CRESPO, Agustín. El Padre Serapio Rivero Nicolás O.S.A. «Padre Riverito»: El agustino que hizo de la sencillez camino de santidad. Lima, Orden de San Agustín: Provincia Nuestra Señora de Gracia del Perú 2022, 147 pp.
El Padre Serapio Rivero Nicolás O.S.A. «Padre Riverito»: El agustino que hizo de la sencillez camino de santidad es una biografía del "padre Riverito" (1917-2002), un fraile y sacerdote agustino, que en el día de su funeral, una multitud de personas se hicieron presentes y manifestaron la certeza de estar sepultando a un santo. Nos encontramos ante la biografía de un hombre cuya causa de beatificación está en curso.
El libro está estructurado en cuatro partes, con un prólogo escrito por Fr. Hernanis Díaz Guzmán (actual Prior Provincial de los agustinos), y una presentación del propio autor, al comienzo, y un anexo documental al final. Cabe mencionar que tanto Fr. Hernanis Guzmán como Fr. Agustín Crespo conocieron en vida a nuestro biografiado. Los tres comparten el hábito agustino. El estilo de la redacción es ágil, de fácil lectura, cautivante. Nuestro autor ha contado con el testimonio oral y escrito de personas que lo conocieron, material epistolar del propio P. Serapio que su familia conservó, otras biografías y semblanzas escritos por otros frailes agustinos, el texto de una entrevista que en 1991 Luis Urrutia (exalumno de Chosica) hizo al padre Riverito en el contexto de la celebración de las bodas de plata de la promoción que lleva su nombre, y por último, los recuerdos personales del autor. En la portada del libro, una fotografía del P. Serapio; en la contraportada, una carta de puño y letra del mismo; y a lo largo del libro, fotos que ilustran lugares, personas y acontecimientos de la vida del padre Riverito.
La primera parte Familia - Agustino - Sacerdote - Destino es una presentación biográfica clásica, dividida en 6 apartados, que van desde el nacimiento de Serapio Rivero Nicolás en 1917, hasta su llegada a la comunidad de Chosica en 1944, pasando por su familia de origen, su educación, formación, incorporación y primeros años de su vida en la Orden de San Agustín.
Su vida en Chosica es la etapa de su vida que ocupa la mayor cantidad de páginas de la obra, y están distribuidas entre la segunda y la tercera parte del libro, que distanciándose de una cronológica clásica, son como dos ventanas para que el lector pueda asomarse al "alma" del hombre. En la segunda parte Sus cartas y recuerdos, dividida en 12 apartados, el lector, de la mano del autor, hace un recorrido por fragmentos de las cartas que el P. Serapio enviaba a sus familiares, al tiempo que se aproxima a las entrañas del corazón de este hombre, de lo que amaba, lo que pensaba y lo que le afectaba, de su sensibilidad transparentadas en sus palabras, recuerdos, su modo de expresarse. Como muestra de ello, citamos unas líneas de una carta del 6 abril de 1993:
"Después de todo, gracias Señor. Gracias por unos padres tan buenos, aunque pobres. Gracias por el amor a la Santísima Virgen. Recuerdo el crucifijo que me obsequió mi madre (y que aún conservo) precisamente al cruzar la Ermita, después de rezar la Salve a la Virgen de Perales. Me vino tanta emoción que rompí a llorar como un niño" (p. 50)
Así como Jesús preguntó a sus discípulos "¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?", en la tercera parte Cómo lo recuerdan quienes lo conocieron, en la cuarta parte Salud y última enfermedad, y en los anexos documentales, se busca responder a la pregunta ¿quién dice la gente que fue el padre Riverito? La tercera parte se encuentra estructurada en una 13 apartados tematizados según los distintos grupos humanos con quienes se relacionó (comunidad religiosa, alumnos, fieles en general, legión de María, penitentes, enfermos, pobres y necesitados) o ámbitos específicos de su vida (vida cotidiana, vida religiosa, vida sacerdotal). Así, nuestro autor continúa delineando la figura del padre Riverito y el lector se asoma por esta "segunda ventana" al interior de la personalidad del padre Riverito.
A semejanza de los discípulos que respondieron cuando Cristo les preguntó quién decía la gente que era el hijo del hombre, nuestro autor, en las primeras páginas de esta parte, nos ofrece una aproximación de respuesta a la pregunta ¿quién dice la gente que fue el padre Riverito?
"Por los testimonios que nos han llegado, probablemente lo que más admiraban en él era la sencillez y humildad que, para muchos, era el rasgo que más le caracterizaba: la sencillez unida a la humildad. La suya era una santidad que no tocaba trompetas, que no buscaba placas de mármol. Era como una hormiguita silenciosa, poquito a poquito y sin parar y sin pretender destacarse. No buscaba triunfos, ni grandeza, ni aplausos. Pasó por el mundo como de puntillas, silenciosamente. Haciendo del día a día algo común y sencillo, presentando una santidad asequible". (pp. 67-68)
Estas y otras muchas líneas nos trajeron a la memoria la enseñanza del Papa Francisco acerca de los santos de la puerta del al lado:
"En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad»". (GS 7)
Fue grata nuestra sorpresa al constatar que nuestro autor hace esta misma vinculación, aunque hubo que esperar a llegar a la cuarta parte cuando dice:
"Si hoy necesitamos -como dice el Papa Francisco- al santo de la puerta de al lado… También nos es necesario el frailecito santo de la habitación de al lado". (p. 126)
Otra enseñanza muchas veces repetidas por el Papa Francisco es que el estilo de Jesús está marcado por tres actitudes fundamentales: la cercanía, la ternura y la compasión. Actitudes que también hemos encontrado en el P. Serapio.
- Cercanía: Todo esto le hacía un sacerdote algo diferente, distinto. Un sacerdote de lo cotidiano y del día a día, que venía a resultar algo grande. Era el padrecito de la gran cercanía entrañable pero desprendida a la vez" (p. 68)
- Ternura: "Siempre paseaba por los recreos y cuando veía a algún alumno solitario se acercaba para dialogar con él y saber qué era lo que pasaba, con la finalidad de escuchar, aconsejar y ayudar al muchacho". (Testimonio de María Marcela Chup Quispe, p. 81).
- Compasión: "Recuerdo que en las Misas -aunque estaba mal escoger al sacerdote con quien confesarse-, siempre había cola para confesarse con el P. Riverito, ya que desde que escuchaba la confesión no te juzgaba, prestaba atención y, a la vez, sabía cómo llegar al punto central o principal para reflexionar y darnos cuenta de nuestros errores. Su calma, su mirada, daban paz". (Testimonio de Andrea Fernández, p. 84).
La cuarta parte Salud y última enfermedad está dividida en 9 apartados que podemos agrupar en 3 secciones. Una primera abarca el último tramo de su vida en esta tierra. De esta, destacamos una pieza de oro: El emotivo testimonio de la enfermera Gladys Ramos Acasiete (pp. 112-116), en especial, las palabras y el gesto que el P. Serapio tuvo para con su comunidad en la celebración de su último cumpleaños, otro detalle significativo que tuvo para con el Hermano Severino Mayo, y su deseo satisfecho de modo sorprende por el Señor, de morir el día de Cristo Rey. A esto le sigue un segundo conjunto de apartados que corresponden al tiempo posterior a su muerte, desde el día de su sepultura hasta testimonios de personas que han recibido gracias de parte de Dios y atribuidas a la intercesión del padre Riverito. De este conjunto destacamos aquel subtítulo Velatorio, funeral, entierro y fama de santidad (pp. 118-120); y unas líneas que, a los pocos días después de la muerte del P. Serapio, escribió el P. Senén, Prior provincial de ese entonces, además de su amigo y confesor (p. 122 y en el anexo documental). La tercera y última sección de esta parte, una síntesis del autor de quién no fue y quién sí fue el P. Serapio Rivero Nicolás, y la oración privada para su beatificación. Si citamos textualmente todos los fragmentos de oro que encontramos en esta parte, haríamos muy extenso nuestro escrito. Unas lágrimas quisieron brotar de nuestros ojos al leer el gesto que tuvo el padre Riverito para con el hermano Severino:
"A inicios del mes de noviembre del 2002 decidió cambiar un poco su rutina, pidió que sus tardes, antes de las 6:00 pm lo llevaran a la habitación de uno de sus hermanos para rezar el rosario junto con él. Él decía que el Hermano Severino Mayo era uno de sus grandes hermanos que lo acompañó siempre cuando él vivía en Chosica y que quería disfrutar de su compañía. Me acuerdo mucho que cuando entramos a la habitación del Hermano Severino el P. Riverito le dijo: «Aquí estoy Severino y quiero compartir contigo estos últimos días que me quedan rezando contigo el rosario como lo hacíamos en Chosica»." (Testimonio de Gladys Ramos, p. 114)
El anexo documental contiene 5 referencias significativas y citadas en distintas oportunidades a lo largo de la obra: 3 cartas (del 10 de noviembre de 1986, del 6 de abril de 1993 y de septiembre de 1978), el texto de una entrevista del 3 de agosto de 1991, y una semblanza del P. Riverito escrito por el P. Senén González Martín, del 26 de noviembre de 2002.
Algunas consideraciones que no se encuentran escritas son ciertas felices coincidencias que encontramos entre el autor y el autobiografiado, entre el P. Serapio Rivero y el P. Agustín Crespo. Españoles, frailes, agustinos, sacerdotes, enviados al Perú. Ciertamente nuestro autor ha estado en diversas comunidades, mientras que el P. Riverito estuvo casi todo el tiempo en la comunidad de Chosica. Con todo, el P. Agustín estuvo viviendo en la comunidad de Chosica hasta que, en el 2021, por razones de salud fue trasladado a la comunidad del colegio San Agustín de Lima, al igual que el padre Riverito. La providencia de Dios nos ha permitido ser testigos de que nuestro autor replica los gestos como el que el P. Riverito tuvo para con el hermano Severino, es decir, el de visitar a sus hermanos de comunidad que se encuentran también bajo un especial cuidado médico.
Nuestra recensión ha tenido lugar en el contexto del curso de "cátedra de Santo Toribio". De ahí que juzguemos pertinente hacer una última consideración, a saber, una cierta vinculación entre el padre Riverito y Santo Toribio. Este, luego de haberse alojado unos días antes en un convento agustino en Trujillo, muere en Zaña, lugar de fuerte presencia agustiniana en aquella época. Parece pues, que aquí no acabaría el vínculo entre el Patrono del Episcopado Latinoamericano y los agustinos, pues la parroquia que está unida a la comunidad de Chosica en la que vivió el padre Riverito tiene como patrono a Santo Toribio.
A modo de conclusión, hacemos nuestras las palabras con las que Fr. Hernanis Díaz concluye el prólogo: "Que la lectura de este libro nos haga capaces de entender que la santidad es un camino en la presencia de Dios que debo hacer yo y que no puede hacerlo otro en mi nombre". (p. 14)
André Noborikawa
No hay comentarios:
Publicar un comentario