miércoles, diciembre 21, 2016

Tercer Concilio Provincial Mexicano (1585). Procesos y características de la producción de los Decretos. Tesis doctoral de Osvaldo R. MOUTIN

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Legislar en la América hispánica en la temprana edad moderna

Procesos y características de la producción de los Decretos del Tercer Concilio Provincial Mexicano (1585)

Osvaldo Rodolfo Moutin

Global Perspectives on Legal History 4 
Frankfurt am Main: Max Planck Institute for European Legal History 2016. X, 204 S. 
Druckausgabe: 11,64 Euro | Online Version: Open Access

ISSN 2196-9752 
ISBN 978-3-944773-03-2

Zitatlink für die Online-Ausgabe: http://dx.doi.org/10.12946/gplh4


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GPLH Volume 4 | 2,58 MB


El Tercer Concilio Provincial de México, celebrado en 1585, es considerado una pieza angular de la legislación canónica e indiana, tanto por su contenido, como por la amplitud del espacio y el largo período de tiempo en el que estuvo vigente. La reciente edición impresa de los Manuscritos de trabajo conciliares ha permitido nuevas indagaciones acerca de la tarea de producción legal realizada por los obispos mexicanos. A la luz de estos materiales y considerando la historiografía reciente, el autor indagó como fue el proceso de redacción de los decretos conciliares.

Teniendo en cuenta elementos como los memoriales, tratados teológicos y jurídicos y otras legislaciones conciliares y sinodales usadas por los obispos, el recurso a comisiones y consultas a teólogos y juristas y las particularidades del contexto histórico-jurídico, el autor identificó cuatro procesos diferenciados de redacción de los decretos conciliares.

Los resultados de la investigación permiten reasignar la autoría de los decretos conciliares al episcopado de la Provincia Eclesiástica de México y determinar su grado de originalidad. La localidad de la ley y su gran relevancia en el ordenamiento jurídico entonces vigente aparecen, en conclusión, como las notas características del cuerpo de decretos aprobado por el Tercer Concilio Provincial de México.


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domingo, diciembre 18, 2016

TORIBIO DE MOGROVEJO (1581-1606) Y LA LIBERACIÓN DE LOS POBRES, E. Dussel


 

Enrique Dussel https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Dussel es uno de los protagonistas de la "filosofía de la liberación" y coordinador de la Historia de la Iglesia de CEHILA. Su tesis doctoral versó sobre los obispos como protectores y liberadores de los indios. Rescato el valioso texto que dedica a Santo Toribio

 

DUSSEL, Enrique  El episcopado latinoamericano y la liberación de los pobres 1504-1620 / México : Centro de Reflexión Teológica, 1979

(Todo en internt en PDF)

 

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO (1581-1606), es bien el prototipo del obispo de la época que describimos, que será la de toda la colonia hasta el siglo XIX, tal como Felipe II lo concebía: prelado de lo espiritual, que defendía al indio a través de su misión apostólica, de su ejemplo más que sirviéndose de excomuniones, multas, prisiones, alguaciles y pleitos contra los encomenderos. Toribio no era un lascasiano, no era un JUAN DEL VALLE. Fue, sin embargo, el más grande obispo americano, un "indigenista" evangélico inigualable. El obispo obraba en favor del indio a través de su Iglesia (la reforma del clero), a través de las doctrinas, y por medio de las visitas.

 

 9.1 Por la muerte de Loaysa, se eligió a Diego de la Madrid como arzobispo de Lima, quien fue nombrado el 17 de marzo de 1577 (1). Nacido en Palencia, colegial en Salamanca, visitador del obispado de Granada, fue trasladado como obispo de Badajoz, el 3 de mayo de 1578. Mientras tanto la arquidiócesis limense seguía vacante. Se eligió entonces a Toribio de Mogrovejo, miembro de la inquisición de Granada, nombrado el 16 de marzo de 1579 (2). Se le extendieron las ejecutoriales ello de junio de 1576. El nuevo arzobispo "nació el sábado 16 de noviembre del año 1538 en la villa de Mayorga" (3). Estudió en Valladolid, en tiempo que Pedro de La Gasca era obispo de Palencia (4); pasó después a Santiago de Compostela para,

 

(1) Av. Ac 15, f. 219 (AMisc. 19, f. 502). Nuestro obispo moría el 15 de agosto de 1601. (2) Av. AMisc. 19, f. 538. En el Acamer. 11, f. 167-268, se dice que en la feria segunda del 16 de marzo, "...per traslationem R. D. Dydaci de la Madrid ad Ecclesiam Pacensem, vacanti, de persona R.D. Licentiati Toribii Alphonsi de Mogrovejo...". (3) Aguado, Novena, 69-70 (Valencia, I, 59; cfr. II, 457-458; I, 1-62). Un Diego de Córdoba Salinas, en su Crónica Franciscana, dice igualmente: "era natural de Mayorga, antigua villa del reino de León" (ed. L. Canedo, Academy of American Fr. Hist., 1957, p. 515). (4) R. Valencia, Santo Toribio de Mogrovejo, 1, p. 63 55. 364

 

como peregrino, dar su examen de licencia en derecho, que obtenía el 6 de octubre de 1568. De allí pasó a Salamanca, donde fue becado el 3 de febrero de 1571 en el colegio Mayor de San Sebastián de Oviedo (5). Por último fue nombrado inquisidor de Granada en 1574 (6). Nuestro inquisidor no había sido ordenado en ninguna orden clerical, sin embargo, reunía en su persona una vida contemplativa, junto a una natural simpatía y autoridad comunicativa, una vida de extremo ascetismo y ayuno, junto con una ejemplar prudencia y fortaleza, y una salud que no temerá ni el frío de los glaciares andinos a más de 4000 metros, ni el calor de los desiertos, o el bramar de los ríos impetuosos. Elegido obispo, se le permitió llevar su biblioteca, que en parte había heredado de su tío, profesor de la Universidad de Coimbra. La real cédula del 21 de marzo de 1579 le autorizaba a trasladar "la librería que tuviéredes para vuestro estudio". Se consagró en Sevilla, y se embarcaba en dicho puerto en 1580, llegando a Lima en 1581 (7). Tenía 43 años el joven arzobispo, cuando se le vio llegar a la capital de su arzobispado (8). 9.2 Aquí solamente nos ocuparemos de un aspecto del ejemplar gobierno de Santo Toribio, y como en los otros casos, nos referiremos sólo a su labor entre los indios. Este "hidalgo castellano y universitario salmantino al ser constituido pastor de aquella grey se despega de su suelo nativo y cobra un marcado carácter americano; se dedica al aborigen, a su elevación humana y social, ganándole por el allanamiento y el amor ...En su grey el indígena es la porción de mayores cuidados..." (9). Toribio tendrá muchas más semejanzas con Vasco de Quiroga que con Juan del Valle o Bartolomé de Las Casas. Cumplió la "función organizadora, perfeccionando en lo social el sistema español, y asentando en lo religioso el sistema eclesiástico privilegiario del indio; en múltiples providencias de organización y disciplina en orden a obtener su cimentación

 

 (5) Ibíd., p. 110. (6) Ibíd., p.114ss. (7) Para todas estas fechas, véase lo dicho en Primera parte, cap. I. (8) Sobre Santo Toribio, de quien se ha escrito mucho, pero gracias al libro de R. Valencia tenemos ya una obra científica, no nos detendremos en demasía. Sobre sus concilios y sínodos (cfr. Primera Parte, cap. V); sobre sus visitas (Primera parte, cap. IV); véase R. Valencia, I, p. 128 55.; sínodos (I, p. 314 ss.); visitas (I, p. 465 ss.); etc. (9) R. Valencia. II, p. 3. 365

 

 religiosa por la verdadera e interna conversión cristiana " (10). Sin embargo, la situación era a tal modo ambigua, que el arzobispo tuvo, a lo largo de todo su gobierno, agudos escrúpulos de conciencia; no sabía si debía remediar personalmente los abusos -y con ello enemistarse con los encomenderos y autoridades- o permitir bien que mejorando, la situación presente. En verdad, resolvió tomar una línea media, pero queriendo "amanecer una mañana en un monasterio" (11), es decir, quiso renunciar más de una vez a una función enmarcada en una cierta solidaridad con el medio hispánico, y por ello, con la injusticia. 9.3 Luego de lo que podría llamarse la "reforma administrativa y política" de Francisco de Toledo, le tocaba a Toribio efectuar la reforma de la iglesia peruana. El medio privilegiado que utilizó el arzobispo, fue la visita. "S. Toribio no impuso un sistema nuevo ni costumbres distintas en el adoctrinamiento de los indios, ni en su forma. Aceptó el sistema ensayado ya con fruto y las costumbres loables. Lo que hizo fue darle efectividad; hacerlo eficiente con disposiciones diocesanas complementarias a lo ya legislado" (12). Ya en 1581 comenzó sus visitas, y en 1582 lo encontramos visitando las parroquias de la capital (13). De inmediato comprendió que to dispuesto por su antecesor, sobre todo en los concilios provinciales, era en gran parte "letra muerta", porque el anciano Loaysa no había podido en los últimos tiempos de su vida, verificar por su persona las reformas necesarias. Toribio, en cambio, tendrá siempre un contacto directo con su pueblo: "La visita general que a muchos años voy prosiguiendo deste obispado..." (14).

 

(11) Carta de Francisco de Quiñones, del 4 de abril de 1587 (AGI, Patronato 248, R. 15). (10) Ibíd., p. 4. (12) R. Valencia I, 428. Este autor dice muy acertadamente: "S. Toribio no fue el misionero espontáneo que eligió incursiones audaces. Fue el obispo que aceptó todas las "entradas", viajes y estancias permanentes que le impuso un territorio que le había sido entregado, con responsabilidad estricta a su conciencia delicada y aguda" (Ibíd., 1, 444). Para un anecdotario de las" visitas: cfr. I, 497 ss. Prototípica entre todas fue la incursión en la temible ruta de los Naranjos en Moyobamba, en búsqueda de "indios cimarrones" a quienes bautizó e hizo volver al pueblo de origen, su doctrina. "Totalizó la Pastoral del Evangelio y de Trento en cuarenta mil kilómetros de recorrido a pie y en mula, en la topografía más disparatada y sobrehumana del orbe" (I, 504). (13) Testimonio de las visitas a las parroquias de San Marcelo, San Lázaro, Ermita de la Peña, etc. (AGI, Lima 300). (14) Carta del 13 de marzo de 1589, "desta provincia de los Andajes" (AGI, Lima 300). A esta carta de 4 folios se adjuntan unas preguntas en latín enviadas a Roma: "Rme. Dne ...Accepit sacra congregatio Cardinalium Concilii Tridentini interpretum septem et triginta dubitationes..." 366

 

Efectivamente, hacía 5 años que la estaba efectuando. Su distrito tenía 5 ciudades (Lima, Trujillo, Huánuco, Chachapoyas y Moyobamba), numerosas villas y 250 doctrinas (15). En sus visitas, comprendió rápidamente que uno de los mayores problemas eran las injusticias cometidas por los "corregidores" indios; había en 1583 unos 73 corregimientos en el Virreinato del Perú: "Sería mejor quitar estos corregidores" (16). "Se podría acudir al remedio (de las doctrinas)...quitando los corregidores que tan poco tienen que entender en muchas partes... pudiendo acudir al ministerio y oficio de los corregidores de las doctrinas los corregidores de las ciudades..." (17). Acusaba frecuentemente a los corregidores de la malversación de los fondos de los hospitales de los indios, y de exigirles un servicio personal abusivo. Toribio se reservaba personalmente la absolución de ciertas faltas de los corregidores (18). 9.4 Toribio se propuso una reforma del sistema de reducciones (19). Los frutos de sus desvelos comenzaron a verse, y aún más pronto de lo esperado. En la visita de 1593 informaba ya que los corregidores invierten el dinero del tributo en los hospitales fundados y que crean otros nuevos; se paga convenientemente a los médicos permanentes ya los cirujanos provinciales itinerantes que pasan por los hospitales de los pueblos. Si el cirujano no visita algún pueblo, se le reduciría de su salario la cuota correspondiente (20). Y aunque el arzobispo era muy duro en imponer penas. "jamás ha aplicado pena ninguna para su cámara", es decir, no se guardaba el monto de la pena, sino que la atribuía a las obras de indios (21). TORIBIO no fue un lascasiano, ya que toda su labor se encaminó a reformar el sistema de encomiendas, pero no a suprimirlo. Logró aún que el rey llegara a disponer la primacía de la obra misionera en la organización de dicha institución económica: "Cuando los frutos y renta de la enco

 

(15) En 1597 eran 209; en 1598, 240; en 1602, 144 (AGI, Patronato 248, Ro.23; R. Valencia, 1, 377). (16) Carta del 30 de septiembre de 1583 (AGI, Patronato 248, Ro. 8). (17) Carta del 16 de febrero de 1590 (AG I, ibíd., Ro. 20). (18) Cfr. Sínodo VII, c. 7; c. 44; etc. (19) En AGI, Lima 300 hay un documento de 2 folios sobre el "Parescer8el limo arzobispo en lo de la reducción de pueblos de Indios" (en la época de Toribio, pero sin fecha). (20) Sínodo VIII, c. 17; cfr. R. Valencia, II, p. 45 55. (21) Testimonio del provisor Valcázar, su brazo derecho, en 1595 (cfr. AGI, Lima 1). 367

 

mienda no bastaren para la doctrina y encomendero, prefiérase la Doctrina aunque el encomendero quede sin renta" (22). Las "tasas" -que habían fijado Pizarro y Valverde, La Gasca y Loaysa, y por último, en plata y excesivamente, el virrey Toledo- las pagaban los indios a las encomiendas y no directamente a la corona. Criticaba Toribio un tributo tan elevado, que en ocasiones era cuatro veces más de lo que pagaba un indio mexicano (23). Sin embargo, el arzobispo no pensaba suprimir los diezmos de los indios, sino que, por el contrario, fue un partidario decidido de conservarlos, a fin .de que los doctrineros pudieran ser sustentados por las comunidades de aborígenes (24). Un ejemplo, de su acción directa en favor de los indios quedó testimoniada en la Sumaria Información que debió escribir el provisor del arzobispado, deán Pedro Muñiz, el que hizo comparecer a diversos testigos -en especial a los visitadores- para contradecir diversas acusaciones que el virrey levantó contra el arzobispo. Allí puede verse cómo el arzobispo, llegando a las doctrinas, y comprendiendo las diversas injusticias que contra los indios se hacían, realizaba sobre el terreno sumarios juicios y obligaba a los curas y misioneros, en el acto, a entregar a los indios lo que les debían, "con lo cual quedaron los indios muy satisfechos" (25). Llegando a un obraje textil y viendo los maltratos que se daban a los indios, el inhumano ritmo de los trabajos, el hecho de que los niños tuvieran que realizar la misma obra que los adu1tos, el arzobispo, sin esperar una decisión del tribunal civil, ordena al corregidor la manera de comportarse en el futuro (26).

 

(22) Real cédula de 1596 (Recopilación, Lib. VI, tít. VIII, ley 24). (23) Cfr. carta del 30 de septiembre de 1583 (AGI, Patronato 248, Ro. 8). (24) Valverde había dispuesto en 1539 que los indios pagasen el diezmo (cfr. Lisson Chávez, I, p. 105); la carta colectiva del 30 de septiembre de 1583 apoya igualmente el pago del diezmo; Solórzano trató esta cuestión en la Política Indiana, Lib. II, cap. XXII, n 41. Estos diezmos permitían, además, la fundación y subsistencia del seminario de Lima. (25) G. Irigoyen, Santo Toribio, 11, p. 57 ss. Debió confirmar de 800 mil a un millón de indios, gratuitamente, sin pedirles nada, ni por derechos, ni por comida, ni por estancia. (26) En cartas del 28 de abril de 1600, y en especial, en la del 29 de abril de 1602, Toribio pide los antiguos poderes efectivos de Protector de indios: "Si V .M. lo encargase a los Ordinarios y jueces eclesiásticos (la protectoría de indios) ten- dría luego muy cumplidos efectos, porque es lástima ver lo que ha pasado" (Lisson Chávez, IV, 317, 433-434). La verdad es que habiéndose organizado "todo el sistema misional sobre las 'doctrinas' en encomienda" (R. Valencia, II, 368

 

 En su política en favor de los indios, luchó por la estabilidad de las doctrinas, y por ello prefirió los clérigos a los religiosos (27). Para esta secularización, el arzobispo no confió sólo a los visitadores la difícil tarea, sino que personalmente, en sus visitas, fue considerando cada caso particular (28). 9.5 Pero para ello era necesario reformar al clero. En primer lugar por la organización adecuada de la universidad y por la fundación y buen ejercicio de la cátedra de "lengua" (aymara y quechua) (29). El arzobispo, conociendo los vicios de su clero -sobre todo el comercio- se lanzó con tenacidad y paciencia a su corrección (30). El arma poderosa de la excomunión fue usada frecuentemente, sobre todo después de lo dispuesto por el concilio limense III. EI 15 de marzo de 1595, comunicaba a su provisor el haber destituido 11 beneficiarios por indignos de su carga (31). Los frutos se dejan ver muy pronto. El gran número de egresados de la Univer-

 

43), la situación era por demás equívoca, y los obispos debían confiar en un sistema económico de explotación para, a través de dicha estructura, evangelizar al indio (¡Es casi un contrasentido!). (27) En carta del 13 de marzo de 1589, de la provincia de los Andajes, muestra cómo prefiere a los clérigos por ser lenguas, por poder ser examinados, visitados y corregidos. Ha expuesto el caso de la congregación del concilio, y el cardenal Carafa le aprueba (Levillier, Organización de la Iglesia, p. 444). Desde Andajes todavía, escribía el 15 de marzo sobre la organización de un colegio para caciques, el de San Martín de Lima (Ibíd., p. 452). (28) Así lo vemos, por ejemplo, el 4 de mayo de 1596, en el Puerto de San Andrés: "El arzobispo de los Reyes, en persecución de su visita, ante el clérigo... de la ciudad de León de Huánuco, cura y vicario desta doctrina de San Andrés..." (son 9 folios) (AGI, Lima 300). Desde Llamellín escribía todavía el 9 de mayo (AGI, ibíd.). (29) En carta del 11 de febrero de 1577, el obispo de Cuzco, hablando de la universidad escribía: "En el tiempo que se a tratado de fundar y erigir una Universidad en esta ciudad de Lima me he hallado en ella, cierto para estos Reinos importante cosa que haya universidad, en que se ejerciten los doctos y se enseñe a los ignorantes y (a los) muchachos letras y virtud. Que con esto dará buen fruto la tierra y se enseñará y se sembrará mejor la Sancta fe católica y mayormente esta universidad en la extensión (!) que ha de tener, le cupiere a los indios naturales, mestizos, zambos y aun a los negros, si alguna parte en ello les cupiere, en que ellos puedan ser enseñados, lo que les es necesario para su salvación y para enseñar a los de su linaje..." (AGI Lima 305). Es interesante ver cómo aquel obispo plantea ya, en pleno siglo XVI, el tan importante y debatido problema de lo que hoy llamamos "extensión universitaria" en Amé- rica Latina (el obispo usaba por primera vez dicha denominación). (30) R. Valencia, 11, p. 73 ss. (31) Ibíd., II, p.92ss. 369

 

sidad de San Marcos (32), las correcciones y penas impuestas, permitían que el arzobispo escribiera el 30 de abril de 1602: "Bendito Dios, el clero está muy reformado" (33). El clero nativo hispanoamericano fue numeroso (34), pero el clero indígena, como en otras regiones, no existió prácticamente, aunque "en él hay más que Leyes. Apunta ya en Santo Toribio y en los Prelados del Concilio III un deseo y un porvenir que ellos quisieran inmediato, de ordenación de indios. Porvenir que está previsto también en las instrucciones de Felipe II al Virrey Toledo en la Junta de 1568" (35). Por los colegios para los hijos de caciques se abría -o se pretendía abrir- la puerta a los indios al sacerdocio. Después de 25 años de incansable obra en favor de los indios de su jurisdicción -que comprendía todavía lo que será poco después el obispado de Trujillo- moría Toribio de Mogrovejo, el Jueves Santo de 1606, en una choza de un indio, en el transcurso de su cuarta visita pastoral, el 23 de marzo, en el valle de Pacasmayo (36).

 

(32) Cfr. las relaciones de 1599,1602 y 1604 (AGI, Patronato 248, Ro. 30). (33) AGI, Patronato 248, Ro. 33. (34) R. Valencia, II, p. 117 ss. (35) R. Valencia, II, p. 129. (36) No deseamos extendernos más sobre nuestro ejemplar obispo, por cuanto ha sido ya objeto de estudios científicos de importancia. Lo dicho basta sólo para probar nuestra hipótesis de trabajo: Toribio se ocupó principalmente de los indios de su jurisdicción. Una de las cuestiones más importantes de su gobierno, fueron las continuas "contradicciones y oposiciones del gobierno civil" (cfr. R. Valencia, I, 465 ss.), lo que quizás le valió una falsa acusación de parte del rey y del consejo, de haber informado a Roma sobre cuestiones que en verdad pasaban en América, aunque no en la forma que Roma lo comunicó al rey por el nuncio. Lo cierto es que la pena que el rey le impuso fue uno de los tristes momentos de su vida, pero con equilibrio e inteligencia escribía al monarca el 10 de marzo de 1594 (cfr. nuestro Apéndice documental, doc. No.29), en la que muestra lo infundado de las acusaciones: "...por mi parte se dio un memorial a su Santidad en que decía que los obispos en estas partes tenían posesión de las iglesias sin despacharse las bullas..." (Son 6 folios). Véase una carta del virrey García de Mendoza contra el arzobispo, del 29 de diciembre de 1590 (Levillier, Organización, p. 499-509). La real cédula del 29 de diciembre de 1593, dada en Madrid, recuerda a los obispos que deben guardar el patronato (Ibíd., p. 575, no sin relación con los problemas limeños). Véase una vida esquemática de nuestro arzobispo, escrita por nosotros para Heilsgeschichte, Grünewald-Verlag, Maguncia, 1966.

 

DUSSEL, E. OBISPOS PROTECTORES DEL INDIO

 "el episcopado en su conjunto realizó una labor indigenista insustituible de protección de los nativos. En la historia social de América puede considerárselos en primer lugar.

Por nuestra parte, habiendo contado con una base firme -ya que hemos estudiado cada obispo de esta época, aunque, evidentemente, no todos han sido nombrados aquí- creemos poder concluir que el episcopado en su conjunto realizó una labor indigenista insustituible de protección de los nativos. En la historia social de América puede considerárselos en primer lugar. Resumiendo en pocas líneas lo dicho, debemos, una vez más, admitir la justicia y ejemplaridad de las Leyes emanadas de la Corona hispánica (1). Nadie puede criticar a España de esto. La elección de los obispos y su acción fue igualmente "indigenista" y evangélica -en su mayoría como hemos visto-; nuevo aspecto favorable del Patronato. La acción de un BARTOLOME DE LAS CASAS, y tantos otros, permitida y alentada por los Reyes, es otro nivel digno de tenerse en cuenta. La solidaridad de la "clase encomendera" -fundamento de la oligarquía criolla, que después de la Emancipación será liberal, positivista y capitalista, para gobernar a América Latina hasta el presente- destruyó en gran parte el intento de los Reyes y de la Iglesia, e hizo aceptar "de hecho" la subordinación total de la "clase media" a los intereses de la minoría hispánica-criolla. El episcopado, después de un momento de desorientación y compromiso con los conquistadores (1512-1528), tomó una actitud de franca independencia de la "clase encomendera" y defendió valientemente al indio, pero, de hecho, su defensa fue ineficaz (1528-1544). Ayudado por la Corona, lanzó un último ataque en la defensa del indio (1544-1528), para abolir el sistema de la encomienda, o al menos el servicio personal; pero nuevamente la "clase encomendera" impuso su temple, y el fracaso fue radical, sobre todo en el caso de los obispos "lascasianos". Por último, adoptó una posición de franca defensa del indio, pero sólo supervisando y ayudando a la función propia del Fiscal de la Audiencia. El episcopado será así el Protector nato del indio "de hecho", pero no ya "de derecho" (2) p.107

Martín de Azpilcueta, Doctor Navarro, Maestro de Santo Toribio

Martín de Azpilcueta Jaureguízar C.R.S.A. (Barásoain, Reino de Navarra, 13 de diciembre de 1492-Roma, 21 de junio de 1586) https://es.wikipedia.org/wiki/Martín_de_Azpilcueta

 

Semblanza. Nació en el seno de una familia noble agramontesa de origen baztanés. Hijo de Martín de Azpilcueta y de María de Jaureguízar, oriundos de los palacios de sus apellidos situados en el valle de Baztán.

En 1509 inicia estudios de Filosofía y Teología en la Universidad de Alcalá, fundada entonces por el cardenal Cisneros, donde permaneció durante 4 años. Graduado en ambas ciencias, cursó después Derecho Canónico en la universidad de Toulouse, la más famosa en aquel tiempo para el estudio de esta disciplina. Obtuvo la cátedra de Cánones de dicha universidad a la edad de 26 años, impartiendo clases en dicha universidad, así como en la de Cahors.

Durante su estancia en Toulouse se ordenó sacerdote, regresando a Navarra en 1523, a pesar de las ofertas recibidas para permanecer en dicha universidad. En el viaje de vuelta, se detuvo en Roncesvalles, cuyo prior era en aquel momento Francisco de Navarra, donde tomó el hábito de la Orden de Canónigos regulares de san Agustín cuando contaba 30 años de edad.

En compañía del prior de Roncesvalles pasó a la Universidad de Salamanca en 1524. Estando en Salamanca, y aún antes de obtener en ella cátedra alguna, fue promovido por Carlos V a una plaza en el Consejo Real de Navarra y le concedió también una canonjía en la catedral de Pamplona, aunque rehusó ambos cargos. En Salamanca se vio obligado a doctorarse de nuevo en Cánones, pues esta universidad no aceptaba los grados obtenidos en otras.

Fue catedrático en Salamanca durante catorce años, en el transcurso de los cuales asistió en cierta ocasión a escucharle el emperador Carlos V, ante el cual disertó acerca del origen democrático del poder. Formó discípulos, entre los que se cuentan Diego de Covarrubias (1512-1577), el jurisconsulto portugués Arias Pinelo, Francisco Sarmiento y Pedro de Deza (1526-1600).

Por orden del emperador pasó a la Universidad de Coímbra (Portugal), recién fundada por los monarcas portugueses. Una vez allí, el rey Juan III le concedió en 1538 la cátedra de Prima de Cánones y una renta anual de ochocientos cincuenta ducados, además de una chantría en la catedral de aquella ciudad.

Durante su estancia en Coimbra, además de su actividad docente, ejerció influencia en la vida pública portuguesa como consejero y confesor de personalidades ilustres. Fue consultado acerca de diversos asuntos por los tribunales de la Inquisición y se le quiso dar un obispado, lo cual rehusó. Después de dieciséis años de docencia en aquella Universidad, determinó abandonar aquel reino para emplearse en el estudio y en las tareas necesarias para la publicación de sus obras.

Tras jubilarse en 1555, regresó a Navarra para acoger a tres sobrinas suyas huérfanas. En su viaje se detuvo en Valladolid, donde la princesa regente Juana le encargó la visita de dos monasterios. Uno de ellos era el de San Isidoro de León, que ya había visitado veinte años atrás. En esta ocasión se le encomendó dar solución a las diferencias que los religiosos del monasterio tenían con su abad, cumpliendo dicho cometido con gran prudencia.

Ya anciano, en 1568, fue enviado por Felipe II a Roma, donde permanecería hasta su muerte, para encargarse de la defensa del también navarro Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo y cardenal primado de España, acusado de herejía ante el tribunal de la Inquisición. Concluido el largo y complejo proceso durante el pontificado del papa Pío V, y gracias a la brillante defensa del Doctor Navarrus, Carranza, que iba a morir poco después de conocer la sentencia, fue al fin absuelto de los cargos que se le imputaban.

Azpilicueta estuvo propuesto para ser elevado al cardenalato dos veces, pero lo impidió la oposición de Felipe II, que actuaba en Roma por mediación del cardenal Francisco Pacheco y del embajador Juan de Zúñiga.

Junto con el trabajo que requería la defensa del arzobispo de Toledo, y la edición en latín de muchas de sus obras, ingresó como consultor en el Supremo Tribunal de la Penitenciaría, a propuesta de Pío V y de Carlos Borromeo. Fue también muy estimado por los pontífices Gregorio XIII y Sixto V, quienes acudieron con frecuencia a Martín de Azpilcueta en busca de consejo acerca de materias muy diversas.

Una vez fallecido, conforme a su voluntad, fue sepultado en la iglesia de San Antonio de los Portugueses de dicha ciudad.

Pensamiento Considerado a la vez como teólogo, jurisconsulto y economista. Autor de numerosos ensayos. Perteneció a la llamada Escuela de Salamanca junto con otros jesuitas, dominicos y franciscanos, muy anteriores a los fundadores de la Economía Clásica (Gran Bretaña, siglo XVIII, Adam Smith y sus seguidores, entre otros), que se tienen generalmente como iniciadores de la economía moderna, sin serlo.

Se ocupó de los efectos económicos de la llegada de metales preciosos de América, siendo el primer formulador de historia de la teoría cuantitativa del dinero; hizo notar la diferencia existente entre la capacidad adquisitiva del dinero en los distintos países según la abundancia o escasez de metales preciosos que hubiera en ellos. Define lo que se llamó la teoría del valor-escasez en los siguientes términos: «Toda mercancía se hace más cara cuando su demanda es más fuerte y su oferta escasea».

Por otro lado, condenó el préstamo con interés usura y a los especuladores que tenían ánimo de lucro, por considerar que impedían el correcto funcionamiento del mercado orientado hacia el bien común.

Obras Las principales obras de Martín de Azpilcueta, muy estimadas por teólogos y canonistas de todos los tiempos, son:

  • Manual de Confesores y Penitentes, publicado en Coimbra en 1553, obra que fue numerosas veces reproducida tanto en castellano como en latín. En 1569, aparecieron unas "Additiones al Manual"
  • De Usuras y Simonía (1569, acompañando a las "Additiones al Manual").
  • Tratado sobre las rentas de los beneficios eclesiásticos, "De redditibus beneficiorum Ecclesiaticorum...", que alcanzó numerosas ediciones a partir de su primera publicación en Valladolid (1566).
  • Comentario Resolutorio de Cambios.
  • Enajenación de las Cosas Eclesiásticas.
  • Comentario sobre los expolios de los clérigos.
  • Cuatro Comentarios de Regulares.
  • Tratado de las Horas Canónicas y de Oración.
  • Tratados del Rosario.
  • Silencio en el Oficio Divino.
  • Capitulo Inter Verba.
  • Capitulo Humanae Aures,
  • Tractatus de Finibus Humanorum Actuum,
  • Tratado de Penitencia,
  • Tratado de Indulgencias y Jubileo,
  • De Rescriptis,
  • Tratado de Juditiis, etc.

Sus obras completas se publicaron en Venecia (1598) bajo el título de "Compendium horum omnium Navarri operum".

Bibliografía

Mariano Arigita y Lasa. El doctor navarro don Martín de Azpilcueta y sus obras : estudio histórico crítico. Analecta Editorial. Pamplona, 1998.

Premio Martín de Azpilcueta Desde el año 2004 el Gobierno de Navarra, a través del Instituto Navarro de Administración Pública, convoca anualmente el Premio Martín de Azpilcueta para trabajos de estudio e investigación sobre las Administraciones Públicas, el sector público de Navarra y el Derecho Civil Foral de Navarra.

Enlaces externosWikisource en español contiene obras originales de Martín de Azpilcueta. http://www.larramendi.es/i18n/consulta_aut/registro.cmd?id=3112 Martín de Azpilcueta en la Biblioteca Virtual de Polígrafos de la Fundación Ignacio Larramendi

RELACIÓN CON MOGROVEJO: Maestro de Santo Toribio en Salamanca fue Martín Azpilcueta, el doctor Navarro, primo de san Francisco Javier. Probablemente fue alumno del célebre Fray Luis de León, pues justo los años en que se matricula para el doctorado en el Colegio San Salvador de Oviedo (1571-1575) explicaba el tratado De Legibus.

La Universidad de Coimbra era fruto del afán cultural del monarca lusitano, Juan III, quien había solicitado a Ignacio de Loyola misioneros para la India y a Salamanca profesores para Coimbra. Como fruto del primer pedido saldrá San Francisco Javier, de la Sorbona de París; como respuesta a lo segundo, saldrá su tío Martín Azpilcueta, el célebre Doctor Navarro, quien al ser nombrado canciller de la Universidad de Coimbra se llevará consigo por 20 años a su amigo Juan de Mogrovejo. Los dos regresarían a Salamanca los últimos años de su vida. De 1564 a 1566 no hay constancia de que Toribio cursase estudios en el alma mater salmantina por lo que parece que estaría en Coimbra, acompañando a su tío el Dr. Juan Mogrovejo. Tales fechas coinciden con la preparación de los manuscritos de su tío para la imprenta, los cuales, al desaparecer los Colegios Mayores, pasaron a la Biblioteca  del Palacio Real de Madrid. Uno de ellos, titulado Variarum resolutionum liber de 451 folios, con fina caligrafía, fue copiado por el sobrino Toribio. A pesar de no encontrar dato alguno en los libros de matrícula de la Universidad de Coimbra, nuestro protagonista aprovecharía el tiempo para conocer el funcionamiento de la Universidad, sus cátedras, sus maestros, el ambiente cultural de la ciudad y para vivir en familia con el eminente catedrático su tío Juan y sus amigos; uno de éstos fue el doctor Juan Yáñez quien le ayudará en Compostela para licenciarse en Derecho Canónico.

BIOGRAFÍA ECLESIÁSTICA DE SANTO TORIBIO EN 1868 Basilio Sebastián Castellanos


Biografía eclesiástica completa : vidas de los personajes del Antiguo y Nuevo Testamento, de todos los santos que venera la Iglesia, papas y eclesiásticos célebres ... / redactada por una reunión de eclesiásticos y literatos ... ; revisada por una comision nombrada por la autoridad superior eclesiástica y protegida por el Sr. D. Antonio de Posada Rubín de Celís
Vol. XVI-XXX, redactada bajo la dirección de Basilio Sebastian Castellanos de Losada. Vol. XIII-XXX, imp. de Alejandro Fuentenebro, pp. 178-189
En la Biblioteca de Humanidades de la Universidad de Navarra A 057.664 

DIGITALIZADA

sábado, diciembre 17, 2016

Santo Toribio de Mogrovejo en Lambayeque. Monseñor Esteban Puig Tarrats

Santo Toribio de Mogrovejo en Lambayeque

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Por: Monseñor Esteban Puig Tarrats

En la primera evangelización del Perú tuvo importancia capital la labor pastoral de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, II Arzobispo de la Ciudad de los Reyes (Lima). Visitó su extensa diócesis en tres memorables visitas pastorales, pueblo por pueblo donde, en el tiempo señalado para realizar Sínodos y Concilios, los convocaba y realizaba en el lugar donde se encontraba de Visita. Célebre y de gran fruto pastoral fue el III Concilio Límense (1582).  Convocó Tres Concilios y Trece Sínodos en: Yungay (1585), Chachapoyas (1586), Yauyos (1588), Lima (1592), Piscobamba (1595), Huaras (1598). Las Actas de dos de ellos (probablemente uno se celebraría en Lambayeque) se perdieron. Tenía gran cariño y afecto con los pobres a quienes entregaba parte de su vajilla de plata, regalo del Rey Felipe II. Repetía. "Oh pobre que me enriqueces, oh hambriento que me sacias…" hasta tal punto era así de dadivoso que le dio, a un sacerdote muy pobre, la camisa de seda que llevaba puesta. Dejó la Iglesia de su Diócesis organizada en Doctrinas (parroquias)  con abundantes frutos de vida cristiana. Trovador de la Señora. Bautizó a Santa Rosa de Lima, conoció a San Martín de Porras y a San Juan Masías, San Francisco Solano, estrellas luminosas de la santidad que, a los treinta años, aproximadamente, de la evangelización, brillaron con luces propias en el cielo  del Perú.

Los primeros contactos con Lambayeque lo realiza cuando desde el puerto de Paita (11 de marzo de 1581) por tierra, atravesando el desierto de Sechura, entra al primer pueblo de su diócesis: Jayanca.  No es una visita pastoral en el sentido clásico del término sino el primer contacto de la tierra y de su gente. Desde Zaña envía un poder y dos bulas papales (Gregorio XIII) al Licenciado Antonio Gutiérrez de Ulloa, para que en su nombre tomara posesión de su sede limeña.

Los caminos de Dios son inescrutables. Es en Lambayeque donde la presencia y actividad de Santo Toribio tiene lugar un hecho providencial. Al cabo de 25 años que estuvo en el Perú, entregó su alma al Creador en Zaña. El arco de su vida terrena comienza y termina en Lambayeque.

El 12 de mayo de 1581, Santo Toribio entra en Lima. Desde el primer día parte para el partido de Nazca para conocer el sur de su diócesis y, sube a Huánuco para completar el conocimiento de la sierra. Así empieza su andadura de Padre y Pastor por cerros, cruzando ríos, sufriendo los calores de la costa norte, las gélidas punas y los nebulosos recovecos de la selva misteriosa. Así, pueblo tras pueblo, sin descanso ni cansancio siempre rompiendo muros, derribando brechas y abriendo caminos al ritmo firme de sus pisadas de apóstol. "… sin atender a más que al servicio de Nuestro Señor…"

El primer contacto con Lambayeque, se dio cuando pasaba de camino para su Sede de Lima. La visita plena, la visita pastoral en sí al departamento actual de Lambayeque, tuvo lugar en su 2a. Visita (1593 – 1598).

Desde la fugaz estadía en Trujillo, sube a Lambayeque (marzo 1594) donde visitará, una tras otra, las doctrinas de: Íllimo, Túcume, Mochumí, Chiclayo (ciudad), Ferreñafe, Reque, Monsefú, Eten. Las visitas a los pueblos constituían, además del aspecto religioso y espiritual, un censo minucioso de sus moradores, número de confirmados, bautizados, el estado de la fábrica, de las iglesias, hospitales, cabezas de ganado lanar y vacuno, obras comunales… la situación en lo religioso y social son la falsilla donde se recogerán todos los datos, sin dejar uno.

San Pedro de Lambayeque. En Lambayeque residían dominicos y varios clérigos (sacerdotes diocesanos). Muchos de ellos eran hijos de criollos y habían estudiado en los colegios que existían en Lima, en el Seminario fundado en Lima por él y algunos en la famosa Universidad de San Marcos.

Desde los primeros tiempos de la llegada de los misioneros, evangelizaron Lambayeque franciscanos. Santo Toribio obligaba a que los sacerdotes supieran la lengua propia del lugar. Muchas veces en el diario de las visitas se lee: "Sabe la lengua". "Sabe poco la lengua".

Estando en Lambayeque, recibe la noticia de la muerte de su santa madre.

Santo Toribio escribe al rey una carta conmovedora ante la muerte de su madre. "De Lambayeque llanos de la ciudad de Truxillo a 10 de marzo de 1594 años. Pocos días ha, he recibido diez y seis cédulas de vuestra majestad….Y, como en los contentamientos y alegrías de este mundo suelen muchas veces mezclarse dolores y trabajos y persecuciones…tuve aviso de esta Corte de la muerte de mi madre, de que tuve el sentimiento que la razón a ello me obliga…"

San Francisco de Chiclayo formaba parte del partido de Trujillo con 12 doctrinas además de una conjunta en Mórrope – Pacora a cargo de clérigos que atendían Reque. Los franciscanos llegan a Chiclayo y Eten en el año 1581. Tenía unos 700 indios según el padrón de los sacerdotes que, varias veces, no coincidían con los de los encomenderos que rebajan el número para no pagar los tributos. Sin embargo, no faltaron encomenderos generosos y desprendidos. Uno de Chiclayo, dejó para el Hospital 1.500 a 2 mil pesos. Una cantidad respetable.

San Martín de Reque. El diario anota: "Había mozos de 18 años para abajo, 578 y 128 mujeres de todas las edades y estados". Mucho dice de la piedad de la gente, la siguiente anotación: Un cacique mandó decir cada sábado una misa cantada en honor de la Virgen María de limosna en cada un año y 100 fanegas de trigo. El cacique se llamaba Diego Chimoy.

Monsefú ("Monzebú") "Se dice cada sábado una misa de cofradía y en las festividades de Nuestra Señora se dice otra misa cantada con sus vísperas, darse limosna de dos patacones en cada una.

Santa Magdalena de Eten. Son pocos los datos ofrecidos en la Visita que realizó Santo Toribio de Mogrovejo. Sabemos –nos dice Fernando de la Carrera, cura párroco de Eten, testigo judicial del famoso suceso del  "Niño del Milagro" (1649) y compilador de la  lengua Yunga (Mochic) (1614)- afirma: "Estos indios, pues, que dicho inca llevó de los valles, desde aquellos a estos tiempos, conservan su lenguaje materno. Y aunque saben la serrana, hablaban la suya más de ordinario que otra, y es forzoso que el cura que los doctrina la sepa"

Santa Lucía de Ferreñafe. Pocos datos se conservan. El fenómeno del Niño, arrasó con muchos papeles y documentos. Sin embargo se conserva una curiosa anécdota. Estando Santo Toribio, se le presentó un español que le llevaba una pintura de Medoro. Al entregársela a Santo Toribio, le manifestó que él había sido confirmado por su Señoría en Ferreñafe siendo de corta edad.

En la tercera visita pastoral (1605 – 1606) tiene deseos de llegar de nuevo hasta Lambayeque, pero Dios tenía otros designios.  A principios de 1606, se encuentra en Trujillo. Visita Mocupe y  Guadalupe.

Santiago de Miraflores de Saña. Era Vicario de la Villa de Zaña el clérigo Miguel Jerónimo. A principios del año 1606, Santo Toribio, alojado en el convento de los Agustinos de Guadalupe (Trujillo), está enfermo. Insisten que se quede allí pues la enfermedad es de muerte. Sube penosamente a su cabalgadura para visitar Chérrepe, pasar por Reque y llegar hasta Zaña donde se acomoda en la casa parroquial. EL Jueves Santo, a las 3 y media de la tarde, apretando fuertemente el crucifijo, muere entregando su alma a Dios. Cuando murió Santo Toribio en Zaña, el 23 de marzo de 1606,  lo enterraron en la Iglesia Matriz. Durante las honras fúnebres contrataron a 6 músicos indios de Lambayeque (ciudad) para que tocaran y cantaran en el funeral.

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