lunes, abril 27, 2020

Mons. Carlos Castillo, arzobispo de Lima, destacala mirada ancha y la creatividad renovadora de Santo Toribio

Mons. Carlos Castillo, arzobispo de Lima, destaca la mirada ancha y la creatividad renovadora de Santo Toribio

 

Saludos enviado en el día de la fiesta y para el homenaje que los pueblos de Mayorga y Zaña tributarán al santo antes de MISA TELEVISADA EN VIVO DESDE LA ERMITA DEL SANTO EN MAYORGA el lunes 27 de abril a las 12 m desde el canal https://www.youtube.com/channel/UCmf0FiWakQZsztNfmErOxQA

Queridos amigos de la arquidiócesis de Valladolid, especialmente Señor Arzobispo, Reverendo Padre Jesús Manuel.

Me dirijo a ustedes con cariño desde la arquidiócesis de Lima, sede del gran arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, eximio pastor y misionero, para decirles que es una gran alegría celebrar la fiesta de Santo Toribio que es el día en que fue enterrado en Lima. Nuestra alegría es grande porque llegaron los restos desde Zaña y por eso se celebra la fiesta en fecha diferente de la fiesta universal

El santo Padre Francisco nos recordó que Santo Toribio era como Moisés siempre mirando a la otra orilla. Esa imagen que está plasmado en un cuadro del Vaticano San Pedro, Roma, nos dice que, en momentos difíciles siempre, Toribio tuvo una mirada ancha, lejana capaz de resolver múltiples problemas inmediatos.

La figura de Santo Toribio es muy importante porque supo mirar la grandeza de este país, de su arquidiócesis enorme y supo ir resolviendo problema por problema caminando en un éxodo permanente en todo el territorio del arquidiócesis

Hace poquito que estuve en Chachapoyas y el obispo me dio su báculo para presidir la Misa. Yo rehusé porque me pareció que era una especie de usurpación y me dijo "no, tome usted, porque usted viene de Lima y hace 400 años que no viene un arzobispo de Lima a Chachapoyas", cosa muy impactante y es que Toribio supo pasar múltiples veces por cada pueblo, tratar con la gente, escuchar sus demandas, adentrarse en sus problemas escribir legajos, y defender a la gente en sus problemas y sugerirle con sus sacerdotes los modos distintos que hay que emplear para vivir y anunciar el Evangelio

Yo quiero simplemente saludarles en este día porque ustedes se van a hermanar con el pueblo de Zaña y allí donde nació y donde murió son dos pequeños lugares, el del pesebre y el de la cruz. Murió haciendo su entrega generosa como nos dijo el Papa Francisco. No murió detrás de un escritorio sino consolado por la chirimía de un indio que le permitió morir en paz y realizando la tarea cumplida como Jesús, cumpliendo la voluntad del Padre; y nos dijo claramente: "Ojalá nosotros muriésemos de esa manera".

El tiempo que vivimos es sumamente difícil y tenemos que crear formas nuevas de Iglesia capaz de renovar la evangelización y el testimonio cristiano

Santo Toribio nos abrió a una Iglesia creadora, sinodal, con sus distintos sínodos capaz de poder hacer lo adecuado y justo para la evangelización en el momento adecuado; no por medio de una rigidez seca sino por medio de una creatividad profunda,  llena de calor, llena de vida. E implicó a toda su familia, en la cual nació como Grimanesa y todos sus parientes para indicarnos que todo lo debemos entregar al Señor

Que Dios bendiga a Mayorga, que Dios haga posible que todos estemos siempre unidos y en el compartir del camino espero un día visitarlos especialmente Monseñor Blázquez y a todos ustedes. Y así un día en medio de esta pandemia que ojalá superamos podamos crear nuevas formas de vivir la fe y así poder durar en la historia.

Dios los bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

+ Mons. Carlos Castillo, arzobispo de Lima, 27 de abril del 2020

CARDENAL BLÁZQUEZ, ARZOBISPO DE VALLADOLID, DESTACA CELO PASTORAL DE SANTO TORIBIO, 2020

"SANTO TORIBIO ESTUVO MARCADO POR UN CELO APOSTÓLICO PASTORAL INCONTENIBLE"

Mensaje de saludo por SE Cardenal, Mons. Ricardo Blázquez, Arzobispo de Valladolid, 27 de abril del 2020

Saludo cordialmente al Sr. Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, y a la diócesis entera, y también quiero saludar al párroco de Mayorga y a la diócesis de Valladolid. Hoy nos une en la distancia de un océano una figura realmente formidable Santo Toribio de Mogrovejo nacido en Mayorga que murió en Zaña y yo tengo que reconocer que es una de las figuras que me resulta más admirable y a la que me encomiendo con frecuencia; de hecho, aquí tenemos una representación de Santo Toribio de Mogrovejo y tuve también la suerte de visitar su sepulcro dos veces en la catedral de Lima. Es realmente para mí una figura señera, un espejo espléndido de pastores. Él nació el año 1538 en Mayorga y murió e año 1606 en Zaña durante la tercera visita pastoral a la inmensa diócesis de Lima. La oración colecta que rezamos aquí en la memoria litúrgica de nuestra diócesis, especialmente subrayamos dos dimensiones del ministerio pastoral de Santo Toribio de Mogrovejo.

Damos gracias a Dios Nuestro porque por medio de él ha acrecentado a su iglesia mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad; son dos dimensiones que caracterizan a nuestro santo al que nos une a la diócesis de Lima y a la diócesis de Valladolid. Él está marcado por un celo apostólico pastoral incontenible; él llevaba interiormente un impulso, un ardor, una dedicación, una entrega sin reservas al ministerio que había recibido. Él fue recibido para Lima siendo laico; también cerca de donde estamos nosotros en Valladolid, nació vasco de Quiroga el primer obispo de Michoacán México que también fue elegido para ejercer el ministerio de Michoacán siendo laico; se repite también en aquel tiempo, pensemos, la historia de san Ambrosio y cual es el desarrollo ministerial de la vida apostólica de Santo Toribio. En los 25 años que duró su ministerio en la arquidiócesis uno se siente sorprendido y abrumado por las obras que desarrolló. El primer seminario de lo que aquí llamamos Nuevo Mundo precisamente lo fundó Santo Toribio de Mogrovejo. El durante los años de su ministerio y unos 15 los dedicó a recorrer la diócesis en las visitas pastorales. Y podemos comprender que a través de que, a través de montes muy escarpados, ríos, camino sin camino, iba visitando todos los lugares. Cuando se ve la figura de Santo Toribio de Mogrovejo a mí me viene constantemente aquella imagen del papa Francisco, fue un obispo que olía o veja, él estuvo siempre en medio de su pueblo, entregando su vida sin condiciones, cerca de los pobres; fue, sin duda, la catequesis una de las ocupaciones en la pastoral de Santo Toribio; fue como como la niña de sus ojos.

Durante varios siglos han utilizado, el Sr. Arzobispo de Lima a quien de nuevo manifiesto mi respeto y mi afecto, él conoce mejor cómo durante varios siglos uno de los catecismos en dos grados mayor y menor que redactó Santo Toribio de Mogrovejo estaba escrito en tres lenguas en castellano, quechua y aymara, para que pudieran llegar la misma palabra, las mismas expresiones, el mismo afecto; para que lo pudieran sentir como propio y él se esforzó en aprender las lenguas nativas para poderse comunicar  también en la cercanía y en el afecto que la lengua materna nos otorga a todos. Entre los miles de niños que él confirmó se cuenta también Santa Rosa de Lima yo también tuve la oportunidad de visitar su iglesia allí en Lima que es uno de los lugares más emblemáticos, uno de los lugares donde nos sentimos todos especialmente alentados por la fuerza, por el entusiasmo, por la vida apostólica

Santo Toribio de Mogrovejo fue un pastor que sin duda pue3de ser incluido entre los doce grandes misioneros y grandes pastores. Es un motivo de satisfacción para Mayorga, para Valladolid el poder celebrar la fiesta de Santo Toribio de Mogrovejo junto con ustedes los de Lima no solo el 23 de marzo cuando murió sino también el día 27 de abril que lo celebramos también aquí como memoria de la diócesis. De nuevo le manifiesto mi afecto, mi enhorabuena, porque no hace mucho tiempo que fue nombrado arzobispo de Lima precisamente Monseñor Carlos Castillo a quien manifiesto mi afecto y a toda la diócesis. Me siento feliz porque hoy podemos conectar las dos orillas del Atlántico por este ejemplo de pastores, integérrimo  en la defensa de la moral cristiana, discípulo siempre sacrificado de la verdad, no hubo resquicios en su vida para la corrupción, él fue un pastor que transparentó a Nuestro Señor Jesucristo de una manera vibrante, humilde, perseverante, sacrificada, Se entregó en cuerpo y alma al ministerio que inicialmente cuando le fue propuesto él se resistía pero pensándolo ante Dios aceptó  para bien de todos, para bien de la diócesis de Lima y también  como honor de nuestra diócesis de Valladolid. Cuántas actividades, tres concilios provinciales, con las diócesis sufragáneas, diez sínodos diocesanos para que el celo apostólico de los sacerdotes, la dedicación cristiana en el día a día. Y él va a morir rodeado de indígenas y también de sacerdotes porque justamente para entonces había convocado uno de los sínodos. Murió en una coincidencia feliz en jueves santo. Yo encomiendo mi misterio en la diócesis de Valladolid a Santo Toribio de Mogrovejo y me alegro mucho de poder enlazar a través de nuestro santo admirable nuestras dos diócesis, Lima y Valladolid. Un saludo cordial a todos.

martes, abril 14, 2020

EL VIRREY TORRESY EL ARZOBISPO MOGROVEJO FRENTE A LA PESTE DE SU TIEMPO

EL VIRREY TORRES Y EL ARZOBISPO MOGROVEJO FRENTE A LA PESTE DE SU TIEMPO

 

José Antonio Benito

 

Esa formidable novela de "Los novios" de Manzoni que registra la terrible peste que asoló Milán comienza apelando a la Historia "como una guerra contra el tiempo, pues hace revivir los olvidados hechos del pasado" y, al encontrarse con un cartapacio de documentos le sabía mal que una historia tan hermosa hubiese de permanecer, a pesar de ello, desconocida; porque, como historia, puede que el lector opine otra cosa, pero a mí me había parecido bella, como digo, muy bella".

La historia como maestra de la vida nos brinda lecciones para agradecer el pasado, servirnos en el presente y proyectarnos con esperanza hacia el futuro.

También a mí, recluido como tantos en mi casa, me han parecido muy bellos estos dos testimonios vividos en nuestro Perú virreinal y se los comparto. Sus protagonistas, el séptimo virrey don Fernando Torres y Portugal, Conde Villar-don-Pardo y el segundo arzobispo santo Toribio Alfonso Mogrovejo, quienes debieron enfrentar su "covid" con la terrible peste general denominada de "las viruelas" de 1589 a 1591.

 

Del primero contamos con una dramática carta dirigida al Rey Felipe II un 19 de abril 1589 dejó testimonio de su interés por la salud de los nativos así como procurar medidas que pudiesen paliar las lamentables consecuencias de la peste (viruela, sarampión o romadizo).

 

"Señor,// Escrito tengo a Vuestra Majestad la enfermedad que comenzó a tocar en la provincia de Quito de viruelas y sarampión de que comenzaba a morir alguna gente y particularmente iba haciendo daño en los naturales y que avisaría de lo que adelante sucediere y habiendo esta pestilencia, que así le llaman, por haber destruido y muerto mucha suma de indios que es la gente a quien el rigor de ella se endereza más, en particular ha venido cundiendo por diversas partes encaminándose a estas provincias y en la cuenca de Loja y Paita se fue acrecentando su furia y ha llegado, con mucha más, hasta la ciudad de Trujillo, dejando los valles de su distrito tan arruinados que se han asolado muchos pueblos con pérdida notable de sus moradores.

Según de todo esto me ha dado aviso en esta manera y aunque desde el comienzo he puesto el cuidado necesario en el reparo que ha parecido convenir visto lo que se va entendiendo, lo he puesto mayor y con los medios más eficaces que en semejantes casos suelen aprovechar, ordenando a todos los corregidores en sus distritos que con mucha diligencia acudan a la cura y el amparo de los dichos indios y provean las medicinas y sustento conveniente de las cajas de las comunidades donde está el dinero que para esto se aplica, ocupándose ellos y los demás ministros en solo lo que a esto conviene con puntualidad y diligencia que semejante conflicto ha de menester para reparar el daño irremediable que se espera de todos los llanos donde está la viruela toca y a vuelta de ella un tabardete pestilencial que a ninguno da que escape.

Ordené también a los dichos corregidores los remedios que os médicos de esta ciudad parecieron convenientes, a los cuales hice juntar para ello y con acuerdo de los más experimentados se hace la cura que conviene a los enfermos en todas las partes donde llega este mal y que los encomenderos acudiesen a sus repartimientos y ayudasen a esto con la diligencia posible y mandé que fuesen a esta ciudad algunos de los dichos médicos para que con la misma entendiesen el cumplimiento de estas cosas y al corregidor de ella y a los demás de ciudades y pueblos de españoles se les ordenó que pusiesen la guarda y el reparo necesario en la con los pueblos que estuviese tocados de esta peste de manera que aplicándose todos los medios humanos quedase el disponer el suceso a la voluntad de Nuestro Señor que se sirva por su misericordia de aplacar su ira.

Me han escrito que en las provincias de arriba casi en un mismo tiempo ha tocado otra enfermedad de tos y romadizo con calentura de la cual aunque hubo días que en Potosí enfermaron de ella más de diez mil indios y algunos españoles no ha hecho hasta ahora daño notable allí ni en el Cusco y Huancavelica donde de presente anda de ninguna manera de estas enfermedades mueren hasta ahora españoles y esos mozos nacidos en este reino, Nuestro Señor guarde a Vuestra Majestad, en Lima 19 de abril 1589"[1].

El doctor Uriel García Cáceres en su interesante artículo "La implantación de la viruela en los Andes, la historia de un holocausto" [2] rescata, además, la actuación del mismo virrey frente a las epidemias que asolaron a los nativos para aliviar las epidemias simultáneas de viruelas, sarampión y tabardete a los indios de los pueblos de Surco, Lati y Lurigancho por haber en ellos muchos enfermos y morirse casi todos. En otro documento similar del AGN de Lima, da cuenta de otra epidemia igualmente terrible en los pueblos de Matucana, Surco y San Mateo donde nombró a un cirujano, don Francisco de Velásquez, para que atendiese a los enfermos. Resulta, que en esos tiempos, las enfermedades con brotes cutáneos, como la viruela y el sarampión, eran atendidas por los cirujanos, llamados latinos, que tenían estudios universitarios, todas las enfermedades llamadas externas, como viruela y sarampión, eran de competencia de estos profesionales de la salud; pues los doctores, llamados físicos, que ostentaban el título de mayor rango académico, no estaban para atender vulgares males supuestamente cutáneos.

Del segundo, del Arzobispo Santo Toribio Mogrovejo, contamos directamente con el testimonio de sus secretarios en el "Diario de la Visita"[3] que mencionan en dos momentos la peste general o "viruelas". Cuando visita Carabayllo en julio de 1593 anota que "Halló que hay, según dijeron los curacas y el dicho Padre, después de las viruelas, sesenta indios tributarios, y ocho reservados y doscientos indios de confesión y doscientas y cuarenta y cinco ánimas chicas y grandes". Más adelante, en octubre de 1593, al pasar por el pueblo de San Sebastián de Huaraz, refiere que "confirmó Su Señoría la vez pasada [1585] en esta doctrina, antes de la enfermedad de las viruelas, 2430 personas".

De otra parte, su inseparable ayudante Sancho Dávila, declarará  en 1595: "Por abreviar y darse prisa no confirmaba sentado, como otros Prelados hacían, sino haciendo en la Iglesia muchas hileras de los indios e iba por cada una confirmando en pie, sufriendo su hedor, que en algunas partes era insufrible, y algunas veces confirmaba a las mil ánimas juntas…En especial, en el tiempo de las viruelas y peste general que hubo en este reino, que por estar todos los indios en sus casas caídos con la dicha enfermedad, se andaba el dicho señor Arzobispo de casa en casa, a confirmarlos, sufriendo el hedor pestilencial y materia de la dicha enfermedad"[4].

Queda claro que las dos supremas autoridades del Perú, el virrey y el arzobispo, fueron conscientes del mal que tuvieron enfrente y lo combatieron de modo real, comenzando por el ejemplo en servicio de los demás.



[1]  Leviller R. Gobernantes del Perú, cartas y papeles. Tomo XI (El Virrey Conde del Villar, 2ª Parte). Madrid: Imprenta Juan de Peyó; 1925. p. 207-8.      

[3] BENITO, J.A. Libro de visitas de Santo Toribio (1593-1605) (Colección Clásicos Peruanos, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial 2006

[4] GARCÍA IRIGOYEN, C. Santo Toribio  Lima, 1904, II, p.134

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