerónimo Rodríguez [CMM 6641], de Salamanca

18. Leonor de Palomares, de Granada

19. Bartolomé Rodríguez de Palomares, de Tordesillas

20. Diego Dueñas [CMM 2118], de Velascálvaro (Medina del Campo)

21. Gaspar de Valdepeñas, de Sevilla.

22. Alonso Gallego, de Sevilla.

23 Francisco de Prado, de Cerdeña

24. Baltasar Yáñez, de Arcos.

 

Salvo los cinco primeros, que van como familiares, todos los relacionados irán en calidad de "criados" en la nao del Maestre Andrés Sánchez, comandada por el general Antonio Manrique.

 

Van también seis negros a favor de los cuales el Prelado solicitó la concesión de "tierras y solares en que puedan labrar y edificar"[28]

Además navegaba la sexta expedición de 16 jesuitas, entre los que se encontraban 12 sacerdotes, dos escolares y dos coadjutores. Descuellan Alonso Ruiz, Juan de Atienza, Juan Sebastián, Francisco Angulo, Diego de Zúñiga, P. Piñas. Como capellán doméstico, Domingo de Almeyda, futuro Deán de la Catedral de Lima, el cual conoció al arzobispo en Sevilla, a fines de agosto de 1580, y quien dará testimonio de cómo en el viaje, por mar y tierra, rezaron puntualmente las horas canónicas durante los tres meses que duró la travesía oceánica y otros tantos por tierra como aproximación hasta la Ciudad de los Reyes.

Por fin, en septiembre de 1580, se embarca rumbo al Perú desde Sanlúcar de Barrameda. Pasos obligados de la ruta eran los puertos de Canarias y Santo Domingo, hasta arribar a Panamá. Desde allá se iba por tierra, atravesando el istmo hasta Portobelo, donde esperaba la Flota del Mar del Sur, enviada por el Virrey del Perú. De Portobelo, por el Pacífico, hasta el puerto de Paita.

Por las Actas del Cabildo Catedralicio, sabemos que el 6 de diciembre de 1577 el Cabildo había  dispuesto el envío de 2.000 pesos ensayados a los oidores de Panamá, doctores Castilla y Cáceres, para fletes del nuevo arzobispo. Nuevamente, el de 15 de enero de 1578, se propone enviar al futuro arzobispo 2000 pesos ensayados para ayudarles en los gastos de transporte, conviniendo en entregarlo al mayordomo Hernán Gutiérrez de Ulloa[29].

En Paita se encontraba el obispo de Cuzco, Antonio de Raya, como visitador de la arquidiócesis, tal como manifiesta en su carta al Rey, el 1 de diciembre de 1579[30]. De Paita a San Miguel, primer pueblo de españoles, hay unos 120 kilómetros. Hasta Lima, por tierra, demorarán unos tres meses.

 

5. La Ciudad de los Reyes

 

El docto primer biógrafo del Prelado, Antonio León Pinelo,  nos da una cumplida información de la Ciudad de los Reyes de finales del S.XVI, la misma que contemplarían los asombrados ojos de Mogrovejo en su entrada. Por la fluidez y elegancia de su prosa, así como por la magistral síntesis que nos ofrece, no he encontrado mejor texto que nos introduzca en el escenario que trato de recomponer para asomarnos de cerca a la entrada de Santo Toribio. El propio escritor, consciente del esfuerzo y afecto volcados, nos explica el porqué de tan minuciosa descripción o "breve delineación de la ciudad de Lima, y de su Diócesis, con alguna advertencia de lo que se ha innovado": "Debo su residencia mis juveniles años y a sus escuelas mis estudios. Yace sepultado en su Catedral quien me dio el ser. Débame, como segunda Patria, este breve recuerdo":

"En la cuarta parte del orbe terrestre, en las indias occidentales, en la porción meridional, que comúnmente llamamos Perú. En doce grados de latitud austral y en ochenta y dos de longitud, respecto del meridiano de Toledo, que hacen cinco horas y media de diferencia; y por círculo mayor, 1435 leguas de distancia (aunque por donde se navega tiene casi dos mil) y hácela muy noble y muy leal ciudad de los Reyes, que por el valle del Rímac, en que está situada, corrompido el nombre, le tiene de Lima, fundación del Marqués don Francisco Pizarro y cabeza de la República española, en aquellas ricas y extendidas provincias. Es hoy de las más ilustres poblaciones que tiene esta monarquía , por concurrir en ella todas las calidades que pueden causar grandeza, merecer estimación y asegurar alabanza. No es puerto de mar, pero dista sólo dos leguas, del mayor piélago del más dilatado océano, que reconoce la navegación; que es el mar del sur, con que goza las comodidades de puerto y carece de los riesgos de marítima. Por la parte terrestre, que es la oriental y por la costa Boreal y Austral, goza de fertilísimos valles, saludables y altas serranías. De que se produce el mejor bastimento de pan, vino, aceite, carnes, pescados y frutas, que se gasta en las Indias y en tanta abundancia que enriquece con lo que sobra las provincias de Tierra Firme. El sitio es sano, hermoso, llano, alegre y capaz de disponer en él todo lo necesario para el regalo, para la utilidad y para el lucimiento, por abundar de tierras, de aguas y de materiales para los edificios. El temple es el mejor y el más singular que se conoce. Jamás llueve granizo, ni truena ni hay tormenta, ni tempestad, aunque nunca falta agua para las sementeras ni en todo el año nieve en la ciudad para el regalo. Carece totalmente de frío. Su invierno que es por San Juan, es el de mayo de España. Su verano aunque donde se descubre el sol, calienta demasiado, en mudándose a cualquier sombra, no fatiga y las noches son siempre tan templadas, que no ofende en ellas la moderada ropa. El viento es uno continuamente sin intermisión; sur perpetuo, que da su nombre a aquel mar y saluda a la tierra, cuyas costas baña y corre por más de mil quinientas leguas, desde el Estrecho de Magallanes al cabo Mendocino. Tal vez, por las mañanas despiertan los vientos terrales, frescos y poco permanentes, que imitan a las mareas. La ciudad, vista de lejos, no es hermosa, por carecer sus casas de tejados, que como no se previene contra las lluvias, sus cubiertas son terrados o azoteas, de ninguna ostentación, aunque de bastante defensa. Y como los temblores (que son la cuartana de este León; porque ninguna grandeza temporal, falte la memoria, de que es de tierra) no permiten torres altas, ni capiteles levantados que aún en los templos se excusan por el riesgo, falta esta gala a sus edificios, que en lo anterior, son excelentes, capaces y bien adornados, de lucidos menajes, asteadas preseas y costosas alhajas, porque en lo rico y ostentoso, puede competir Lima con cuantas ciudades se aprecian de esta calidad: atendiendo a que es tan nueva, que no pasa su edad de ciento diez  y siete años... El Gobierno Eclesiástico consta de no menos ni menores Tribunales. El Santo Oficio de la Inquisición, igual en todo a los de Valladolid, Granada y otros de estos reinos, queconserva aquellos en la pureza católica. El de la Santa Cruzada, con un Comisario General Subdelegado, Contador, Tesorero y un Oidor por Asesor. El Rector de la Real Universidad de san Marcos, de cuyo sapientísimo claustro, de maestros, doctores, es cabeza con jurisdicción privativa, como también de las escuelas, que conveinte cátedras (sin lasde latinidad, que están en la Compañía de Jesús) y tres colelgios, real de San Felipe, real de San Martín y Seminario de Santo Toribio, están a us orden. Tiene la ciudad siete parroquias y una ayuda de parroquia. Las religiones que hasta hoy han fundado, son diez. La de Santo Domingo tiene dos conventos. La de San Francisco otros dos. La de San Agustín dos. La de la Merced uno. La de la Compañía de Jesús dos. La de San Juan de Dios uno. Tres de Descalzos de San Francisco, de San Agustín y la Merced. Y la de San Benito tiene un hospicio. De monjas hay ocho monasterios formados y los tres de ellos se igualan a los mayores de Europa. Con un colegio de niñas y dos recogimientos. Los hospitales son ocho: y otras iglesias, ermitas y humilladeros. En todas hay devotas congregaciones, hermandades y cofradías; que con obstentación y gasto celebran solemnísimamente sus fiestas.

Rematan esta parte Eclesiástica los dos Tribunales más propios de esta historia. El Capitular de la santa Iglesia de San Juan Evangelista, Metrópoli de aquellas provincias y de su insigne Deán y Cabildo; en que hay, segUn su erección, cinco dignidades, diez canónigos, seis racioneros y seis medio racioneros. Y fuera del Cabildo, cuatro curas, seis capellanes de coro, seis acólitos y los demás oficios ordinarios de una Iglesia rica y bien servida. Y sea el Ultimo, el Tribunal del Ilustrísimo Arzobispo, que se compone de su Provisor y Vicario General, sus Examinadores Sinodales, visitadores, fiscal, colector y demás oficios anexos a la Audiencia arzobispal ordinaria y extraordinaria[31]".

 

6. La gran noticia

 

El 10 de junio de 1579 se presentaron al Consejo de Indias las bulas en las que el Papa Gregorio XIII le nombra arzobispo de Lima. Por tal motivo, el Rey Felipe II expide las letras ejecutorias para el Cabildo de Lima, Virrey, Audiencia y todas las justicias civiles y eclesiásticas:


"Os mandamos a todos y cada uno de vos...que veáis las dichas bulas originales o su traslado signado, y conforme al tenero de ellas deis y hagáis dar al dicho licenciado Toribio Alfonso Mogorovejo la posesión del dicho arzobispado e iglesia metropolitana de la ciudad de Los Reyes y le tengáis por vuestro arzobispo y prelado y le dejéis y consintáis hacer su oficio pastoral...y usar y ejercer su jurisdicción...haciédole acudir con los frutos y rentas, diezmos y réditos...que, como arzobispo del dicho arzobispado, le pertenecen conforme a la erección en él"[32].

 

Las Actas del Cabildo de la Municipalidad recogen el primer anuncio de su venida el 14 de febrero de 1581, indicando que los reunidos eran el alcalde Francisco Aliaga de los Ríos, el alguacil mayor Francisco Severino de Torres y los regidores Francisco Ortiz de Arbildo y Lorenzo de Aliaga, así como Simón Luis de Lucio, con el escribano Francisco de la Vega. Se da cuenta de haberlo comunicado al pueblo por medio de las campanas:

"La santa iglesia de esta ciudad, con las campanas, instrumentos de trompeta y chirimías, había hecho y mostraba alegría, así por las buenas nuevas de la victoria habida por Su Majestad en el reino de Portugal y corona que del dicho reino había recibido como por la nueva del Reverendísimo arzobispo que viene (ordenando que la) ciudad, vecinos y moradores de ella era justo hiciesen regocijos y fiestas por tan buena nuevas, mostrando alegría y contento; acordando se pregonare que todoslosvecinos y moradores pongan en la noche luminarias en sus casas y los que tienen caballo salgan con el hacha encendida y se junten por la noche a la puerta del Palacio, Justicia y Regimiento"[33].

 

Por su parte, la Municipalidad o Ayuntamiento acordó que en las casas del Cabildo se tañesen atabales, trompetas y chirimías, y se pusiesen luminarias.

 

 El 9 abril de 1581 recogen las Actas Capitulares el apremio del Cabildo por la. convocatoria del Concilio y Sínodo, pues "había mucha necesidad de que se convocase y se hiciese concilio provincial como lo manda el Santo Concilio de Trento"[34].

 

Días después, el  24 de abril, de acuerdo a los cánones y costumbres, toma posesión por poder, en nombre del Arzobispo, el Lic. Gutiérrez de Ulloa, inquisidor, en virtud de dos bulas de Gregorio XIII, que obedecieron los cabildantes presentes: arcediano Bartolomé Martínez y los canónigos Juan Lozano, Bartolomé Leones y Cristóbal Medel[35]:

"En la Ciudad de los Reyes, lunes 24 de abril de 1581, estando juntos en su cabildo los señores don Bartolomé Martínez, arcediano, Juan Lozno, Bartolomé Leonés, Cristóbal Medel, Cristóbal de León, canónigos: pareció presente el ilustgre señor licenciado Atnonio Gutiérrez de Ulloa, Inquisidor apostólico en este reino, e hizo presentación de un poder del Ilmo. Y Rvdmo. Sr. DonToribio Alfonso Mogrovejo, Arzobispo de esta ciudad y de dos bulas de Nuestro Muy Santo Padre Gregorio XIII, en lo que creaba y nombraba por Arzobispo de estadicha ciudad: pidió en su virtud la posesión de dicho arzobispado. Y vistas con el dicho poder, por el dicho cabildo, sede vacante, le dieron la posesión a dicho Señor Inquisidor, trayéndole al coro de dicha Santa Iglesia, donde el dicho señor Arcediano le sentó en la silla arzobispal, en senal de posesión porel dicho señor Arzobispo, e hizo otros actos de tal posesión, como todo constaba de los autos fechos en dicha sazon, siendo testigos el doctor Juan de la Roca, Provisor, y el doctor Antonio de Molina y el bachiller Ramírez. Pasó ante mí. Francisco Alarcón, Secretario"[36]

 

7. Preparativos

 

Merece la pena reseñar la refacción de la casa, así como la construcción de los monumentos de arquitectura efímera levantados al efecto, ya que penetrar en la fiesta y el arte nos ayudará a profundizar en una de las expresiones más completas de las sociedades. Las entradas públicas de un gran personaje, como los virreyes y arzobispos, constituían un gran festejo en el que la comunidad convivía, volcándose en la calle, donde[37] expresaba sus ideales colectivos. La entrada de los arzobispos se apoyaba en la entrada de los virreyes, la cual seguían casi al pie de la letra. Se buscaba realzar el poder y la dignidad de la autoridad,  también analizar las respuestas dadas.

 

Hasta el momento, sólo se contaba con el precedente de la llegada de Jerónimo de Loaysa, en 1556. En aquella ocasión, el cabildo de la municipalidad de Lima se apersonó corporativamente hasta el río por el camino de Trujillo para recibirlo y darle la bienvenida.

En las Actas del Cabildo de la Municipalidad se da cuenta de la entrada de los miembros del cabildo catedralicio para informar al Ayuntamiento de la entrada del Arzobispo y los pertinentes preparativos:

 

 "En este Ayuntamiento entraron los señores arcediano de esta santa iglesia y canónigo Calvo y trataron cómo Su Señoría Reverendísima del Señor Arzobispo entraba en esta ciudad el viernes por la tarde que se contarán doce días de este presente mes y que conforme a lo que se manda por el pontifical se ha de recibir con mucha pompa y amparo las bulas del cual manda metan los magistrados de las ciudades donde entrare y que así suplican a este Ayuntamiento en nombre del Cabildo de la Santa Iglesia de esta ciudad que así se haga y los dichos señores Justicia y regimiento respondieron que en el recibimiento de Su Señoría Reverendísimo harán todo lo que de su parte fuere.

Con esto se acabó este cabildo y no firmaron los dichos señores Justicia y regimiento porque quedó abierto hasta lo comunicar con Su Excelencia acerca de la entrada del Señor Arzobispo. Comunícose este negocio con Su Excelencia y mandó que el Cabildo, Justicia y Regimiento tome las baras a la entrada de Su Señoría y las dé luego a otras personas caballeros principales. Blas Hernández, escribano público y de cabildo.

   En la muy noble y muy leal ciudad de los Reyes a once días del mes de mayo de 1581, en las casas y ayuntamiento de estaciudad, se juntaron el ilustre cabildo, justicia y regimiento de esta ciudad, como lo han de uso y de costumbre para tratar y proveer cosas que tocan al servicio de Dios Nuestro Señor y de Su Majestad, bien y aumento de esta República especial y señaladamente los señores Francisco de Aliaga, alcalde ordinario en esta ciudad por Su Majestad y Nicolás de Ribera y Francisco de Ortiz y Francisco de Torres, alguacil mayor de esta ciudad y capitán Ruy Barba, regidores, por ante mí Alonso de Valencia, escribano público de esta ciudad por ausencia de Blas Hernández, escribano de cabildo, proveyeron lo siguiente:

En este día paresció el Padre Francisco Marqués de Sotomayor, clérigo presbítero y presentó una bula de Su Santidad, proveída para el pueblo de esta ciudad que parece declara haber proveído por arzobispo de esta ciudad al Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Toribio Alfonso de Mogrovejo y les hacía por ella saber lo recibiesen y tratasen porpastor en esta santa iglesia y vista la dica bula proveyeron que ellos obedecían la dicha bula de Su Santidad y por pastor y arzobispo de esta santa iglesia al dicho Reverendo Señor Arzobispo y como tal lo recibieron con la solemnidad que a semejante pastor se requiere recibir y así lo proveyeron y lo firmaron de sus nombres. Y con esto se acabó este cabildo Francisco de Aliaga de los Ríos, Francisco Severino de Torres, Nicolás de Ribera, Ruy Barba, Francisco Ortiz, Lorenzo de Aliaga, por ausencia del dicho Blas Hernández, escribano de cabildo. Alonso de Valencia, escribano público"[38].

 

8. Decoración de la casa

 

Conforme a la Real Cédula de 1579 en la que el Rey ordenaba al Virrey se desocupasen las casas arzobispales, alquiladas a particulares tras la muerte del primer arzobispo Loaysa y el tiempo de sede vacante, se preparó todo a conciencia. Desde el martes 21 de febrero de 1581 comienza la completa refacción de las Casas Arzobispales, lo que hoy es el Palacio[39]. Operarios españoles, indios y negros se encargarán del arreglo del umbral de la puerta, blanqueando la fachada con  un cahiz (unos 660 litros) de cal comprado en casa de Diego Díaz, carretero. De la casa de Alonso Sánchez Sarmiento se encargaron 15 cañas de Guayaquil para cubrir la caballeriza. A varios oficiales y criados  se les encarga de los pirlanes de la escalera y de su blanqueo. Por su parte, el carretero Diego Díaz suministrará, además de 6 cahices de cal, 2.000 ladrillos para la escalera, mientras que Pedro Garzón de la Loba, lo hará con 1000. Pedro, indio Tiquilla, será el responsable de  pintar el patio, zaguán y segundo piso de la escalera. Lo mismo se hizo con las cerraduras de las puertas y las habitaciones del Prelado y familiares: Grimanesa, su hermana, y el capellán Juan Rodríguez.

 

Simultáneamente, el jueves 23 de febrero (de 1581) se comenzó la obra del monumento, el arco triunfal y otros tres más a lo largo del recorrido entre San Lázaro y la Catedral. Ese mismo día se contrata a dos negros para hacer la ramada desde donde se había de hacer el dicho monumento con esbeltas gradas. De casa de Luis García de Castilla se compran  mil clavos, guascas (sogas) y agujas para  coser el monumento. El diez de marzo se compró a Juan López, carpintero, una media viga para el monumento, y madera para las ventanas del cabildo. Buena cantidad de madera, en cuartones, se traerán del mar con criados de Antonio de Yllescas. De casa de Guevara, zapatero, se requirió un cuero de vara.  De casa de Pedro Márquez y Lorca, mercaderes, hilo, cardenillo tachuelas y clavos de medio detillado para coser el monumento.

 

De la construcción del monumento se encargará el carpintero Garnica, quien percibió setenta y cuatro pesos y un real, por veinte y tres días y medio de trabajo, con su ayudante  Francisco de Pineda, que cobró 32 pesos. Otros carpinteros fueron Pedro Márquez, quien facilitó 167 varas de presilla,  Pablo Paz, Antón, negro de Alonso Gutiérrez Sarmiento. Encargado de la traza y diseño fue Hernando de Montoya.

 

Una vez levantado el monumento se encargó de su decoración a los pintores Miguel Ruiz de Ramales y Juan Amai. Dos mercaderes responsables de una tabla de Chile y cardenillo fueron Anton Andrés y Jorge de Acosta. Figuran también en la lista los sacristanes Juan Martín y Diego Jorge, responsables del vino de la iglesia.

 

En los días cercanos a la entrada, se contratan varias decenas de indios y negros, para empedrar la calle y pintar la portada,  aderezar el aposento  provisor y hacer los arcos, uno de ellos en la iglesia. A Melchor Rodriguez, se le encargará de pintar las armas del señor arzobispo en la puerta de las casas grandes. Se compran escobillas y almagras (arcilla roja), guascas para los andamios; como ayudantes estarán Diego Ramírez y Alonso indio. De casa de Pedro Márquez,  tres escudos con las armas del arzobispo.

 

Además del arreglo de las casas y los arcos, se prepararon escudos con material de tela de Holanda para el palio,  terciopelo carmesí, seda y anjeo  para el cojín de la silla del coro para el Prelado.

 

El Cabildo eclesiástico le tributó un recibimiento triunfal. Junto a las casas arzobispales, además del arco triunfal con el escudo de armas del prelado, se montaron otros tres arcos por donde iba a pasar la comitiva, se costeó una danza de niños con trajes vistosos y no faltaron los cohetes, los fuegos artificiales y las chirimías:

 

"En este día (24 de abril) di al señor maestrescuela cien pesos en reales y treinta pesos de dos botijas de vino de Castilla de casa Picón y cuatro caballos. Los tres con enjalmas y tomillos y sogas que costaron 109,5 pesos, todo por mandado de los señores del Cabildo para que fuese a recibir al señor Arzobispo".

 

Conocemos al detalle estas prolijas circunstancias de los preparativos del momento del regocijo gracias a los libros de cuentas de la fábrica[40] de la Catedral, de los que C. García Irigoyen nos muestra un interesante extracto[41].

 

9. "Entró por la puerta a pie"

 

Al llegar a Chancay, salieron a recibirlo hasta el Tambillo o chacra de Montenegro, los sacerdotes delegados por el Cabildo Catedralicio, Pedro de Escobar -mayordomo de la Catedral y cura de Santa Ana- y Pedro de Oropesa, dándoles por comisión 44 pesos y 4 tomines al primero y 100 pesos al segundo. Fue el lugar de alojamiento antes de entrar en Lima.

 


El 11 de mayo hizo su entrada pública y solemne en esta capital, viniendo a pie a su iglesia, donde fue recibido conforme al ceremonial. A pesar de ser 9 los miembros, sólo pudieron concurrir el arcediano Bartolomé  Martínez y los 4 canónigos: Lozano, Leones, Medel y León, quizás por alguna enfermedad.

 

La comitiva iba formada por cuatro caballos con enjalmas y tomillos y sogas había llegado al barrio de pescadores, en la margen del río Rímac, hasta la iglesia del hospital de san Lázaro. Allí se revistió de pontifical y, tras cruzar el puente, bajo palio,  ingresó en la indigente catedral limeña de muros de adobe y techo de paja.

 

            Fernando Montesinos en sus Anales del Perú[42] nos comunicará que "fue dichoso este año al Perú por la entrada en él de nuestro Virrey, Don Martín Enríquez y del Santo Don Toribio Alfonso Mogrovejo, que venía por el Arzobispo de Lima". Más adelante nos detalla las circunstancias:

"El Arzobispo Don Toribio desembarcó en Paita y vino por tierra a la ciudad de Los Reyes, informándose de las cosas del Reino, y entreotras le dijo el Padre Piña, de la Compañía, que no ordenase SS mestizos, porque había pocos días que uno había comulgado y le llevó la hostia a su madre, habiendo hecho acullico de ella, y le dijo: "mama (nombre que se usa mucho en aquel Reino entre hijos y madres), veis aquí el Dios de los cristianos? Espantóse el Arzobispo y dijo que no ordenaría a ninguno, si lo mandase el Pontífice; llegó a Lima, tercer idus de mayo de este año; fue recibido con gran solemnidad de fiestas y alegrías; colgáronse las calles por donde entró como si fuera día del Corpus, y aquella noche hubo luminarias en toda la ciudad y grandes fuegos y de aquí quedó esta costumbre en aquella ciudad en la entrada de los Arzobispos". Habían pasado ya 25 años de la entrada de su primer arzobispo, Fray  Jerónimo de Loaysa, cuando la Ciudad de los Reyes comenzaba a formarse.

 

Era un 11 de mayo de 1581, contaba el prelado tan sólo 42 años, nunca más volvería a España. Para salir de dudas, el propio Prelado, confirma el día exacto de su entrada: "Llegúe a ete nuevo reino...a los once de mayo de 81"[43].

 

 El historiador R.M.Taurel, del Instituto Histórico de Francia y miembro de distintos institutos históricos internacionales, haciéndose eco del testimonio de los participantes en el acto, y siempre bien informado, se referirá del estado anímico colectivo de la ciudad, al recibirle:

 

"Siguió su viaje, hasta que el día 24 de mayo del año de 1581, llegó felizmente a Lima, en donde le hicieron un recibimiento ostentoso. Salióle al encuentro toda la nobleza de la ciudad, y todo el estado eclesiástico, manifetando en sus semblantes un sencillo gozo, que rebosaban sus corazones. Las calles por donde había de pasar estaban adornadas con todo el lujo de la riqueza y todo el primor del buen gusto. Los balcones y las ventanas, las plazas y las calles todo estaba lleno de gesnte, que al son de acorddas mÜsicas prorrumpían en vivas festivos. Toribio recibió estos aplausos y honores con un corazón lleno de gratitud y con un alma convenciea de las acibaradas conecuencis que se siguen a estas pasajeras honras. Uno y otros se manifestó en su majestuoso semblante, que pareció aquel día más bien de un ángel que de hombre mortal y perecedero. Todos sus súbditos quedaron contentos con la vista de su nuevo prelado; todos convibieron de él unas ventajosas esperanzas y todos confirmaron con su vista el alto concepto que de sus virtudes les habían anticipado la fama"[44].

 

 El propio Cabildo de Lima escribirá rápidamente al rey Felipe II: "El gran favor que nos hizo Vuestra Majestad, al dárnoslo como pastor y prelado, fue obra de una inspiración divina". Tres años más tarde, el religioso Fr. Jerónimo Águila Carrillo, se expresará en términos parecidos al propio Felipe II:"Me ha parecido escribir al prpesente una breve relación del estado de este reino tocante a lo espiritual en la parte que asiste por prelado don Toribio Mogrovejo, el cual está tan bien regido y gobernado por el dicho que no podía venir cosa más a propósito en estos tiempos y nuevas tierras que tenerle a él por arzobispo y pastor"[45].

 

Una semana antes, el día 4, había entrado en la capital, desembarcando en el Callao, el nuevo virrey don Martín de Almansa.

 

            Antonio León Pinelo, primer biógrafo de nuestro protagonista, describe ingenua y pintoresca, pero con la fuerza de haber consultado a testigos presentes, su entrada:

 

"A veinticuatro de mayo (aunque en algunos papeles dice, que de abril) del año quinientos ochenta y uno entró a don Toribio en la insigne y muy leal ciudad de Lima, donde fue recibido con la solemnidad, grandeza y aparato, que a tan ilustre y venerable Prelado se debía. Colgáronse rica y curiosamente las calles, hubo ostentosos altares, acompañáronle en larga y bien ordenada procesión los colegios, las religiones, la clerecía y el grave y noble Ayuntamiento, con gran concurso de caballeros y gente del pueblo. Empezó la entrada desde San Lázaro, y pasando por el puente, vino a la plaza mayor y por las ventanas del Palacio de los Virreyes, llegó a la santa iglecia. Entró a pie, debajo de palio, echando a todos mil bendiciones, y recibiéndolas de todos, por la fama, que ya tenía, de varón santo. Fue recibido por su Iglesia Metropolitana, en la forma que dispone el Pontifical, por los Prebendados, que entonces había, que sólo eran don Bartolomé Martínez, Arcediano, que de allí a tres años vino por Obispo de Panamá y después fue promovido al Arzobispado del Nuevo Reino: el Licenciado Juan Lozano, el Licenciado Cristóbal Medel y el Licenciado Batolomé Leones, el Licenciado Cirstóbal de León, canónigos. Porque como todavía las rentas eran cortas y así no estaba lleno el número de la erección y de las que había estaban vacas algunas, no se hallaron entonces más capitulares. Pocos días antes había entrado por virrey don Martín Enríquez, que pasó de serlo de la Nueva España. De que se arguye ee mes, en que ponemos este día; porque el virrey es cierto, que entró a cuatro de mayo; y, siendo a 24, como se dice, la entrada del Arzobispo, y que estaba ya el Virrey en Lima, sería de mayo y no de abril. Y así empezaron casi a un tiempo los dos mayores gobiernos; el Eclesiástico, en un Arzobispo de suma virtud, y el secular, en un Virrey de mucha prudencia".

 

Tal era el campo de operaciones del nuevo Arzobispo. Contaba éste 42 años y comenzaba la decisiva etapa del primer período del virreinato peruano. Para R. Vargas Ugarte se estructuraría con una primera de "pacificación", la de Pedro Lagasca (1551-65), a la que seguiría la organizativa,consumada en lo civil con el virrey Toledo e iniciada en lo eclesiástico con el arzobispo Loaysa (1561-80). La tercera, de consolidación (1580-90), tras la Junta Magna, comenzaría con los virreyes Martín Enríquez y Conde del Villar en lo civil y con santo Toribio en lo eclesiástico. Justo dos años antes de finalizar el siglo XVI, en 1598, a los 18 años de hacerse cargo de la iglesia de Lima, Mogrovejo envía una "relación y memorial" al Papa en el que da cumplida información de su labor, así como un retrato fidedigno de su dilatada arquidiócesis con cinco "villas" (Ica, Cañete, Chancay, Santa y Saña) y cuatro "ciudades" (Trujillo, Huánuco, Chachapoyas y Moyobamba). De los 30 densos apartados, seleccionamos el primero: "Después que vine a este Arzobispado de los Reyes de España, por el año de ochenta y uno, he visitado por mi propia persona [...],muchas y diversas veces, el distrito, conociendo y apacentando mis ovejas, corrigiendo y remediando, lo que ha parecido oconvenir, y prpedicando los d omingos y fiestas a los indios y españoles, a cada uno en su lengua, y confirmando mucho número de gente, que han sido más de seiscientas mil ánimas [...]y andado y caminadoá ms de cinco mil doscientas leguas, muchas veces a pie, por caminos muy fragosos y ríos, rompiendo por todas las dificultades y careciendo algunas veces yo y la familia, de cama y comida, entrando a partes remotas [...]adonde ningún Prelado ni visitador había entrado"[46].

 

 

10. Memoria y testimonio

 

En el "Sumario" de los testigos del proceso de beatificación y canonización formado por Mons. Pedro Villagómez, se preguntaba en el Artículo 9 "Si saben que, habiendo obtenido confirmación del Sumo Pontífice, y recibidos en Granada las Sagradas órdenes, se consagró en Sevilla y con muchas recomendaciones del Real Consejo salió de España para las Indias Occidentales, corriendo el año de 1580 y el día 24[47] de mayo del siguiente de 1581 llegó a Lima, donde fue recibido con sumo aplauso y demostraciones de alegría, porque la fama de su santidad  era notoria en las dilatadas provincias de aquel Nuevo Mundo, prometiéndose todos que con tal prelado volveria la disciplina cristiana a su antiguo ser y tendría la Fe católica grandes aumentos, esperanza que tan llena de gozo a ninguno engañó"[48]. Notemos que se destacan "las demostraciones de aplauso y alegría" de este primer momento en que se da el histórico encuentro entre el pueblo limeño y su pastor.

De los  informes iniciados el día 19 de junio de 1631 seleccionamos dos de los que aluden explícitamente a este momento, consignando la impresión causada.

 El primero, el de Juan de la Roca, Arcediano, quien "conoció al Sr.Don Toribio Alfonso Mogrovejo...desde que vino de España por el año de ochenta y uno y le vio entrar en esta ciudad y le trató y le comunicó desde entonces hasta que murió y que desde que le conoció y vio en este reino entendió y supo que en su mesa fue muy llano y humildísimo en sus conversaciones y siempre con su rostro risueño, con grn modestia y compostura y grande amor de Dios, bien del prójimo y deeo de su salvación...estando siempre con gran veneración y devoción en la iglesia,de manera que ponía a todos ejemplo y compostura y devoción en la iglesia y era un sermón solamente verle"[49].

El segundo, el del Dr. Fernando de Guzmán, Maestrescuela de la Catedral, cuatro veces Rector de la Universidad Nacional de San Marcos, primer rector del Seminario Santo Toribio, quien  "le conoció desde que entró en la ciudad en 1581, tratando a sus súbditos con suma llaneza y amor de Padre y Pastor, siempre con un rostro alegre y unas entrañas de un ángel, grande honrador de hombres virtuosos y en sus conversaciones muy modesto y en su vestir muy llano y asimismo muy honesto y amigo de pobres, y en especial de indios y gente humilde [...] y los domingos y fiestas por la mañana, sin faltar ninguno, hallándose en esta ciudad, predicaba en la puerta de la iglesia a los indios en su lengua y a los españoles"[50].

 

Por último, consigno el testimonio del Contador Alonso Rodríguez de Pulgar, Receptor general de penas de cámara, quien le conoció en su casa por haberse criado con sus pajes y que nos manifiesta la repercusión decisiva causada por el ejemplo del Prelado en su familia y el Perú:

Algunos juguetes que el dicho siervo de Dios dio a este testigo siendo niño los guardaban los dichos sus padres y los veneraban como de santo canonizado...y así mismo ha puesto por título a su casa y chacra el nombre de Santo Toribio por las maravillas que en ella ha obrado"[51].



Jerónimo de Loaysa, primer arzobispo de Lima, fue nombrado cuando estaba en América. Dos obras de interés: Manuel  OLMEDO JIMÉNEZ Jerónimo de Loaysa: Pacificador de españoles y protector de indios San Esteban Salamanca 1991. Antonio ACOSTA: "La Iglesia en el Perú colonial temprano. Fray Jerónimo de Loaysa, primer obispo de Lima" Revista Andina Cusco, año 14, n.1, 1996, pp.53-72

V. A. BELAUNDE: Peruanidad 5 . ed. 1983 La síntesis viviente-Palabras de fe (VI tomo de "Obras Completas")1993.

PUENTE CANDAMO, José Agustín de la Santo Toribio y la formación del Perú en "Historia de la Evangelización de América" Pontificia Comisión para América Latina, Ciudad del Vaticano, 1992, pp.831-840.

 

      Archivo Arzobispal de Lima. Actas del Proceso de Beatificación de Santo Toribio. ( AAL, APBT) Libro I, 167v-202v.

"También escribo sobre que S.M. provea a esta iglesia de prelado porque, demás de mi edad e indisposiciones que siempre he tenido de una enfermedad que me dio a principio de agosto del año pasado, y el mes de diciembre me llegó muy al cabo he quedado con poca fuerza y ciego del ojo izquierdo, y, como V.S. sabe, estas iglesias han menester prelados de virtud y fuerzas; de virtud  merezco y tengo poco, y de fuerzas cada día tendré menos". Carta al Obispo de Palencia, Los Reyes, 4 de mayo de 1560. LISSON II, N.266 bis.

Bertram T. Lee Libros de Cabildos de Lima (1534-1539) I, Lima 1935, p.26.

Ibídem, pp.193-195.

No hay que confundir esta primera entrada de 1543 con la de 1556,  a su regreso de la visita a Panamá.

R. Vargas Ugarte Historia de la Iglesia en el Perú I, Lima 1953,  p.143.

LCL V, 202.

LCL, IV, 102.

LCL, III, 350.

  Se hallan en el Archivo del Cabildo Catedralicio varias Letras pontificias vinculadas al primer momento limeño del nuevo Pastor que nos ponen al corriente de la actividad de la Corona española, a través del Consejo de Indias y el Cabildo Catedralicio:

1. Bula de Gregorio XIII del 15 de marzo de 1578 al clero de la ciudad y diócesis de Lima participándole la elección de Arzobispo hecha en Santo Toribio. Principia "Hodie Ecclesiae Civitates Regum".

2. Otra Bula de la misma fecha al pueblo de Lima.  "Universis vasallis ecclesiae civitatis regum"

3. Otra bula de igual fecha a los sufragáneos del Arzobispado de Lima sobre el mismo asunto. Principia "Hodie Ecclesiae"

4. Bula de 1578 del mismo Arzobispo Santo Toribio forma juramento. "Ego Turibius Electiis Civitatis Regum"

5. Bula "Forma dandi Pallium" de Gregorio XIII del mismo año 1578 para dar el palio a dicho Arzobispo Mogrovejo

6. Licencia dada en Madrid el 13 de noviembre de 1578 a D. Toribio Alfonso Mogrovejo

Licenciado en Derecho Canónico, y electo arzobispo de Lima por Felipe Sega, obispo de Ripa y legado a lattere en España de Gregorio XIII para ordenarse de todos los grados sin intersticios. Dice allí en el reverso:"Provisión de Inquisidor. Reverendas y título de órdenes de Su Señoría Ilustrísima". Hay algo más borrado (Roído por los ratones y sin el sello de plomo).

AAL, APBT, II 523.

Archivo Secreto del Vaticano, vol. 10, f.214. Cit. En VRV I, p.134. Carta escrita en Madrid, el 15 de abril de 1580.

 RC firmada por Felipe II dirigida al embajador, quien la presentaba al Papa en nombre del Rey.  Archivo de la Embajada Española ante la Santa Sede. Legajo 4, f.99. Cit. En VRV I, p.143.

U. LAMB Frey Nicolás de Ovando, Gobernador de las Indias (1501-1509) Madrid 1956.

RODRÍGUEZ VALENCIA, V. Santo Toribio de Mogrovejo, organizador y apóstol de Suramérica (Madrid CSIC 1957) 2 ts.

TAM: Toribio Alfonso Mogrovejo.

LISSON II, 803.

LISSON II, 804.

LISSON IV, 562.

"El Rey. Por la presente damos licencia y facultad a Vos, el licenciado TAM, Electo Arzobispo de la Ciudad de los Reyes, de las Provincias del Perú, para quede estos nuestros Reinos y Señoríos podáis llevar a aquellas provincias la Librería que tuviéredes para vuestro estudio, y mandamos que en ello no se os ponga impedimento alguno. Fecho en el Pardo, a 21 de febrero de 1579 años".  Cedulario arzobispal de Lima, I. Cit. en  C.GARCIA I, p.9. LISSON II, 805.

 LISSON II, 806.

LISSON III, n.503 (AGI, Patronato 284, 1R2)

LISSON II, 803-804. La relación completa en Archivo General de Indias (AGI), Contratación lib.1, ff 302v-306. Cit. En VRV I, pp.532-4

Para todos sus acompañantes nacidos en Castilla y León, véase la tesis doctoral de M. del C. MARTÍNEZ MARTÍNEZ [CMM]: La emigración castellana y leonesa al Nuevo Mundo (1517-1700). Junta de Castilla y León, Valladolid, 1993, 2 tomos.

 LISSON III, 10

ANTIGÜEDADES DE LA SANTA IGLESIA METROPOLITANA DE LIMA sacadas por la mayor parte de sus actas Capitulares. Desde el año de 1515 hasta el de 1825. Dr. J.M. Bermúdez.

LISSON IV, 203.

PINELO, León Vida del Ilustrísimo y Reverendísimo Don Toribio Alfonso de Mogrovejo (Madrid 1653) pp.59-62.

LISSON II, 82 . Toledo, 2 de junio de 1579

Bertram T. Lee Libros de Cabildos de Lima Torres Aguirre, Lima, 1935.  IX, 332-333.

Archivo de la Catedral de Lima  Actas Capitulares f.107v

Allí mismo, f.42

Mons. M. Tovar Apuntes para la Historia Eclesiástica del Perú I

Rafael Ramos Sosa Arte festivo en Lima Virreinal (XVI-XVII) Junta de Andalucía, Sevilla 1992

Bertram T. LEE Libros de Cabildo de Lima Ed. Torres Aguirre, Lima 1935, IX, pp.371-373 (a continuación viene en latín).

     En nuestro siglo ha sido completamente restaurado en 1924. Mons. Emilio Lissón, a la sazón arzobispo de Lima, al tiempo que agradece el gesto, recuerda a sus antepasados:" La nación peruana, que ha glorificado en el mármol y en el bronce a us héroes, no podía olvidar a sus Arzobispos [...]Y no podía ser de otro modo; de este lugar han partido por 300 años los rayos de luz y de calor divinos que civilizaron al Perú y gran parte de la América [...] La acción destructora del tiempo hizo luego inhabitable este recinto, y mis venerables predecesores [...]Manuel Tovar y Pedro M. García y Naranjo, juntaron a los envidables méritos de su santo y memorable apostolado, la gloria de haber inciado con el auxilio de los representantes del Gobierno la obra grandiosa de reconstrucción". El Amigo del Clero de 15 de diciembre de 1924 (Nns.1072-73).

 Libro de Fábrica Archivo del Cabildo Catedralicio de Lima. Se trasncribe íntegramente en el apéndice final.

C. GARCÍA IRIGOYEN Santo Toribio  Lima 1904. I, pp.14-17.

Publicación de Víctor M. Maurtua (Madrid 1908) II, pp.82-84

 Carta a Felipe II, Lima 27 abril 1584, LISSON III, 286.

R.M. TAUREL Colección de obras selectas del clero contemporáneo del Perú I, Paris, 1853, p.82.

LISSÓN, III, N.561 bis.

GARCÍA IRIGOYEN Santo Toribio  Lima 1904, II pp.238-254

     Error proveniente de la biografía de A. León Pinelo.

Sumario y memorial ajustado de las probanzas que por deposiciones de testigos e instrumentos se han hecho por el ISD D. Pedro e Villagómez, arzobispo de los Reye y demás Señores Jueces Apostólicos en la Causa de la Beatificación y Canonización del Siervo de Dios el IS Don Toribio Alfonso Mogrovejo, arzobispo que fue desta ciudad. En Lima, en la Imprenta de Juan de Quevedo y Zárate. Año de 1662. f. 26.

AAL, APBT, I, ff .9-10.

Ibídem, ff. 30v-32.

Ibídem, II, Su abuela Catalina de Cáceres "era castellana vieja y tenía grandes noticias de los deudos y del dicho siervo de Dios por haber vivido la dicha su abuela 107 años y haber sido de las primeras mujeres españolas que pasaron a estos reinos del Perú" f. 332-332v.

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