El museo de Salamanca muestra a Santo Toribio de Mogrovejo en todas sus facetas
El que fuera estudiante en la ciudad charra es la pieza central del verano
Durante los meses de julio y agosto, el museo muestra la figura de Toribio de Mogrovejo como pieza del mes. Toribio era un hidalgo no muy rico, cristiano y bien formado, del siglo XVI, por lo que cumplía con el nivel de las personas que debían ir a los colegios mayores. En cuanto concluyó sus estudios de Gramática, Humanidades y Derecho consiguió trabajo como juez inquisidor en Granada, cuando todavía era un territorio problemático y con muchas acusaciones. "Toribio no solía acusar a nadie por ser judaizante o islamizante, destacó por ser bastante leniente", explica Alberto Bescós, director del Museo de Salamanca.
Estando en Granada, y sin siquiera ser sacerdote, fue nombrado arzobispo de Lima a través del privilegio de presentación de obispos que tenían los reyes españoles. Ya en Lima, Toribio criticó mucho el modelo de las encomiendas por el trato que se les daba a los indígenas de la zona, e intentando hacer el bien entre ellos, publicó el primer catecismo trilingüe (en español, aymará y quechua) para que los sacerdotes pudieran comunicarse en su propia lengua. Otra de sus tareas fue la formación de sacerdotes: en el seminario impuso unos reglamentos muy similares a los del colegio Anaya y San Salvador de Oviedo porque "es lo que él aprendió en Salamanca e intentó reproducirlo en América", añade Alberto Bescós. En Macate, una localidad de la zona, hizo brotar agua milagrosamente de una fuente cuando los indígenas estaban dispuestos a abandonar la zona por la escasez de esta. Debido a este milagro, entre otros, a su muerte, se propuso su beatificación y canonización.
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