Santo Toribio Mogrovejo, custodio del patrimonio[1]
José Antonio Benito Rodríguez
Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima
Resumen:
Dentro de la acrisolada trayectoria eclesial de custodiar los bienes culturales, ocupa un puesto preferencial el segundo arzobispo de Lima y patrono de todos los obispos de América Santo Toribio Alfonso Mogrovejo. La comunicación trata de presentar el interés del prelado por los bienes culturales de la iglesia y sociedad de su tiempo. La pervivencia de sus monumentos y sus instituciones en la actualidad dan crédito de la apuesta y el compromiso con el patrimonio por el considerado padre y forjador de América.
1. Solicitud de la Iglesia por el patrimonio.
2. La trascendencia del Santo Padre de América, Santo Toribio
3. Constructor y restaurador de templos y hospitales
4. Fundador de Santa Clara y Casa de las "divorciadas"
5. Copacabana
6. Colegio-Seminario
7. Conclusión: Repara mi iglesia
1. Solicitud de la Iglesia por el patrimonio
En la bimilenaria historia de la Iglesia siempre ha estado presente su solicitud por el cuidado del patrimonio. Es más, podríamos decir que ha sido una de sus artífices:
El cristianismo ha configurado a la sociedad occidental, primero, y luego a pueblos y gentes de otras partes de la tierra por la expansión europea, desde la caída del Imperio Romano hasta la consolidación de los Estados Modernos. La historia del pensamiento, del arte y de la cultura lo confirman y demuestran, y en el listado de lugares y obras incluidas en el catálogo del patrimonio de la humanidad, desde la primera reunión de este organismo celebrada en París en 1977, encontramos ratificación de lo anterior[2].
En la Constitución Apostólica Pastor Bonus, promulgada en junio de 1988, al definir el papel de la Pontificia Comisión para la Conservación del Patrimonio Artístico e Histórico de la Iglesia, se señala que están a su cuidado, "todas las obras de cualquier arte del pasado, que es necesario custodiar y conservar con la máxima diligencia"; el artículo 102 repite que "se establezcan museos, archivos y bibliotecas [...], de forma que [estén] a disposición de todos", correspondiendo a la comisión "trabajar para que el Pueblo de Dios sea cada vez más consciente de la importancia y necesidad de conservar el patrimonio histórico y artístico de la Iglesia"; un ulterior documento del Secretariado de la misma comisión, publicado en octubre de 1992, ordenó la creación de Comisiones Nacionales para el resguardo de dicho patrimonio en todas las conferencias episcopales del mundo, lo que se ha verificado con diligencia, procediéndose a catalogar y poner en valor tales bienes en todas las naciones cristianas.
A juicio de Juan Pablo II, el patrimonio cultural y artístico de la Iglesia, que constituye un noventa por ciento del patrimonio mundial, es de un valor evangelizador incontestable, expuesto a la apreciación de los hombres de toda lengua, raza y nación, un testimonio único de la inspiración divina respecto al arte, el pensamiento y la fe.[3]
A este significativo magisterio patrimonial debemos añadir el singular aporte del Papa Francisco
Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado. Es parte de la identidad común de un lugar y una base para construir una ciudad habitable. No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio[4].
Fruto de este interés se evidencia en el ambicioso congreso internacional "Carisma y Creatividad", convocado en la ciudad de Roma, por el Antonianum los días 4 y 5 de mayo de 2022; se trata de una iniciativa conjunta entre la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y el Consejo Pontificio de la Cultura, que tiene como objeto el estudio del patrimonio cultural de las comunidades de vida consagrada en todas sus expresiones y que busca consolidar y hacer eficaz las acciones de cuidado y valoración compartidas con todos los actores que se ocupan de este patrimonio cultural[5].
Dentro de esta rica trayectoria eclesial de preocuparse por los bienes, ocupa un puesto preferencial el segundo arzobispo de Lima y patrono de todos los obispos de América Santo Toribio Alfonso Mogrovejo. Mi comunicación trata de presentar algunos aspectos de su vida, obra y misión, así como su interés por los bienes culturales de la iglesia y sociedad de su tiempo.
2. La trascendencia del Santo Padre de América, Santo Toribio[6]
Los dos papas que han visitado al Perú, San Juan Pablo II (en 1985 y 1988) y Francisco (en enero del 2018) centraron sus mensajes a los obispos en recrear la vida y misión de Santo Toribio como modelo de santidad, el primero enfatizando su espiritualidad intercultural, la coherencia de una vida santa, impulsor de los derechos humanos, forjador de comunión entre ellos y sintonía con el Papa[7]. Por su parte Francisco, al hilo de un cuadro que relata uno de sus milagros del agua, lo denominó como "nuevo Moisés" que supo cruzar orillas, las geográficas, culturales y, sobre todo, la del amor fraterno, roturando una tierra en la que germinaron santos, por lo que la denominará "Tierra ensantada"[8]. Efectivamente, el 18 de enero del 2018, el Papa Francisco se refirió al Perú con este término por los santos que forjaron Latinoamérica incentivando siempre la unión y la esperanza.
Nacido en Mayorga (Valladolid-España) en 1538 y fallecido en Zaña (Chiclayo, Perú, 1606) fue el segundo arzobispo de Lima y nombrado por Juan Pablo II Patrono de los Obispos de América Latina en 1983. El elegido - Toribio Alfonso de Mogrovejo- frisaba en ese momento los 39 años de edad y debió interrumpir sus estudios de doctorado en derecho civil y canónico por la Universidad de Salamanca al ser nombrado juez inquisidor de Granada. Sin pasar por ningún seminario, fue ordenado diácono, sacerdote y obispo en pocos meses, llega al Perú, donde desde el 1581 acomete la aventura de ser pastor de una de las diócesis más grandes del mundo, cuyo territorio se extendía del Océano Pacifico a la selva de la Amazonía y a los valles inaccesibles de los Andes, en un mundo en transformación y lleno de contradicciones.
Toribio "no perdió su tiempo": se puso manos a la obra construyendo la Iglesia, que él denominaba "la nueva cristiandad de las Indias". Trece sínodos diocesanos, tres concilios provinciales –especialmente el tercero de 1582- con sus instrumentos catequéticos como el Catecismo trilingüe ( en castellano, quechua y aymara) –primer libro publicado en América del Sur-, las Visitas pastorales, en las que llegó a cada pueblo de su dilatada diócesis recorriendo más de cuarenta mil kilómetros, son los pilares de una civilización cristiana donde las distancias entre las culturas y las tradiciones fueron encontrando en la profundización de la fe el camino de la unidad y de la identidad.
Si la Iglesia considera "padres" a los que gozan de santidad, ortodoxia, aprobación eclesiástica y antigüedad de vida (antes del siglo VIII), podemos considerar en este rubro para América a los pioneros, los del siglo XVI como Julián Garcés, Juan de Zumárraga, Vasco de Quiroga, Bartolomé de las Casas, Antonio de Valdivieso, Cristóbal de Pedraza, Juan del Valle, Agustín de la Coruña, Hernando de Trejo y Sanabria, Jerónimo de Loaysa; pero, entre todos, sobresale Toribio de Mogrovejo, como destacó en su tesis doctoral Enrique Dussel: "Los obispos de la Iglesia latinoamericana actual encontrarán en los primeros obispos de América, de toda América y en especial de nuestra América Latina, ejemplos suficientes de generosidad, pobreza, valentía, santidad y hasta heroicidad no sólo profética sino martirial!"[9]. En la construcción de la identidad del Perú, será decisivo el Tercer Concilio Limense. Gracias a su tesón y ecuanimidad, su celo y santidad, salió adelante el Concilio, instrumento privilegiado de la reforma tridentina en América en un ambiente de absoluta concordia y unanimidad entre los asistentes. Será el estatuto de la Iglesia americana (cuatro arzobispados y 17 obispados) para tres siglos. Frutos suyos serán la fundación de Seminarios (calcados del Colegio Mayor de Oviedo de Salamanca, la organización de las visitas canónicas para comprobar que todo se aplicaba, la publicación de un "Catecismo" en los tres idiomas (castellano, quechua y aymará), el "Sermonario" (guía de párrocos y predicadores), "Confesonario" (manual de instrucciones para los penitentes). Conviene subrayar como mérito excepcional de estos catecismos la traducción al quechua y aymará de conceptos sutiles y difíciles, gran parte de los cuales se tradujeron también a otras lenguas vernáculas de dentro de Perú, como la collana, cañeri, purgay, quillasinga y puquina, y fuera: en la lengua general del Reino de Chile, la araucana, en el guaraní, la mosca de Bogotá.
3. Constructor y restaurador de templos y hospitales
Tal es el sentir y el testimonio de varios de los declarantes en el proceso de beatificación. Así el P. Juan de Figueroa, OP, declara el 5 de mayo de 1659: "Y que procuró que la iglesia nueva de los indios se fundase con toda firmeza conforme a la verdadera y santa iglesia romana […] y que edificó y reparó iglesias"[10]. Un singular testimonio nos lo ofrece el labrador Gaspar Lorenzo de Rojas, quien le conoció en la visita a Yauyos y en Lunahuaná, asiento de Cataquasi, "donde el dicho siervo de Dios halló muchos indios desparramados y en sus rancherías, sin población ni iglesia y considerando que la parroquia donde estaban asignados distaba de aquel paraje cinco leguas de asperísima sierra, por lo cual mandó reducir los indios y fabricó con toda presteza un iglesia parroquial a su propia costa y este declarante vio abrir los cimientos y en una procesión llevar al dicho siervo de Dios en sus propias manos consagrada la piedra que se había de asentar primero, la cual vio poner en el cimiento al dicho siervo de Dios, a un lado del altar mayor, echándole su bendición arzobispal y poniendo debajo de ella alguna moneda como fue un patacón diciendo que había de ser una barra ".
Como compendio de su obra constructora es elocuente el dato compartido por su sobrino y sucesor, Monseñor Pedro Villagómez: "Que emprendió muchísimas y verdaderamente difíciles cosas por Dios y por la esperanza de la bienaventuranza eterna […] y puso en perfección otras muchas cosas dificultosas pues edificó de nuevo desde sus fundamentos y reedificó y reparó y enriqueció muchas iglesias y lugares píos"[11], en los cuales puso mucho trabajo y gastó y le costó muchas adversidades y halló contradicciones y contiendas. Fue Mogrovejo muy celoso del decoro de la Catedral como lo demuestran sus desvelos por mejorar su fábrica y las visitas de inventario realizadas.
En tiempos del Prelado, se erigieron dos parroquias. La primera, San Lázaro, en el barrio del Rímac, habitado fundamentalmente por indios, y la de San Marcelo que, aunque existía como capilla desde el obispado de Loayza, fue erigida como parroquia en 1584, siendo su primer párroco el P. Juan Lázaro Najarro.
El siempre bien informado Bernabé de Cobo, S.I. en su Historia de la fundación de Lima titula su Capítulo Primero: "De la mucha piedad y religión de esta república", y parece encontrarla fundamentalmente en la beneficencia y creación de hospitales. Por su parte, el historiador Miguel Rabí Chara menciona siete hospitales del tiempo que estudiamos[12]. El octavo sería creación de Mogrovejo. Aunque Lima disponía de hospitales para todos los grupos sociales, faltaban los sacerdotes. Al efecto, en 1594 se reúnen varios sacerdotes en la sacristía de la Catedral de Lima con el ánimo de fundar una cofradía, que bajo la advocación de San Pedro, para ayudar a los sacerdotes necesitados. Debido a la generosidad de los sacerdotes Gabriel Solano y el canónigo León, pudieron adquirir una casa donde se atendía a los sacerdotes enfermos desde 1598. El edificio constaba de dos patios, uno para los enfermos y el otro para los convalecientes y forasteros. El centro, que contó con el apoyo decidido del Santo, se convirtió en institución floreciente. Sin embargo, en 1671 se concedió su dirección a los Padres del Oratorio de San Felipe Neri. Con la expulsión de los Jesuitas, los Oratorianos se responsabilizaron de la iglesia y colegio de San Pablo (la actual San Pedro), trasladando a uno de sus patios el Hospital. El antiguo edificio fue traspasado a las Amparadas de la Purísima, convirtiéndose posteriormente en Escuela de Bellas Artes.
4. Fundador de Santa Clara y Casa de las "divorciadas"
Las estrechas relaciones entre santo Toribio y el Monasterio de Santa Clara se debieron entre otras razones a ser el prelado el más decidido valedor de la fundación, que se concretó en 1605. Fue decisivo el apoyo del portugués Francisco Saldaña quien donó 14.000 pesos para la obra. El 11 de agosto -fiesta de Santa Clara- de 1605 entraban las fundadoras, religiosas de la Encarnación (Justina de Guevara, abadesa, Ana de Illescas, Bárbola de la Vega e Isabel de la Fuente) a quienes se unieron doce jóvenes más. Bien pronto, le siguieron numerosas jóvenes, como una sobrina del arzobispo, Beatriz, hija de Luis de Quiñones y Grimanesa Mogrovejo, que ingresó a los pocos meses, en 1606. Incluso, alguno de los testigos como el Capitán Basilio de Vargas, de Sevilla, nos comparte cómo al visitar el convento Santa Clara "hallaron en el claustro más principal al dicho siervo de Dios Don Toribio […]solo con los obreros y oficiales que hacían la dicha obra"[13].
Las clarisas tomaron como ofensa la vecindad de la Casa del Divorcio (para mujeres separadas) y presionaron al Arzobispo para trasladar la Casa. Al Prelado le pareció pertinente la petición y, a costa del monasterio, se habilitó otro edificio ocupándolo el 24 de diciembre de 1609, en la casa de la actual Casa de Beneficencia, y donde vivieron "con admirable ejemplo, debajo del gobierno de una mujer prudente y virtuosa y de un sacerdote que les dice Misa, las asiste y las consuela", hasta 1665 en que se clausuró. Tres años después, en 1668, por iniciativa del Venerable P. del Castillo, se fundaba una casa con el mismo fin y que se denominó "Casa Real de las Mujeres Amparadas de la Purísima".
El 4 de enero del 2006 las actuales Clarisas celebraron el 400 aniversario de su fundación, constatando cómo aún hoy se profesa un gran afecto al jardín de este claustro virreinal y el pozo de la huerta en el que la tradición popular ubica el encuentro de los jóvenes y santos, la criolla Rosa de Lima y el mulato Martín de Porres. Como testimonio de su cordial afecto donó su corazón[14] y tras su muerte y entierro posterior en la catedral fue enviado al Monasterio donde hoy custodian como preciada reliquia. Se venera también una casulla procedente de Canta en 1831 por iniciativa de su sacerdote coadjutor Juan José Mesali y la abadesa María del Carmen Quita y Lozano. Completa el recuerdo toribiano la imagen de Nuestra Señora de la Peña de Francia a quien tenía tanta devoción el Santo, un lienzo con el rostro del prelado, una imagen de escayola de regular tamaño, otra pequeñita de escayola también, varios lienzos sobre la fundación del convento con la imagen del santo en uno de ellos, otro cuadro en el que aparece Santo Toribio con San Bernardo; además, una imagen orante del prelado.
5. Copacabana
En su defensa de las poblaciones nativas, Santo Toribio llamaba "sudor de los indios" las graves y constantes injusticias que se cometían contra ellas con motivo del tributo que debían pagar. Y esta imagen del sudor, que expresa el esfuerzo y el sufrimiento que agobiaba a estos pobladores inermes, se presenta con una fuerza extraordinaria en ocasión de un acontecimiento particularmente doloroso para muchos indios, que en 1590 habían sido obligados a viva fuerza a trasladarse del barrio de San Lázaro al barrio del Cercado, en la Ciudad de los Reyes, tal como se conocía a Lima en aquel entonces. La mañana del 28 de diciembre de 1591, la ermita donde la imagen de Nuestra Señora de Copacabana, esculpida en madera de cedro de Nicaragua por Diego Rodríguez, había sido cobijada luego de su traslado al Cercado desde San Lázaro junto con los indios, amaneció destechada y demolida en parte por orden del virrey Don García Hurtado de Mendoza, furioso por haberse el arzobispo Santo Toribio puesto del lado de los indios. Mientras se celebraba la Santa Misa, antes de trasladar la imagen de Nuestra Señora a la Catedral, los rostros de la Virgen y del Niño Jesús que ella llevaba en sus brazos empezaron a destilar abundantes gotas de sudor.
Presenciaron el prodigio y lo testimoniaron luego en la información jurídica del caso que fue encargada a Don Antonio Valcázar, el sacerdote celebrante, Simón Váez, el clérigo Juan de Pineda, el labrador Gaspar de Agüero, el seglar Alonso Gómez de Castro, el Padre Maestro Alonso Huerta, cura de la ermita, el Padre jesuita Juan de Aguilar, y muchos otros testigos más. De gran interés son los testimonios de los profesionales del rubro del patrimonio como Melchor de Sanabria, "pintor y oficial", Diego de Montoya, carpintero, Cristóbal de Ortega, pintor de imágenes y-Diego de Rodríguez, escultor.
La imagen fue trasladada a la catedral, colocándola en la capilla ubicada junto a la puerta del perdón. Se formó una cofradía para alentar su devoción y el propio Arzobispo costeó el retablo. Aquí estuvo hasta 1606 de donde, por las obras de la nueva catedral, pasó al altar mayor y de donde se llevó en 1633 al barrio de san Lázaro, donde sigue hasta la actualidad.
6. Colegio- Seminario
Santo Toribio, sobrino del catedrático salmantino, Juan de Mogrovejo, licenciado por Valladolid y Salamanca; conocedor además del mundo universitario de Coimbra, en Portugal, levantará el Colegio Seminario así como el Colegio Mayor de San Felipe siguiendo el patrón de los Colegios Mayores salmantinos. El recuerdo del Santo fundador está presente permanentemente en los cuatro siglos de historia: de esta institución. En primer lugar, en las imágenes: de piedra, en la portada de la capilla; de escayola, en el vestíbulo principal y en el comedor; en el interior de la iglesia hay una espléndida talla con su báculo y mitra bendecida por el Cardenal Landázuri el 27 de abril de 1979 y que fue donada por los PP. Jesuitas de la parroquia de los Desamparados. La selecta bibliografía (libros, novenas, artículos), libros con las constituciones y reglamentos del Seminario. La fiesta que anualmente organizan y que da pie a concursos académicos entre los alumnos para conocer mejor a su santo fundador. Y, sobre todo, la elevada y acrisolada espiritualidad que se vive dentro de sus muros. Recordemos que uno de los milagros atribuidos al Santo se operó con el seminarista Mateo de Rojas y Agüero, quien padecía flujos de sangre y se curó al aplicarle una reliquia de la costilla del santo, tal como atestiguan en 1684 el rector y vicerrector junto a los colegiales José Antonio Ruiz de Yantada y Juan Ortiz de Landaeta, y cuatro años más tarde, el 24 de noviembre de 1689, el Bachiller y sacerdote Juan de Llanos, Nicolás de Melgosa, vicerrector del Seminario, Álvaro de Torres Bohórquez, rector, y el propio médico Bachiller Bernabé Ortiz (15 de febrero de 1690).
7. Conclusión: Repara mi iglesia
El último terremoto del 15 de agosto del 2007 golpeó a muchos de los templos tocados por la mano santa de estos primeros evangelizadores, santos como nuestro Padre de América, Toribio Mogrovejo. Es el caso de Coayllo, Cañete, que se derrumbó totalmente, o el de Huáñec, donde se celebró uno de los sínodos del Santo, y que ha sido seriamente dañado.
Escribió Benedicto XVI en su primera encíclica "Dios es amor" que los santos son los revolucionarios de la historia "los verdaderos portadores de luz en la historia, porque son hombres y mujeres de fe, esperanza y amor" [15]. Cuando allá por el mes de diciembre del 1205, cuando Francisco de Asís salió a dar un paseo y entró a rezar en la vieja iglesia de San Damián, fuera de Asís, delante del Crucifijo puesto sobre el altar, tuvo una visión de Cristo crucificado que le traspasó el corazón, hasta el punto de que ya no podía traer a la memoria la pasión del Señor sin que se le saltaran las lágrimas. Y sintió que el Señor le decía: "Francisco, repara mi iglesia; ¿no ves que se hunde?". El Señor se refería a la Iglesia de los creyentes, amenazada, como siempre, por mil peligros, mas él entendió que se refería a San Damián y, como era rico, pensó que era cuestión de dinero. Se fue a la tienda de su padre, cargó el caballo con las mejores telas y se fue a venderlas al mercado de Foliño. Al regreso entregó el dinero a messer Pedro, el cura de San Damián, más éste no quiso aceptar, temiendo que fuese una burla, y por miedo a sus padres. Entonces Francisco decidió quedarse allí, y reparar él personalmente la iglesia y ayudar a los pobres, según sus planes.
Ojalá el presente evento signifique para todos nosotros un aldabonazo a la conciencia y unidos reparemos el patrimonio que se nos hunde. Muchas gracias
[1]Una primera versión se publicó en 2013 "La solicitud de Santo Toribio por el patrimonio religioso del Perú" Revista CONSENSUS de la UNIFE, Lima 18 (2) 63-79
[2] CAMPOS, J. "La Cultura Cristiana y el Patrimonio Inmaterial". El Patrimonio Inmaterial de la Cultura Cristiana, San Lorenzo del Escorial 2013, p. 17.
[3] Gabriel Guarda: http://humanitas.cl/html/biblioteca/articulos/d0431.html
[4] Capítulo II "Ecología cultural" de su encíclica "Laudato SI" n.143. ttp://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
[6] BENITO RODRÍGUEZ J.A.:
2001 Crisol de lazos solidarios: Toribio Alfonso Mogrovejo Universidad Católica "Sedes Sapientiae" y Ministerio de Educación y Cultura de España, Lima, 275 pp Se puede descargar completamente en internet: http://www.ucss.edu.pe/fondo/toribio.htm.
2006. Libro de visitas de Santo Toribio (1593-1605) (Colección Clásicos Peruanos, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial 2006, pp.450+ Introdu. LVI) Introducción, transcripción y notas.
2006. Santo Toribio Mogrovejo. Pasión por Perú. CEP, Lima
2016 "Santo Toribio Mogrovejo en Santa Clara: Corazón hecho "polvo enamorado" (1ª parte) Revista Teológica Limense, Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Vol. L, N° /2 –(pp. 241 –246)
2016 El Seminario de Santo Toribio en la Historia (1590-1972) (Su trayectoria vital) Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, Lima, 388 pp
2016 "Biografía de santo Toribio, santa Rosa, san Francisco Solano, san Juan Macías" Cinco santos del Perú. Vida, obra y tiempo (Arquidiócesis de Lima-Telefónica, Lima, 2016)
2019. "La Catedral de Lima y Santo Toribio" El Mundo de las Catedrales (España e Hispanoamérica) San Lorenzo del Escorial 2019, pp. 695-722.
2020 Santo Toribio Mogrovejo, forjador de la iglesia de América. Fundación Emmanuel Mounier. Colección "Sinergia", Madrid, 99 pp
[9] DUSSEL, E. El episcopado latinoamericano y la liberación de los pobres (1504-1620) México 1979. Prólogo
[10] AAL, (Archivo Arzobispal de Lima APBST (Actas del Proceso de Beatificación de Santo Toribio). Cuaderno II, ff. 17-20.
[11] Sumario y memorial ordenado por Don Pedro e Villagómez, arzobispo de los Reyes y en la Causa de la Beatificación y Canonización del Siervo de Dios el IS Don Toribio Alfonso Mogrovejo, arzobispo que fue de esta ciudad. en1662. Art.34, folio 44
[12] RABÍ CHARA, Miguel Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana. 172 años de historia (1834-2006) Lima 2006.
[13] AAL, (Archivo Arzobispal de Lima APBST (Actas del Proceso de Beatificación de Santo Toribio). Cuaderno II. Ibídem, folio 204 v.
[14]BENITO, J.A. 2016 "Santo Toribio Mogrovejo en Santa Clara: Corazón hecho "polvo enamorado" (1ª parte) Revista Teológica Limense, Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Vol. L, N° /2 –(pp. 241 –246).
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