Santo Toribio de Mogrovejo, bajo la mirada del S.S. Francisco.
José Luis Álvarez Gonzales
Artículo finalista en el curso Curso Cátedra de Santo Toribio de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima ( 29 de noviembre de 2021)
«Obispos auténticos», «Obispos humildes», «Obispos en comunión», «Obispos custodios de la doctrina», «Obispos alegres», «Obispos no oficinistas», «Obispos no standard», «Obispos pedagogos», «Obispos de encuentro», «Obispos orantes», son expresiones usadas por el Papa Francisco cuando se dirige a sus obispos en Roma. Él, oriundo de tierras americanas que Santo Toribio conoció muy bien, redefine la imagen y el actuar del obispo que necesita nuestra Iglesia para el siglo XXI.
El presente trabajo recopilará intervenciones del Santo Padre a sus obispos, contrastándolas con la vida y obras de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, Patrono del Seminario Arquidiocesano de Lima, modelo para todos los seminaristas, sacerdotes y obispos de nuestro país, a fin de demostrar y confirmar la relevancia actual de Santo Toribio para el episcopado mundial.
Lumen Gentium enseña que el obispo es sucesor de los Apóstoles (LG 18), conserva la tradición apostólica en todo el mundo (LG 20) y realiza las labores de enseñar, santificar y gobernar (LG 25-27). En ese sentido, el Papa Francisco enraizado en la eclesiología de Vaticano II, representa un cambio de perspectiva respecto a la figura del obispo[1] y hace hincapié en su función «de fomentar la comunión misionera en la Iglesia diocesana» y entre todas las comunidades cristianas; por eso, a veces estará delante, otras veces en medio y en ocasiones detrás del pueblo encomendado (EG 31).
1. Obispo auténtico
El Papa Francisco, en setiembre del 2014, en la Sala Clementina, se dirigió a los obispos elegidos animándoles a «sentir la corresponsabilidad del ministerio episcopal y la solicitud por toda la Iglesia de Dios»[2]. Santo Toribio, a pesar de sentirse pequeño sacerdote para la gran responsabilidad que se le encargaba, se le requirió para caminar con el Pueblo de Dios[3]. De igual modo, cuando fue nombrado Arzobispo de Lima por Felipe II, "el Prudente", se tomó un tiempo de oración para asumir este encargo. «En lo profundo de su ser, recogido y sincero, humillado ante sí mismo a la luz interior de la verdad de su pequeñez, don Toribio reaccionó vivamente en contra y declinó ante Felipe II el honor y el peso del ofrecimiento»[4]. Sin embargo, después de un tiempo de oración, manifestó su aceptación al cargo: «Si bien es un peso que supera mis fuerzas, temible aun para los ángeles, y a pesar de verme indigno de tan alto cargo, no he diferido más el aceptado confiado en el Señor y arrojando en Él todas mis inquietudes»[5]. El Papa Francisco, asimismo, hizo recordar a los obispos de aquel momento en el cual asumieron el plan pensado por Dios para ellos, y les dijo: «Ya pasó el estupor suscitado por vuestra elección; se superaron los primeros temores cuando vuestro nombre fue pronunciado por el Señor»[6].
2. Obispo de comunión
Santo Toribio fue un hombre de comunión, diría el Papa, «principio y fundamento perpetuo y visible de unidad»[7]. Para mantener la unidad en todo el territorio, organizó tres concilios, destacándose el Tercer Concilio Limense (1583-1584). Durante su desarrollo se suscitaron problemas y conflictos entre los prelados. También, siguiendo las directrices del Concilio de Trento, organizó trece Sínodos Arquidiocesanos, los cuales constituyeron un arma potente para la labor pastoral. Una de las grandes herramientas para la evangelización producto de estos encuentros fue la publicación del catecismo trilingüe, en español, aimara y quechua.
3. Obispo humilde
Otra característica enfatizada por el Papa es la pobreza y la humildad de Santo Toribio. Menciona a sus obispos: «[…] amen la pobreza […] exterior como sencillez y austeridad de vida; que no tengan una psicología de "príncipes"»[8]. Este es un punto de suma importancia en la vida de cualquier sacerdote, y más aun de un obispo.
Nuestro querido Santo Obispo destacó por su desprendimiento, «el santo, aparte de haber comprado el terreno de su propio peculio, colaboró plenamente con sus rentas arzobispales en la construcción del seminario»[9].
Desde joven nuestro obispo vivió la humildad, «fue piadoso con los pobres, apacible con los ricos, fuerte con los poderosos, vigilante en la reforma de costumbres, constante en la disciplina eclesiástica, suave para todos y para sí solo severo y riguroso: jamás juzgó mal a nadie, ni dio crédito a chismes»[10]. Realmente la vida y obra de Toribio calza perfectamente con el planteamiento del Papa Francisco, al desear que el estilo de servicio al rebaño sea de austeridad y de esencialidad[11].
4. Obispo no oficinista
Nuestro Patrono fue un hombre que no se achicaba ante las dificultades geográficas y meteorológicas, recorriendo el territorio a su cargo en varias ocasiones. Se narra un episodio de la vida del Santo durante una ordenación sacerdotal cerca de la provincia de Moyobamba: «Entró en muchas partes a visitar donde jamás había entrado prelado en especial en las provincias de Chachapoyas y Moyobamba a donde ordenó a este testigo de sacerdote, caminando por caminos muy peligrosos de sierras, montañas y templos desabridos sin tener regalo ni alivio ninguno porque no era hombre que los recibía ni quería sino tratarse muy pobremente sin tener regalos»[12].
El Santo Padre anima a sus obispos a ir a los lugares más recónditos y a no tener miedo porque no se puede prescindir de los hermanos que están lejos de nuestros centros poblados[13].
El Papa niega la existencia de pastores standard y dice: «No debemos nunca perder de vista las necesidades de las Iglesias particulares a las que debemos proveer»[14].
En ese sentido, Santo Toribio «ardía de deseos de conocer a sus ovejas»[15] y «muchas veces había que dejar las monturas para ascender a pie, expuesto a la lluvia y el frio, pero todo lo superó la indomable energía del Santo y su deseo de acercarse por sí mismo a las ovejas que Dios le había encomendado»[16]. Realizó cuatro visitas pastorales en varios años enseñando el catecismo en lenguas vernaculares; también dispuso la creación del Seminario Arquidiocesano de Lima.
5. Obispo custodio de la doctrina
Santo Toribio fue un gran expositor y custodio de la doctrina, «cuando visitaba la Diócesis (...) en sabiendo, que algunos indios vivían fuera de sus pueblos, en valles, sierras o arcabuces, por excusarles el riesgo del camino, se exponía a padecerles y los iba a buscar y donde los hallaba los doctrinaba»[17]. El Papa Francisco dirigiéndose a la Congregación para los Obispos les pidió ser pastores kerigmáticos, custodios de la doctrina, «hombres que hacen accesible ese «para vosotros» del que habla san Pablo. «Hombres custodios de la doctrina no para medir cuán distante vive el mundo de la verdad que la misma contiene, sino para fascinar al mundo, para cautivarlo con la belleza del amor, para seducirlo con el ofrecimiento de la libertad que da el Evangelio»[18].
El obispo tiene como misión evangelizar de acuerdo a la realidad social y cultural del poblado. Ese es el deseo de nuestro Papa al pedirles a sus obispos «guárdense del peligro de dejar de lado las múltiples realidades de vuestro rebaño, no renuncien a los encuentros, no ahorren la predicación de la Palabra viva del Señor. Inviten a todos a la misión»[19].
De igual manera, nuestro Pastor Toribio supo ponderar la evangelización entre los asentados en el territorio, «para la población española eran días de doctrina los domingos, y días festivos. Para la población india, más necesitada de doctrina, y con menos días festivos en su calendario religioso privilegiario, se fijaron dos días laborables a la semana: miércoles y viernes; más los domingos y días festivos de los indios. Santo Toribio sigue esa costumbre, y la impone como obligación respectiva a los […] párrocos españoles y de indios»[20].
6. Pastor alegre
«¡Pastores alegres!» es el clamor del Papa a los obispos durante todo su pontificado. «Me importa solamente entregarlos a la alegría del Evangelio»[21]. Y como sucedió con los apóstoles, los invitó a alegrarse mientras se entregan por sus Iglesias particulares y a ser capaces de mirar las propias limitaciones teniendo un buen sentido del humor. «Todos debemos pedir esta gracia: Señor, dame sentido del humor. Encontrar el medio de reírse de uno mismo, primero, y un poco de las cosas»[22], mencionó el Papa.
Esta actitud alegre la vemos igualmente en el Patrono del episcopado Latinoamericano; a pesar de los caminos difíciles por los que pasaba para llegar a un poblado, igual llevaba la alegría de Jesucristo.
En palabras de Sancho Dávila: «No contentándose con andar y visitar los pueblos grandes y demás gente, sino los cortijos, pueblos y chácaras, aunque en ellos no hubiese más de tres o cuatro viejos. Con tanto gusto y contentamiento y regalo de su persona, que por cada uno parece que [pusiera] la vida»[23].
El Papa le pide a los obispos permanecer con su rebaño, «no detenerse de pasada, sino quedarse largamente, como permanece inextinguible la lámpara encendida del Tabernáculo de vuestras majestuosas catedrales o humildes capillas, para que así en vuestra mirada el rebaño no deje de encontrar la llama del Resucitado».
En ese sentido, Santo Toribio no dejaba ni un pueblo sin visitar, pasaba varios días con los indios y, cuando el camino era imposible para el paso del caballo, iba «muchas veces a pie»[24].
7. Obispo pedagogo
El Papa quiere obispos "pedagogos, guías espirituales y catequistas". Estos tienen que ser con su rebaño, «capaces de tomarlos por la mano y hacerlos salir [hacia] su Tabor, guiándoles al conocimiento del misterio que profesan (…)»[25].
Nuestro Santo, en su viaje a Calango, tuvo que pasar una noche en la orilla de un río. No había encontrado un lugar con techo donde pasar la noche, ni cama, y tuvo que acomodarse en el suelo, usar el asiento de la mula como almohada y aguantar la garúa matutina. Muy temprano continuó con su recorrido hacia el pueblo. «Llegó tan alegre como si hubiera ido en una litera. Juntó a los indios, les predicó, dijo Misa, y se puso a confirmar, y era tanta la gente que para esto había, que acabó a las cuatro de la tarde, sin haberse desayunado»[26].
8. Obispo de encuentro
El Papa no quiere obispos jefes de oficina. Por el contrario quiere pastores afectuosos con sus sacerdotes. "Entre las primeras tareas que tenéis está el cuidado espiritual del presbiterio, pero no olvidéis las necesidades humanas de cada sacerdote, sobre todo en los momentos más delicados e importantes de su ministerio y de su vida".[27]
León Pinelo cuenta acerca del Santo: «Habiéndose puesto día de Pascua de Navidad una camisa nueva llegó un sacerdote pobre a pedirle limosna y le dijo que andaba sin camisa, y compadecido el santo prelado entró en su dormitorio y se quitó la que tenía y se la dio»[28].
9. Obispo de oración
Nuestro Papa desea obispos de oración profunda. En este sentido, los obispos deben tratar las necesidades de sus pueblos con Dios y deben ser capaces de «entrar en paciencia ante Dios, mirando y dejándose mirar, buscando y dejándose buscar, encontrando y dejándose encontrar, pacientemente ante el Señor»[29].
Gran cantidad de testimonios confirman la vida de oración de Santo Toribio; por ejemplo: Juan de Guzmán Ponce de León narra «y así como llegaba a cualquier hora de día o de noche al pueblo hacía oración en las iglesias y luego hacía juntar los indios e indias chicos y grandes a los cuales hacía una plática en su lengua y les decía el catecismo de la doctrina cristiana y si acaso hallaba algún indio que vivía mal amancebado lo procuraba casar y sacarle del pecado en que estaba»[30].
Queda demostrado que lo que el santo Padre pide en Roma a sus Obispos es obrar exactamente como lo hizo Santo Toribio: un modelo de vida totalmente entregado a ser pastor de ovejas, a cuidar y a vivir entre ellas, tal como lo hizo Jesucristo hace 2000 años. Santo Toribio, pues, cumplió fielmente lo que nuestro Señor decía y hacía, ser el Buen Pastor: "Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen" (San Juan 10, 14).
[1] Muchos estudiosos entienden que el Papa Francisco representa un cambio de época de la autocomprensión de la Iglesia. Es un cambio de perspectiva, siendo él el primer Sumo Pontífice que se formó luego del Concilio Vaticano II. Cfr. E. Bueno, Eclesiología del Papa Francisco. Una Iglesia bautismal y sinodal, Fonte Monte Carmelo, Burgos 2018; S. Pié-Ninot, La Eclesiología del Papa Francisco, Atualidade Teológica 22 (2018); D. Fares, La figura del obispo en el Papa Francisco, Razón y Fe 272 (2015).
[2] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 18 de setiembre de 2014.
[3] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 19 de setiembre de 2013.
[4] V. Rodriguez Valencia, Santo Toribio de Mogrovejo. Organizador y Apóstol de Sur-América, Biblioteca Missionalia Hispánica, Madrid 1956, p.133.
[5] Carta al papa Gregorio XIII, 15 de Abril de 1580, en "Santo Toribio de Mogrovejo. Organizador y Apóstol de Sur – América", V. Rodriguez Valencia, Biblioteca Missionalia Hispánica, Madrid 1956, p. 134.
[6] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 18 de setiembre de 2014.
[7] Cfr. Conc. Vat. II, Lumen gentium, 23
[8] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 19 de setiembre de 2013.
[9] J. A. Benito Rodriguez, Santo Toribio Mogrovejo, 400 Años después Respuesta Incondicional A Una Llamada Sorprendente, Revista Teologica Limense, Vol. XL- Nº3 (2006), p. 328
[10] J. A. Benito Rodriguez, Crisol de Lazos Solidarios: Toribio Alfonso Mogrovejo, Universidad Católica Sedes Sapientiae – Perú, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte – España, Lima 2001, p. 64
[11] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 19 de setiembre de 2013.
[12] J. A. Benito Rodriguez, Santo Toribio Mogrovejo, 400 Años después Respuesta Incondicional A Una Llamada Sorprendente, Revista Teologica Limense, Vol. XL- Nº3 – 2006, p. 332.
[13] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 18 de setiembre de 2015.
[14] Papa Francisco, Discurso a la reunión de la Congregación para los Obispos, 27 de febrero de 2014.
[15] R. Vargas Ugarte S.J., Santo Toribio Segundo Arzobispo de Lima, Asociacion Hijas de San Pablo, Lima 2005, p. 25.
[16] V. Rodriguez Valencia, Santo Toribio de Mogrovejo. Organizador y Apóstol de Sur-América, Biblioteca Missionalia Hispánica, Madrid 1956, p.133.
[17] J. A. Benito Rodriguez, Crisol de Lazos Solidarios: Toribio Alfonso Mogrovejo, Universidad Católica Sedes Sapientiae – Perú, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte – España, Lima 2001, p. 127.
[18] Papa Francisco, Discurso a la reunión de la Congregación para los Obispos, 27 de febrero de 2014.
[19] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 10 de setiembre de 2015.
[20] V. Rodriguez Valencia, Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apostol de Sur America, Biblioteca Missionalia Hispánica Vol XI, Tomo I, p. 428
[21] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 10 de setiembre de 2015.
[22] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 19 de setiembre de 2013.
[23] V. Rodriguez Valencia, Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apostol de Sur America, Biblioteca Missionalia Hispánica Vol XI, Tomo I, p. 457
[24] Ibidem, p.457.
[25] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 18 de setiembre de 2015.
[26] C. García Irigoyen, Santo Toribio. Parte Primera, Imprenta y Librería San Pedro, Lima 1906, p. 321
[27] Papa Francisco, Discurso a los nuevos obispos nombrados durante el año, 19 de setiembre de 2013.
[28] J. A. Benito Rodriguez, Crisol de Lazos Solidarios: Toribio Alfonso Mogrovejo, Universidad Católica Sedes Sapientiae – Perú, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte – España, Lima 2001, p. 173
[29] Papa Francisco, Discurso a la reunión de la Congregación para los Obispos, 27 de febrero de 2014.
[30] J. A. Benito Rodriguez, Santo Toribio, Pastor De La Misericordia, Revista Teológica Limense, Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Vol. XLIX – N° /3 – 2015, Pliego Toribiano nº 8 Archivo Arzobispal de Lima. Actas del Proceso de beatificación de Santo Toribio. Sancho Dávila
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