domingo, diciembre 10, 2023

De laico a líder eclesiástico: la trayectoria de Santo Toribio de Mogrovejo y su conexión con Santa Rosa de Lima

De laico a líder eclesiástico: la trayectoria de Santo Toribio de Mogrovejo y su conexión con Santa Rosa de Lima

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Abigail Villantoy GómezEn la historia eclesiástica de América Latina, el laico se destaca por su singular ascenso a líder eclesiástico en el Nuevo Mundo. Su relación con la primera santa del continente, ofrece una perspectiva única sobre la espiritualidad y el contexto social de la época en Lima.

PorAbigail Villantoy Gómez 10 Dic, 2023 01:37 p.m. PESanto Toribio de Mogrovejo representa una figura extraordinaria en la historia de la Iglesia en América Latina, al ser un laico que fue designado Arzobispo de Lima en una época donde el ascenso eclesiástico estaba normalmente reservado para miembros del clero. (Composición Infobae Perú)

Cada16 de noviembre se conmemora el nacimiento de Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo, una figura trascendental en la historia eclesiástica de Lima y de América Latina. Originario de España, Santo Toribio emprendió un viaje excepcional desde sus inicios como laico hasta alcanzar una de las posiciones más elevadas en la Iglesia Católica del Nuevo Mundo. Antes de su nombramiento en el arzobispado de Lima, se destacó como profesor y como juez en el Tribunal de la Inquisición de Granada. Su competencia y ética captaron la atención del rey Felipe II, quien en 1579 lo escogió para liderar la arquidiócesis de Lima, una decisión que rompía con las convenciones de la época y resaltaba la confianza en sus habilidades para implementar reformas importantes en las Américas.

Santo Toribio es especialmente recordado por su intensa labor pastoral y su impacto en la evangelización del Perú. No solo se le reconoce por su ascenso al episcopado, sino también por su ferviente compromiso con los derechos y el bienestar de las comunidades indígenas. Entre sus logros más notables está la fundación del primer seminario en América, una iniciativa que refleja su dedicación a la educación y su visión progresista. Hoy en día, su legado revive en la conciencia colectiva, consolidándose como un pilar en la identidad religiosa y cultural del país.

De profesor y juez a Arzobispo de Lima: Toribio de Mogrovejo y su inusual historia eclesiástica

El hecho de que Toribio de Mogrovejo no fuera sacerdote en el momento de su nombramiento como Arzobispo de Lima es uno de los datos más llamativos de su biografía.

En esa época, su nombramiento fue inusual porque la mayoría de los obispos católicos comenzaban su carrera dentro del clero y poco a poco iban ascendiendo a través de los distintos rangos eclesiásticos. Sin embargo, Toribio contaba con una formación en Derecho y era un laico destacado quien servía como profesor en la Universidad de Salamanca y como juez en el Tribunal de la Inquisición en Granada.

Su designación, autorizada por el rey Felipe II de España, estaba en parte impulsada por su reconocida virtud y sus habilidades legales y administrativas, que fueron vistas como necesarias para reformar y administrar la diócesis de Lima que, en ese momento, era la más grande y compleja del Nuevo Mundo debido a su rápido crecimiento y a los problemas sociales que enfrentaba debido a las injusticias contra la población indígena.

¿Cómo fueron los inicios de Santo Toribio en el Perú?

Santo Toribio de Mogrovejo, al asumir el arzobispado de Lima en 1581, se encontró con una diócesis necesitada de atención en infraestructura y organización. Con decisión, se embarcó en una profunda labor de evangelización y reforma eclesiástica, impulsando una transformación que comenzó con la reorganización parroquial y la creación de nuevas sedes para una gestión efectiva y cercana a la comunidad.

Entendiendo las diferencias culturales y la diversidad lingüística del virreinato, el arzobispo abogó por una Iglesia inclusiva, promoviendo espacios de culto acogedores tanto para indígenas como para españoles. Fue pionero en fomentar la liturgia y realizar ceremonias en lenguas autóctonas, para una mejor comprensión y vivencia de la fe católica por parte de la población nativa.

En el campo eclesiástico, convocó y presidió el Tercer Concilio de Lima, que jugó un papel crucial en la estandarización de la doctrina mediante la elaboración de catecismos trilingües y una legislación eclesiástica coherente con las realidades del Nuevo Mundo. La gestión de Santo Toribio se caracterizó por una integración del evangelio con el respeto a la identidad cultural de los pueblos a los que sirvió.

¿Qué medidas tomó Santo Toribio para proteger los derechos de las comunidades indígenas?

El arzobispo de Lima fue un firme defensor de la mejora de las condiciones de vida y trabajo de los pueblos indígenas. Se erigió como un decidido opositor al sistema de la encomienda, un régimen que imponía a los pueblos indígenas una labor forzada y en condiciones frecuentemente inhumanas en beneficio de los colonizadores españoles. También, enfrentó con determinación otros sistemas de explotación laboral como la "mita" y el "yanaconazgo", buscando reformas que aliviaran el arduo yugo impuesto a los nativos por estas prácticas.

Durante el Tercer Concilio de Lima, Santo Toribio impulsó la implementación de normativas para la protección de los derechos de los indígenas, por lo que instó a los miembros del clero a reconocer y responder a las necesidades de esta población.

Con una visión integral de la educación, Santo Toribio alentó el aprendizaje de lectura y escritura, así como la capacitación en variados oficios entre los indígenas, especialmente la juventud, con el propósito de su desarrollo moral y cognitivo. Esta visión educativa se materializó en la fundación de colegios y seminarios, legado de su compromiso con la educación y formación sacerdotal.

Santo Toribio realizó una extensa misión pastoral de alrededor de 40,000 kilómetros alcanzando a comunidades y tribus aisladas. En el transcurso de su recorrido, el santo atravesó territorios anteriormente inexplorados y estableció contacto con pueblos indígenas que nunca antes habían tenido interacción con personas de origen europeo. (InfoCatolica)

Además, aprendió con gran esfuerzo los idiomas nativos de la región que estaba evangelizando, como el quechua y el aymara, algo inusual para un alto dignatario eclesiástico de la época, revelando un singular compromiso con el proceso de evangelización y comunicación respetuosa con las culturas locales.

¿Cómo afectaron los viajes a pie de Santo Toribio a la difusión del cristianismo?

Era común en esa época que las figuras eclesiásticas de rango se desplazaran en carruaje o a caballo. Sin embargo, la decisión de Santo Toribio de viajar a pie fue intencionada, buscando un mayor contacto con el pueblo y mostrando un ejemplo de humildad y sencillez. A lo largo de su servicio como Arzobispo de Lima, realizó no menos de tres visitas pastorales, en las cuales recorrió más de 40,000 kilómetros por el virreinato, una distancia equivalente a la circunferencia del planeta.

Estas travesías a pie por el Virreinato del Perú, que duraban meses e incluso años, lo llevaban a través de los Andes, selvas y desiertos. Toribio enfrentó adversidades como enfermedades, el clima extremo y la hostilidad de algunos grupos, además de la incomodidad de viajar por caminos poco desarrollados y peligrosos.

Durante estos viajes, Santo Toribio visitaba comunidades aisladas, donde administraba los sacramentos, organizaba la construcción de iglesias, promovía la creación de infraestructura eclesiástica y se encontraba con los fieles, muchas veces olvidados o marginados por la sociedad colonial predominante. Sus extenuantes jornadas se convirtieron en una parte integral de su legado y son testimonio de su incansable labor evangelizadora y su cercanía con los habitantes del Perú colonial.

La obra de Santo Toribio, que tuvo lugar en una época donde los medios de transporte y comunicación eran limitados, destaca por el esfuerzo físico y espiritual que implicó desplazarse a través de un vasto territorio con el objetivo de cumplir su misión evangelizadora. (Arzobispado de Piura)

¿Qué rol jugó Santo Toribio en la formación de Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres?

Santo Toribio de Mogrovejo tuvo una influencia decisiva en la administración de sacramentos como el bautismo y la confirmación en su diócesis, la cual se extendía más allá del actual territorio peruano hasta partes de otros países de Sudamérica.

A través del artículo "Santo Toribio de Mogrovejo en Quives" de José Antonio Benito se relata sus extensas visitas pastorales. Fue él quien administró el sacramento del bautismo a Isabel Flores de Oliva, quien sería después conocida como Santa Rosa de Lima, logrando así consagrar a Rosa en la fe católica, preparándola para una vida dedicada a la religión. Asimismo, se sabe que en 1591 confirmó a San Martín de Porres en la fe, dados los deberes inherentes a su cargo arzobispal y los usos litúrgicos de la época.

Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres vivieron en la misma época y en el mismo entorno geográfico que Santo Toribio, lo que facilitó su interacción directa con el arzobispo. Por ende, la responsabilidad de Santo Toribio en el bautismo y confirmación de quienes se convertirían en santos es reflejo de su misión episcopal en el Virreinato del Perú.

lunes, octubre 30, 2023

Toribio: el santo leonés que construyó el primer Santuario Mariano en el Nuevo Mundo

Toribio: el santo leonés que construyó el primer Santuario Mariano en el Nuevo Mundo

LA CRÍTICA, 24 FEBRERO 2021

Por Pilar Riestra

Este santo leonés (conocido como Santo Toribio de Mogrovejo) nació en Mayorga en 1538, estudió Derecho en Santiago de Compostela y se doctoró en Salamanca. Impartió clases en Coimbra durante dos años y ejerció como Magistrado en Granada, pero, por deseo expreso de Felipe II, (...)

... fue elegido arzobispo de Lima siendo todavía laico, por lo que recibió las órdenes menores y mayores en Granada y la consagración episcopal en Sevilla en 1580.

La diócesis de Lima era más extensa que algunos de los reinos de Europa. Su territorio ocupaba algo más de la mitad de la Península Ibérica. A pesar de su enorme dimensión, Toribio la visitó tres veces. Su primera visita, duró siete años, y el motivo principal fue que nuestro futuro santo aprendió el quechua y algunos dialectos locales para entenderse con los indios. Como entró en sus míseras chozas y habló con ellos, pudo comprobar que casi todos estaban bautizados, pero no vivían como cristianos. Se esforzó en que comprendieran su dignidad como personas, que eran hijos de Dios igual que él y que los sacerdotes a los que estaban encomendados, si bien, con frecuencia, estos últimos defendían los abusos de los encomenderos con los indios, por lo que tuvo que corregirlos con gran energía.

De hecho, fue al final de su último viaje cuando enfermó en Saña Grande, una comunidad india. Ya llevaba más de un cuarto de siglo de trabajos agotadores, siempre muy unido al Señor, por lo que deseaba unirse definitivamente a Él; y cuenta la leyenda, que ha llegado a nuestros días, que prometió un regalo al que le confirmase que iba a morir de aquella dolencia, y al parecer fue el antiguo hechicero indio el que no sólo se lo confirmó sino que le aseguró que no viviría más de tres días. Y así fue, atendido por uno de sus misioneros, tomó el crucifijo y mirándolo comenzó a cantar el salmo 114 y al llegar a Dominus factus est adiutor meus, dejó de respirar. Era el 23 de marzo de 1606, sus restos fueron trasladados unos meses después a Lima, beatificado en 1679 y canonizado en 1726.

Toribio construyó el primer santuario dedicado a la Virgen María y sobre todo, llevó las necesarias reformas establecidas en el Concilio de Trento en el primer Concilio de Lima, en 1582, que "fue como el concilio Tridentino de América, en el que logró restaurar la verdadera disciplina" (Enzo Lodi, LOS SANTOS DEL CALENDARIO ROMANO, Ed. SAN PABLO, 2ª edición, 1992, p.115).

El concilio de Trento se celebró en uno de los momentos más controvertidos, problemáticos y dolorosos de la Historia de la Iglesia. "El Papa Paulo III (1534-1549), comprendió que un concilio ecuménico constituía el único camino para llevar adelante la reforma de la Iglesia. Carlos V deseaba ardientemente la reunión del concilio, con la esperanza de que sirviera para rehacer la unidad religiosa de Imperio. Pero esta perspectiva y el fortalecimiento del poder de Carlos que ello supondría, bastaba para que el otro gran monarca católico de Europa, Francisco I de Francia, en guerra casi continua con el emperador, no sintiera el menor entusiasmo por la convocatoria conciliar. La inauguración tuvo lugar el 19 de diciembre de 1545, muy tarde, sin duda, para tener serias probabilidades de ser un concilio unionista con los protestantes.

Además, el mes de septiembre de 1549 se suspendió el Concilio al trasladarse su sede a Bolonia, con el fin de sustraer la asamblea de la influencia de Carlos V, cuya relaciones con el Papa distaban de ser cordiales (baste recordar que la victoria de Carlos sobre los luteranos en Mühlberg fue recibido en la Curia Romana con más miedo que alegría).

Su segunda etapa continuó de nuevo en Trento, el 1 de mayo de 1551, bajo el nuevo Pontífice Julio III. La presencia de los reformados en este concilio puso de manifiesto cuán difícil era la restauración de la unidad cristiana, después de más de 30 años de escisión religiosa. De nuevo, motivos políticos, en este caso la traición del elector Mauricio de Sajonia, obligaron a suspender otra vez el concilio en 1552. Fue una interrupción que duró 10 años, todos los que duró el papado de Paulo IV. Volvió a reanudarse el concilio con Pío IV en 1562. Esta etapa duró dos años escasos pero sirvió para llevar a término la gran empresa reformadora. El 4 de diciembre de 1563 fue clausurado el concilio de Trento y el Papa confirmó todos sus decretos por la bula Benedictus Deus, el 26 de enero de 1564." (Muchas de las palabras de las frases del texto original han sido modificadas y el orden de dichas frases alterado, pero lo he entrecomillado, debido a que los datos están tomados exclusivamente de José Orlandis, Historia de la Iglesia, Ed. RIALP, 2001, pp.122 y ss.).

Toribio convocó sínodos con el objetivo de formar a sus sacerdotes y que éstos impartiesen catequesis constante a niños y adultos a los que, con razón, Enzo Lodi, llamado los "indios de Toribio". Tal era su amor y dedicación por los indios y su defensa frente a los abusos de los encomenderos, que llegó a ofrecer su vida con motivo de la peste, al punto que el concilio plenario americano del pasado siglo le declaró "la lumbera mayor de todo el episcopado americano", entre otras razones, por la claridad de su doctrina y su celo pastoral que le llevó a publicar el Catecismo en quechua y en castellano, a fundar colegios en los que compartían enseñanzas los hijos de los españoles y de los indios, a construir "hospitales y escuelas de música para facilitar el aprendizaje de la doctrina cristiana, cantando.

Quien tenga la suerte de tener entre sus manos un fascículo del Catecismo salido del Tercer Concilio Limense, aprenderá a llamar mejor evangelización que colonización a la principal obra de España en el continente recién descubierto." (Francisco Pérez González, Dos Mil Años de Santos, Ediciones PALABRA, 2001, Tomo I, p.358).

Pilar Riestra

https://lacritica.eu/pilar-riestra/autor/26/?p=2

viernes, octubre 20, 2023

PANEGÍRICO DE SANTO TORIBIO POR EL VENERABLE P. Pablo María Guzmán Figueroa (Guanajuato 1897-Ciudad de México 1967) EN 1954

Venerable Padre Pablo María Guzmán Figueroa (Guanajuato 1897-Ciudad de México 1967)

Fue un misionero sin fronteras porque no solo trabajó en México sino en otros países de América Latina como Perú y Bolivia además de visitar en dos ocasiones Japón. En la ciudad de Lima fue nombrado director espiritual del Seminario Santo Toribio (1953-1959), cargo en el que acompañó a muchos jóvenes en su camino hacia el sacerdocio.

https://www.religionenlibertad.com/blog/16119/p-pablo-ma-guzman-figueroa-msps.html

https://www.facebook.com/p/Padre-Pablo-Mar%C3%ADa-Guzm%C3%A1n-Figueroa-100071784488723/?paipv=0&eav=AfY2blAYSp-ebBph0gM-FBxCeGJFdcxiiKCruLN8C_3ri1F4i9O35Ih08CsXrA4sjX4&_rdr

Panegírico de Santo Toribio en la fiesta del santo el 27 de abril de 1954

Renovabis, (Lima, mayo-junio 1955, 273-27

Santo Toribio de Mogrovejo

"Ecce sacerdos magnus, quie in diebus suis placuit Deo" "He aquí un gran sacerdote que agradó a Dios en sus días"

Para expresar las glorias del Sacerdote sería preciso una voz que gozara de los privilegios de la Palabra Eterna; un corazón que fuera un trasunto del Corazón Sacerdotal de Cristo, una luz divina que pudiera sondear los secretos que Jesús tuvo al establecerlo.

Pero ha sido un instrumento débil y pequeño el escogido en esta ocasión, por la obediencia, para exaltar las glorias del sacerdocio, vivido intensamente y en su plenitud por un gran santo, que, siendo admirado del mundo entero, goza entre nosotros de singular amor, por haber sido el que dios escogió para fecundar con su santidad sacerdotal esta egregia arquidiócesis de Lima

Hablaré, sin embargo, con un grande entusiasmo porque lo hago en nombre de Dios, y porque a falta de otra elocuencia ofrecerá la de mi amor al Sacerdocio, la de mi amor al Padre y Pastor, y la misma elocuencia del Gran Santo Toribio que sigue hablando después de muerto con la grande elocuencia de las almas glorificadas.

Invocando la gracia del Espíritu Santo y la intercesión de la Santísima Virgen, trátate de cumplir mi misión en este día glorioso.

Ecce sacerdos magnus

No me detendré a narrar con pormenores la Obra de Santo Toribio que nos es bien conocida. Más bien quiero penetrar un poco en aquellas fuentes secretas y divinas que alimentaron esa vida, haciéndola tan fecunda y tan santa. Quiero estudiar al sacerdote y al obispo santo.

La santidad esencial reside en Dios. Los ángeles y los bienaventurados la cantan en un trisagio eterno. Pero en su infinita bondad Dios quiso participarla a sus criaturas cuando resolvió hacerlas a su imagen y semejanza, cuando resolvió darles un Redentor y llenarlas de su Espíritu.

La santidad querida por Dios para todos: haec est voluntad Dei, Sanctificatio vestra, la exige y la comunica con especial amor al sacerdote.

Para ello quiso tenerlo en contacto constante con el altar donde se perpetúa el sacrificio del Calvario y donde se vuelven a vivir las grandes escenas del Cenáculo al establecerse la Eucaristía y el sacerdocio y la que contempló la efusión plena y grandiosa del Espíritu Santo el día de Pentecostés.

Es evidente que a quien debía tocar las osas santas y celebrar el gran sacrificio eucarístico se le exigiera la santidad.

Pero como Dios no pide sin dar, para esas almas reserva sus gracias especiales. Seguramente que durante los años que precedieron a su ordenación sacerdotal, recibió Santo Toribio gracias muy grandes para su alma y que supo corresponder a ellas; pero yo quiero contemplar el principio de su gran carrera, aquella que debía consumar una muerte gloriosa en el altar en que fue ungido sacerdote y donde celebró su primera misa.

Se habla de fusiones maravillosas de las almas con Dios; por ejemplo, cuando se comulga y en ciertas circunstancias de la vida, pero esa fusión del sacerdote eterno Cristo Jesús con sus elegidos, con sus sacerdotes, el día de la unción sacerdotal, es algo inefable.

No es una unción pasajera expuesta a las vicisitudes de voluntades tornadizas, es la unión perfecta e indispensable que participa de la eternidad, - "Tú es Sacerdos in aeternum"

Es la entrega sin arrepentimiento de Jesús Sacerdote a su elegido, es la unión divina del amor substancial, que al consagrar al sacerdote lo hace entrar de lleno en los secretos de Amor de la vida trinitaria.

Siempre el sacerdote será "alter christus" que atrae la mirada complacida del Padre y el fuego abrasador del Espíritu Santo que ha de fundir al alma sacerdotal, uniéndola en un abrazo llamado a ser eterno. De allí se desprende y así se explica el gran secreto de la fecundidad sacerdotal.

Santo Toribio fue el sacerdote grande que complació al Señor, por el grande amor y devoción con que se acercaba al alar de su misa, por su grande espíritu de sacrificio, por su grande celo por las almas. Su unión con Dios lo santificó y le dio su fisonomía.

Su unión con el Padre Celestial

Todo sacerdote es llamado padre, pero el obispo refleja de un modo especial la paternidad divina. El sacerdote es padre de almas y precisamente por serlo, necesita más alimentar su alma con ese amor delicado que procede de aquel Padre de las luces de quien se deriva toda paternidad en el cielo y en la tierra y que quiso dejar abundantemente en el Obispo.

Amor paciente y compasivo, amor que estimula levantarse cuando se ha caído y a luchar con denuedo para mantenerse cuando se ha ido fiel. Estímulo para sus empresas.

Ese fue el amor de santo Toribio para sus sacerdotes, hijos predilectos y poroso su generación será ante todo una generación sacerdotal.

Fundó el Seminario según las disposiciones del Concilio de Trento y puso su corazón en él, logrando comunicar su espíritu a una pléyade de sacerdotes a través de los tiempos. Será siempre una gloria para nuestro santo su intensa labor sacerdotal.

Su unión con Cristo

Lo llevó a una perfecta transformación en Él, buscando la gloria del Padre y la salvación de las almas. ¿Quién no admira el celo ardiente de santo Toribio que lo hizo recorrer miles de leguas por caminos difíciles para visitar a sus ovejas?

Como Cristo quiso vivir crucificado no sólo por su grande espíritu de sacrificio sino también por aquella paciencia con que soportó las penas íntimas que acompañaron su misión episcopal. Él pudo decir como san Pablo: "Christo confixus sun Cruci" … No podemos ni siquiera imaginarnos una vida tan fecunda como la de santo Toribio sin asegurar que fue fruto de su inmolación voluntaria que lo configuró a Cristo crucificado.

Nuestro grande obispo que fue al mismo tiempo pastor, misionero, legislador y, sobre todo, santo, supo de las amarguras de la cruz, pero también de sus gustos exquisitos y recónditos.

El, como san Pablo, supo de las luchas interiores, de los peligros en los caminos, de los falsos hermanos. También él fue víctima de la incomprensión y de la envidia. Pero fiel a su maestro y a las promesas de amor que le hizo cuando fue ungido sacerdote, no se detuvo en su camino hacia el Calvario, sino que pudo llegar a victorioso para morir Crucificado con Cristo en el cumplimiento de su gran misión sacerdotal.

Su unión con el Espíritu Santo

Un alma tan enamorada de la Cruz no podía dejar de atraer sobre ella al Espíritu Santo. Si la gloria de la cruz de Cristo fue conquistar para el mundo el don del espíritu Santo toda cruz unida a la de Cristo seguirá alcanzando ese don. La vida crucificada de santo Toribio aseguró en él la presencia íntima del Espíritu Santo. El espíritu Santo fu su guía, su fortaleza y el grande organizador de su victoria. El Espíritu Santo destinado a dar testimonio de cristo, quiso darlo también a través de su fiel siervo.

Multiplicó en él los carismas, pero sobre todo lo enriqueció con sus dones, llevándolo a las alturas de la divina contemplación y consumando su santidad.

Y cuando llegó este santo a la meta de su vida, en la hora de su supremo sacrificio, quiso mostrarle también la gloria de su cruz. Por eso, Santo Toribio experimentó a semejanza de Cristo esa como paradoja de la suprema alegría en el supremo dolor.

El cuadro en que pinta la muerte del santo nos confirma esto. ¡Qué alegría al saber y al sentir que había llegado su última hora! La de unirse eternamente con su Dios. Por eso, su alma cantaba cánticos inenarrables y quiso escuchar el cando de los salmos. El éxtasis de amor en que perdió la vida temporal para comenzar la eterna fue la obra del Espíritu Santo y el premio a una via toda de amor y sacrificio.

Su amor a María

Y para que no faltara a nuestro santo el perfume exquisito de la verdadera santidad, su alma cultivó el amor a María, preocupándose por hacerla amar y dejando instituciones sabiamente organizadas que perpetuaran la devoción a María.

Pudo, con su santa vida y su celo ardiente dejar en el Corazón Inmaculado y dolorido de maría uno de los consuelos más puros, el de ver a sus sacerdotes realizando la obra de Cristo en la glorificación plena de la Trinidad Santísima, sobre todo al celebrar el santo sacrificio de la Misa donde se funden sacrificios  y amores de acá abajo con el gran sacrificio de Cristo, para alcanzar así lo que él alcanzó y poder realizar en el mundo la fórmula preciosa de la auténtica santidad que no es otra sino aquella caridad que impulsa a dar la vida por el amado.

Ecce Sacerdos magnus

He aquí la figura del gran sacerdote que agradó a Dios y ha cautivado a innumerables almas. Si quisiéramos sintetizar en una visión de conjunto la vida y la obra de Santo Toribio en una pintura que pudiera ser expuesta en la gloria del Bernini, me  parece que debiéramos representarlo en la hora suprema del santo sacrificio de la Misa, lleno de luz divina del Espíritu Santo, ofreciendo la divina víctima ofreciéndose con Ella y como fruto de esa unión y de esa ofrenda como una corona hermosísima en torno del altar, a millares de sacerdotes santos formados en su Seminario o conquistados por su celo en todo el mundo a millares de almas escogidas que por él llegaron a la gloria , pero muy especialmente a la Santísima Virgen y a los ángeles , contemplando una vez más el triunfo del sacrificio de Cristo en la santidad del sacerdocio y en la salvación de las almas.

Y, envolviéndolo todo, aquella mirada de divina complacencia del Padre Celestial. Mostrando su amor a Cristo, su amor al sacerdote y su amor a las almas.

Unamos nuestra intención a la celebrante este día, para agradecer todas las gracias recibidas por nuestro amado patrono y para suplicarle al mismo santo que nos alcance la gracia de numerosas y santas vocaciones para nuestro Seminario; de santidad sacerdotal para los ya formados y de grandes triunfos para la gloria de dios y en esta nación amada y en la Iglesia Universal. 

jueves, octubre 19, 2023

El santo leonés de América. Pilar Riestra

El santo leonés de América

Si consideramos que la provincia de Valladolid se constituyó como tal mediante el Real Decreto de 30 de noviembre de 1833 impulsado por el ministro Javier de Burgos, podemos decir que tiene razón el título; pero desde la fecha de 1833 Mayorga deja de ser leonés y se convierte en vallisoletano. La autora -siguiendo a don Manuel Giganto- es partidaria de atribuir como patria de Torio, Villaquejida.

Aduce como prueba la partida de Bautismo ¿? que se conserva en el archivo de Simancas; primera noticia que habría que verificar pues siempre se ha dado por perdida la partida y el libro de bautizos.

Como en varias menciones a san Juan Macías, se dice que Mogrovejo lo confirmó. Pienso que al llegar de adulto al Perú ya se habría confirmado. 

Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo
Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo

La Crítica, 15 Mayo 2017

Por Pilar Riestra

Durante cerca de medio siglo, Manuel Giganto, lleva estudiando miles de documentos, árboles genealógicos, visitando archivos y bibliotecas… para publicar la más importante biografía de un santo leonés, titulada: En los pequeños pueblos también nacen hombres ilustres y santos: Santo Toribio Alfonso Mogrovejo y Morán, el hombre humano, hispano y cristiano para todos los tiempos. En la presentación de su libro en Villaquejida, Manuel Giganto afirmó que el linaje de Santo Toribio está emparentado con la actual familia real española y así mismo, que nuestro santo nació en Villaquejida en 1538.

Lo cierto es, sin embargo, que todos o casi todos los hagiógrafos que he consultado, localizan el nacimiento de Santo Toribio en Mayorga. A continuación, una posible explicación.

Don Jorge Alfonso de Mogrovejo, Señor de la casa de Mogrovejo, casado con Doña Violante Coco De Robles, tuvieron a don Luis Alfonso de Mogrovejo, que casó con Doña Ana Morán de Robledo, hija de Don Bernardo Morán y Nieto, natural de Mayorga de Campos y de Doña Inés de Robledo, natural de Villaquejida, y fue, precisamente, del matrimonio de Don Luis Alfonso de Modrovejo y de Doña Ana Morán de Robledo del que nació Don Toribio Alfonso de Mogrovejo, el futuro santo. "Porque, a cuenta de un craso error cometido en su bula de Canonización, algunos autores y los propios vecinos de la localidad vallisoletana aludida, Mayorga de Campos, ha pretendido hacer de esta villa la patria chica del santo. Evidentemente no es así, por lo que trataremos de explicarles el motivo de la confusión. Lo cierto es que el sábado, 16 de noviembre de 1538, nació en el pueblo leonés de Villaquejida un sano y hermoso niño, bautizado días después con el nombre de Toribio Alfonso de Mogrovejo. Era hijo de Doña Ana de Robledo, natural de Villaquejida y de Don Luis Alfonso de Mogrovejo, de Mayorga de Campos y regidor perpetuo de aquel lugar. Precisamente de ahí parte el error, pues algunos se han empeñado en al santo en el pueblo vallisoletano de su padre. Una mentira desmontada y aclarada por muchos estudiosos, destacando en este sentido la espléndida biografía redactada por D. Raimundo Rodríguez. No obstante, Mayorga reivindicó su cuna durante siglos, e incluso la casa que allí tenían los Mogrovejo se convirtió, 1737, en ermita dedicada al santo. Pero la verdad es que Santo Toribio es natural de Villaquejida, tal como prueba la partida de Bautismo que se conserva en el archivo de Simancas" (http://cosinasdeleon.com/calle-santo-toribio-de-mogrovejo/). Quizá convenga añadir, según creo recordar, que Mayorga perteneció durante algunos años al reino de León, que Santo Toribio es el Patrono de Mayorga y que Mayorga celebra en su honor unas fiestas, que merecen la pena, el mismo día, 23 de marzo, que lo hacen en Zaña o Saña (Perú) donde falleció nuestro santo.

Aunque las comunicaciones a lo largo del siglo XVl tenían muchas limitaciones, Toribio, a pesar de desarrollar su vida pastoral en Perú debió conocer algunos de los importantes sucesos que la Iglesia vivió en aquel tiempo y cuyo marco histórico llegó a su conocimiento, sobre todo, a través de las decisiones de los diferentes papas contemporáneos de su vida.

El nacimiento de Santo Toribio coincidió con el pontificado de Paulo lll, que comprendió que la política alternativa de su predecesor de buscar el apoyo bien en Francisco l, bien en nuestro emperador, desacreditaba a la Iglesia. Igualmente, comprendió que él no podía restaurar el papado y llevar adelante la reforma que la Iglesia necesitaba, por lo mucho que podían reprocharle; pero sí tuvo el valor de convocar un concilio para conseguir dicha reforma. Concilio que nadie quería y que se había retrasado, una y otra vez, con consecuencias desastrosas para la cristiandad. En efecto, el 13 de diciembre de 1545 inició en Trento sus sesiones el Concilio, que, con interrupciones, duró 18 años. De hecho, aunque no con todo el éxito que Santo Toribio quería, aplicó en su diócesis de Perú, las acertadas propuestas y modificaciones que el Concilio de Trento había establecido.

Al margen del papado, Santo Toribio vivió el esplendor de la vida religiosa y espiritual de los cristianos del siglo XVl, al punto que el propio Paulo lll, y a modo de ejemplo de esta vitalidad religiosa, aprobó numerosas Órdenes religiosas: sobre todo, la Compañía de Jesús que tanto bien ha hecho a la Iglesia y a los hombres; pero también a las ursulinas, los teatinos, barnabitas y capuchinos.

El otro suceso, decisivo para la cristiandad, del que con seguridad tuvo noticia Santo Toribio, fue el de la batalla de Lepanto. Según una tradición bastante fundamentada, el entonces Papa, san Pío V, conoció la victoria cristiana frente al Islam, mientras rezaba el rosario y antes de que dicha victoria se produjese, de modo que hizo sonar las campanas de toda Roma adelantando el resultado triunfal del enfrentamiento naval. En cualquier caso, san Pío V consideró la influencia de la Virgen en la victoria cristiana de Lepanto y difundió el rezo del rosario.

Nuestro santo no se educó como era costumbre en las personas de su condición social en colegios eclesiásticos, sino que se doctoró en cánones por la Universidad de Salamanca, donde ejerció como profesor. Sin embargo era tal la fama de sus cualidades que el emperador Felipe ll le propuso al Papa su nombramiento como Arzobispo de Lima. El Papa aceptó, pero como Toribio no era ni siquiera sacerdote, emitió una dispensa papal que permitió a Toribio recibir todas las órdenes menores, su ordenación y la consagración episcopal, de manera que en septiembre de 1580 pudo embarcar y llegar en mayo del año siguiente a su sede episcopal.

Cuando Toribio comenzó su ministerio en Lima las normas que debía observar provenían del Concilio de Trento y de la legislación civil, inspirada en el pensamiento de Francisco de Vitoria (si bien la voluntad de los reyes españoles y aquella magnífica legislación nunca llegó a cumplirse como deseaban los reyes y establecían esas normas jurídicas).

Francisco de Vitoria, de madre leonesa, nacido, quizá, el mismo año del descubrimiento de América y de la conquista de Granada, fue el creador de la ciencia del Derecho Internacional, los principios fundamentales destinados a regir la comunidad internacional, definiendo el Derecho de Gentes como:"quod naturalis ratio inter omnes gentes constituit vocatur ius Gentium" (lo que la razón natural constituye entre todas las gentes, se llama Derecho de Gentes). Rechazó los títulos que se venían sosteniendo hasta entonces sobre la licitud de la conquista del Nuevo Mundo por los españoles. Sin embargo, no consideró ilegítima la acción española en América, sino que la depuró, rechazando títulos falsos de dominio y dejando sentado el principio de la libertad e igualdad jurídica de todos los pueblos. Más aún, incluso considerando que hubiera habido deficiencias en los títulos que originariamente movieron a la conquista de aquellas tierras, los españoles no debían abandonarlas después de que se hubieran convertido tantos y tantos indios "ni sería conveniente ni lícito al príncipe abandonar por completo la administración de aquellas Provincias ". Esta conclusión fue de gran importancia histórica, porque cuando Carlos V pensaba abandonar la acción indiana por influencia del padre Las Casas, las razones del padre Victoria le movieron a no abandonarla.

El mismo mes en que llegó Toribio al Perú tomó posesión de su cargo, ya que desde hacía seis años estaba vacante. Durante esos seis años además de que las autoridades civiles se habían inmiscuido sistemáticamente en asuntos religiosos, los encomenderos cometían muchos abusos que los sacerdotes apenas tenían fuerza para evitar. Toribio se enfrentó con decisión a esta situación por lo que sufrió envilecedoras calumnias e incluso verdaderas persecuciones.

Es necesario señalar que a los problemas aludidos Toribio debió de atender otro problema: la enorme extensión de su diócesis, aproximadamente el de media Península Ibérica. No obstante, la recorrió a pie hasta tres veces. Por lo que en Lima sólo pudo residir ocho años de los veinticuatro en que estuvo como arzobispo.

La primera de las visitas duró siete años y en la tercera, que no pudo concluir porque falleció, tuvo ocasión de bautizar y confirmar a varios millares de indios y a algunos de los grandes santos de Iberoamérica: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres (Fray Escoba), San Francisco Solano y San Juan Masías.

"Se distinguió por su celo pastoral con españoles e indios, dando ejemplo de pastor santo y sacrificado, atento al cumplimiento de todos sus deberes. La tarea no era fácil. Se encontraba con una diócesis tan grande como un reino de Europa, con una población nativa india indócil y con muchos españoles muy habituados a vivir según sus caprichos y conveniencias. Aprendió el quechua, la lengua nativa, para poder entenderse con los indios. Se mostró como un perfecto organizador de la diócesis. Reunión 13 sínodos diocesanos. Ayudó a su clero dando normas precisas para que no se convirtieran en servidores comisionados de los civiles. Visitó tres veces todo su territorio, confirmando sus fieles y consolidando la vida cristiana en todas partes. Prestó muy pacientemente atención especial a la formación de los ya bautizados que vivían como paganos. Llevado de su celo pastoral, publicó el catecismo en quechua y en castellano. Fundó colegios en los que compartían enseñanzas los hijos de los caciques y los de los españoles; levantó hospitales y escuelas de música para facilitar el aprendizaje de la doctrina cristiana, cantando" (Francisco Pérez González, Dos Mil Años de Santos, Ed. PALABRA, 2001, p. 357).

Además de Patrono de Mayorga, san Juan Pablo ll lo nombró, en 1983, Patrono del Episcopado Hispanoamericano y es también Patrono de la Arquidiócesis de Lima y de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo y quizá, con motivo de los miles y miles de kilómetros que recorrió a pie enseñando los valores que dan sentido a la vida del hombre, siempre con buen humor y cantos, es Patrono del Escultismo.

De hecho, el Concilio Plenario americano de 1900 lo denominó, totius Episcopatus americani luminare maius, ("la mayor lumbrera de todo el Episcopado americano ").

Contaba 68 años cuando cayó enfermo de gravedad, pero continuó su viaje a pie evangelizando hasta la ciudad de Zaña. Allí se cuenta que Toribio prometió un regalo al primero que le asegurara que no tenía curación. En efecto, a la persona que se lo aseguró, así como su muerte inminente, le hizo un buen regalo. Después entonó el Salmo: Laetatus sum in his quae dicta sunt mihi (Me alegro en las cosas que se me dijeron) y a continuación murió. Eran las tres y media del Jueves Santo del 23 de Marzo de 1606.

Pilar Riestra

domingo, septiembre 17, 2023

EL SANTUARIO DE POMALLUCAY Y SANTO TORIBIO MOGROVEJO

EL SANTUARIO DE POMALLUCAY Y SANTO TORIBIO MOGROVEJO

José Antonio Benito

La denominación de Pomallucay, proviene de dos voces en quechua Poma= Puma (animal felino) y Llocay= Trepar, en consecuencia y con el paso del tiempo adoptó la denominación de Pomallucay que significa trepado sobre el puma. Se ubica en el pueblo ancashino de Pomallucay, distrito de San Luis, provincia de Carlos Fermín Fitzcarrald. Eclesiásticamente, pertenece a la jurisdicción de la Diócesis de Huari, por medio de la parroquia de San Luis. Se localiza a 20 minutos de San Luis, 1 hora de Chacas, y a 5 horas de Huaraz.

Visitaba el Santo la zona para celebrar el Sínodo de Piscobamba, cuando se hospedó cerca del lugar actual del santuario del Señor de Pumallucay y que en aquel tiempo era ocupada por una laguna con totorales. El Santo mandó que los peones amarraran las acémilas cerca de la laguna, donde había monte y pasto en el sitio llamado Yanapoma. Cuando, al día siguiente, los arrieros bajaron a por las acémilas no las encontraron sino sus restos devorados por los pumas.  Cabe señalar que este animal es conocido también como león andino o puma concolor (nombre científico), es el segundo felino más grande de América y el cuarto en el mundo, después del león, tigre y jaguar, caracterizado por ser ágil, huidizo, silencioso y fuerte, evitan enfrentamientos con animales y personas; los machos pueden alcanzar los 100 kilogramos de peso, mientras que las hembras llegan hasta los 64 kilogramos; es capaz de realizar saltos de hasta 6 metros de distancia, mientras que los verticales llegan a superar los 10, esto gracias al gran tamaño de sus patas traseras; no ruge, emite sonidos muy parecidos al de un ronroneo, sus patas delanteras tienen 5 dedos cada una, mientras que las traseras solo cuentan con 4 dedos cada una.

Al enterarse del grave perjuicio, Santo Toribio, en unión de los pobladores buscó afanoso a los animales que ubicó dormidos tras el opíparo banquete proporcionado por las mulas del Santo.  El santo arzobispo no permitió que los enardecidos pobladores  matasen a los felinos, sino que se acercó a los pacíficos pumas, los acarició, y como si fuese un milagro, los feroces pumas se comportaron como gatitos indefensos. El Prelado, amante de los animales, los bendijo y amansó cargando todo su equipaje en sus lomos como si de dos mansos borricos se tratase.

También cuenta la tradición, que el Cristo de la mirada triste fue traído por los españoles y dejado en abandono en un oconal (lugar húmedo o parcialmente anegados o pantanoso) posteriormente encontrado por un poblador, que, según él, se le aparecía en sus sueños y le mencionaba  que le construyan una iglesia. Su apariencia generó un sentimiento religioso muy importante, por lo que la comunidad de ese entonces decidió construirle una capilla techada con ichu y posteriormente  decidieron trasladarlo, cuenta que constantemente regresaba al mismo lugar de siempre, tras muchos intentos al fin el Señor de Pomallucay decide quedarse en su capilla.

Al llegar a Pomallucay, lo primero que se observa es la inmensa e imponente cúpula que da la bienvenida a todos los visitantes, la estética del santuario es realmente impresionante. En su interior se observa el techo, las columnas, vitrales y los trabajos en madera con el sello único de los trabajos realizados por la familia Don Bosco que contó con la iniciativa de su fundador el querido P. Hugo de Censi, que quiso dotar al santuario de lo mejor de la arquitectura renacentista, evocando la  basílica San Pedro de Roma en el Vaticano. Fue construido entre 1995 y 1997 por voluntarios de la Operación Mato Grosso y vecinos del lugar, liderados por el párroco de Chacas, Ugo de Censi y el obispo de HuariDante Frasnelli. El plano y parte de la dirección arquitectural, por quien fuese obispo de Huari, arquitecto Ivo Baldi. Todo el trabajo de maderaje y decoración fue llevado a cabo por los artesanos y alumnos de la Escuela Taller Don Bosco, así como por obreros calificados de las provincias cercanas y voluntarios italianos.

Fiel a su estilo caritativo, construyó la Casa Santa Teresita, lugar donde muchos jóvenes, realizan trabajos de voluntariado y cuidan a los más necesitados, ancianos, discapacitados y a personas de escasos recursos económicos.

La festividad principal se inicia el 14 de setiembre, fecha especial para muchos feligreses que asisten a la fiesta del Cristo crucificado, provenientes como romeros de diferentes pueblos y provincias de Pomabamba, Mariscal Luzuriaga, Carhuás, Huaraz, Yungay, Asunción, Huari, de los poblados de Carlos Fermín Fitzcacrald. De igual modo, peregrinan en los días de la Semana Santa. Los devotos inician la romería en Acorma y culminan en el propio Santuario de Pomallucay con la celebración de una misa multitudinaria y una gran escenificación de la vida, pasión y muerte de Jesús de Nazaret.

En sus instalaciones funciona el Seminario de Pomallucay, fundado en 1995. Es uno de los seminarios salesianos más importantes del Perú, cuyos sacerdotes egresados son puestos en misión en BoliviaBrasil, y diversas provincias peruanas.

Existe una tradición vinculada con el Santo, cerca de Piscobamba, en el lugar llamado Yishpaj  por haber hecho brotar buena agua de una parte muy alta para regar el valle de Llacma o Gagananin. Como el Santo se dirigiese a pie de Pomallucay a Piscobamba y subiese fatigosamente en pleno sol de Llacma a Llumpa, se encontró con una mujer que llevaba un cántaro de agua. El prelado le solicitó por amor de Dios un poco de agua para sus acompañantes y para él mismo; la mujer se negó debido al mucho sacrificio que le costaba por traerla de un lugar muy lejano. Los caminantes reanudaron resignados la marcha y volvieron a encontrarse con otra mujer que accedió a la petición de calmar su sed. Santo Toribio, conmovido por la bondad de la mujer, le dijo: Desde ahora no tendrás que seguir sufriendo por tu agua y con el báculo golpeó la roca de donde brotó instantáneamente agua para beneficio de todos los moradores de la zona.

FUENTES:

https://perudesconocido.pe/ancash/carlos-f-fitzcarrald/pomallucay-san-luis-ancash.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Santuario_del_Se%C3%B1or_de_Pomallucay

GALBUSERA, Ambrogio: "El Melancólico Rostro- Pomallucay" (1996). Edición de la Prelatura de Huari.

miércoles, agosto 23, 2023

Santo TORIBIO DE MOGROVEJO. (1538-1606). Tumultuoso. En hagiopedia


https://hagiopedia.blogspot.com/search?q=toribio

23 de marzo de 2015

Santo TORIBIO DE MOGROVEJO. (1538-1606).

Tumultuoso.

Martirologio RomanoSanto Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima, en Perú. Laico de origen español y licenciado en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América, donde, inflamado en celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el clero, defendió con valentía a la Iglesia y catequizó y convirtió a los pueblos nativos, hasta que finalmente, en la población de Saña, descansó en el Señor.
Toribio Alfonso nació en Mayorga de Campos (León), en el seno de una familia de hidalgos. Estudió Artes y Derecho en Valladolid, de ahí a Salamanca. En 1568, se fue a vivir a  Coimbra con un tío canónigo, y después regresó a Salamanca. Peregrinó a pie a Santiago de Compostela. Consiguió una beca de colegial en San Salvador de Oviedo y allí estuvo, simple tonsurado. En 1574, a sus 36 años, el rey le nombró Inquisidor mayor de Granada, donde fue tenido como un padre y consejero, durante cinco años. No le importó que los rigoristas le llamasen encubridor. En 1577, le nombraron presidente del Santo Oficio.
Pizarro hacía poco que había conquistado el Perú, y Felipe II decidió nombrar un obispo para aquella tierras y pensó en Toribio, pues su prestigio llegó a tanto que, todavía seglar, fue considerado como la persona más apta para ser arzobispo de Lima. Durante un trimestre, vencidas las dudas, aceptó el sacerdocio como una misión (1578). Fue recibiendo, una a una, las ordenes menores y el subdiaconado. En 1579, le llegó el nombramiento consistorial. Fue ordenado diácono y sacerdote. Visitó su pueblo natal. En 1580, fue consagrado obispo en Sevilla; y marchó a Perú. Lima tenía jurisdicción en los países que se extendían entre Panamá y Río de la Plata. Su diócesis ocupaba 520 kms. en la costa del Pacífico. A su gobierno fue asociada una provincia eclesiástica que, desde Nicaragua, llegaba hasta Paraguay. 
Desde 1581, será, como arzobispo de Lima, el organizador de la Iglesia en América, y fiel ejecutor de las decisiones del concilio de Trento. Recorrió 40.000 kms. a pie o en cabalgadura; administraba por su propia mano miles de bautismos y confirmaciones, aprendió varias lenguas indígenas. Celebró 10 concilios diocesanos y tres provinciales; con una legislación adaptada que unida a la de Méjico, creó la base disciplinar eclesiástica de América hispana en el III Concilio provincial de Lima en el que se instaba a los párrocos a "ser pastores y no matarifes" y cuidaran de forma especial, amorosa y cristiana a los indios. Apoyó a sus misioneros, promocionó a sus diocesanos, sin discriminación alguna y los forma solidamente en espíritu y ciencia. Publicó un catecismo en castellano, quechua y aimará, y en dos niveles (mayor y menor). Serviría durante siglos para la catequesis parroquial.
Fundó numerosas iglesias, hospitales, seminarios, pero nunca consintió que su propio nombre fuera recordado en ninguna de sus fundaciones. Realizó tres visitas apostólicas a su diócesis, la primera duró 7 años, en la segunda, empleó cuatro y en la tercera fue más corta. Aprendió varios idiomas nativos con tal de hablarles a los indios en su lengua respectiva. Durante el IV concilio provincial (1591-1593) fundó el seminario diocesano, que fue el primero de toda América. Había dicho: "El tiempo no es nuestro. Tendremos que dar cuenta de él". Murió en pleno trabajo en la comunidad indígena de Santiago de Miraflores, en el valle de Pacasmayo, cerca del río Saña, cuando realizaba su tercera visita diocesana, a pesar de las denuncias que recibió por no estar mucho tiempo en su sede. 
Apóstol del Perú. Fue beatificado en 1679 por Inocencio XI y canonizado en 1726 por Benedicto XIII. En 1983 Juan Pablo II lo proclamó Patrono del Episcopado latinoamericano. Patrón de Perú y de Lima. MEMORIA FACULTATIVA. 

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