El Centro Fundación Telefónica, en asociación con el Museo de Arte de Lima, presentó hace cinco años –en 2007- “Devociones: Santos y santuarios en los Andes coloniales”, exposición que resalta la importancia de las imágenes de culto y de los santos locales como símbolos de identidad regional o étnica en el virreinato peruano. Esta muestra ha sido curada por Luis Eduardo Wuffarden y Ricardo Kusunoki La muestra presenta una visión sobre los roles que cumplían las imágenes y los santos, más allá de su función devota, como elementos integradores en una sociedad heterogénea y, a la vez, subraya el valor que tenían estas representaciones religiosas para los intelectuales criollos de la época en su afán de argumentar la igualdad de América con el Viejo Continente. De esta manera, se buscaba construir una identidad y cultura propias, distintas a las de la metrópoli, pero igualmente importantes. “Devociones: Santos y santuarios en los Andes coloniales” reúne obras de arte en varios soportes (entre ellos, representativos lienzos de la escuela cuzqueña, medallones de peregrinos, retablos y videos documentales) que nos hablan de la interrelación entre las diversas manifestaciones culturales en el virreinato del Perú. La exposición gira en torno a dos ejes que confluían en una sociedad tradicional: la religión y la identidad o sentido de pertenencia a un grupo. Esta exposición también se distingue por contar con un paisaje interactivo que consiste en un modelo en 3D que emula la catedral del Cuzco. Aquí, el público podrá visitar virtualmente este importante monumento arquitectónico, recorrer minuciosamente todos sus pasajes y acercarse a diversos detalles como cuadros y bóvedas. http://www.fundaciontelefonica.org.pe/novedad.asp?id_nota=540
Destacamos un extraordinario retrato de Santo Toribio. Se trata de un óleo sobre tabla, 119 x 94,5 cm de la Colección Barbosa-Stern, del Museo de Arte de Lima y que sería pintado entre 1630 y 1650. Como se indica en la nota de la exposición “es uno de los más antiguos retratos que se conocen de él. Aunque no fue realizado en vida del Prelado, seguramente deriva de alguna antigua efigie tomada “del natural” que habría servido de modelo al pintor limeño. Ello explica la ausencia de una aureola alrededor de la cabeza del personaje o de cualquier referencia a su condición de santo que sólo sería reconocida por la iglesia muchos más tarde” (1678 la beatificación y 1726 la canonización). El P. G. Leguía me informa que el cuadro se rescató de una “limpieza” de una primera capa de pintura de otra imagen de Santo Toribio y que fue descubierta a través de la prueba de Rayos X.
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