martes, octubre 25, 2022

GRIMANESA JOSEFA DE SANTO TORIBIO

GRIMANESA JOSEFA DE SANTO TORIBIO

 

Alma, corazón y vida de la devoción morada al Cristo Moreno son las carmelitas nazarenas. ¡Cuántas plegarias, sacrificios, ofrendas en las hijas de santa Teresa y del Señor de los Milagros! ¡Con cuánta complacencia verá Jesús su vida inmolada, en el anónimo, pero fecundo silencio del claustro! Apenas conocemos algunas de las centenares de madres y hermanas que han poblado el monasterio. Singular y señera, en primer lugar, su fundadora, Sor Antonia Lucía del Espíritu Santo; procedente de Ecuador, comenzó su vida religiosa en un beaterio del Callao, pasó luego al beaterio Santa Rosa de Viterbo en el barrio Monserrat, hasta que fundó el beaterio de las Nazarenas. Su sucesora y biógrafa Sor Josefa de la Providencia convierte el beaterio en monasterio. Las primeras fundadoras -en 1730- vendrán del Carmen Bajo del supreso convento limeño que existió por la Avenida Abancay, poniendo los cimientos de este benemérito monasterio limeño que ha conjugado su carisma original nazareno con la espiritualidad carmelitana. La tercera superiora y verdadera forjadora del monasterio en los 40 años que estuvo al frente del mismo fue Grimanesa de Santo Toribio, en tiempos del Virrey Amat. Su nombre grita por los cuatro costados la afinidad con santo Toribio, pues lleva en su nombre el del santo y el de su hermana, Grimanesa, sin duda por tradición familiar. En espera de hallar más datos sobre una merecida semblanza, les comparto algunos datos sobre su trayectoria biográfica y su misión en el monasterio carmelitano nazareno.

 

Eco de su madre y de sus primeros pasos en la vida de este nuevo palomar carmelitano, lo encontramos en el Acta de la Fundación del Monasterio que se conserva en el archivo del mismo monasterio:

 

«En diez y ocho de marzo de mil setecientos treinta, a las tres de la tarde, el Excmo. Virrey Marqués de Castelfuerte pasó al Convento de religiosas Carmelitas Descalzas de Santa Ana, donde estaba el Provisor y Vicario general de Monjas en Sede vacante, el Dr. D. Andrés de Paredes y Armendáriz, Canónigo de esta Santa Iglesia, el cual, habiendo hecho las ceremonias que se acostumbran, sacó a las tres religiosas Fundadoras que lo fueron la Madre Bárbara Josefa de la Santísima Trinidad, Priora, Grimanesa Josefa de Santo Toribio, Subpriora, y la Madre Ana de San Joaquín.

Y de la clausura las entregó a las señoras que esperaban en la Portería para acompañarlas, que lo fueron la señora Marquesa de Casaconcha, que acompañó a la Madre Priora; la señora Doña María Ana de Castilla, que acompañó a la Madre Grimanesa su hija; la señora Doña María Fernández de Córdova y Sande, Fundadora de este nuevo Monasterio de Nazarenas, que acompañó a la Madre María Ana de San Joaquín; y las tres religiosas fundadoras entraron en la bávara[1] del señor Virrey, el cual siguió en otro forlón[2] de su persona, y a los lados iban a caballo el caballerizo mayor de su Excelencia y otros tres Gentiles-hombres: seguían en otros coches las señoras referidas, que acompañaban, y seguían otros dos coches del señor Virrey con sus gentiles-hombres y demás familia, y todos los cuatro coches de su Excelencia iban con seis mulas cada uno.

Con este acompañamiento pasaron por el Convento de Capuchinas[3] de esta ciudad, donde se apearon todos y entraron las tres religiosas Fundadoras en su clausura. De allí salieron con el mismo acompañamiento, y pasando por el colegio de San Pablo de la Compañía de Jesús, visitaron su Iglesia y reconocieron las Sacristías, Penitenciaría y capilla mayor e interior.

Volvieron a subir en los coches en la misma forma y se apearon en la Iglesia Catedral, donde esperaba en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua la Real Audiencia con los demás Tribunales, y asimismo las Beatas Nazarenas con sus hábitos y velos blancos en la cabeza, acompañadas cada una con una señora de esta ciudad; y desde allí se formó la procesión, en que no fue el Santísimo, por estar colocado antes en el Beaterio de las Nazarenas. Iban en la procesión en ricas andas de plata muy adornadas San Joaquín, Santa Teresa y Jesús Nazareno, las cuales acompañaban todos los caballeros y nobleza de esta ciudad con velas en las manos, a quienes les convidó D. Fernando de Córdova.

Seguíase el Cabildo Eclesiástico que gobernaba en Sede Vacante, con sobrepellices, y al fin de él el Preste revestido con una cruz y palio, que llevaban sacerdotes con sobrepellices. Detrás iban las Beatas Nazarenas, acompañadas cada una de una señora, y en la misma forma al fin las tres religiosas fundadoras, rematando la Madre Priora que iba entre el señor Virrey a mano derecha, y a la izquierda la señora Marquesa de Casaconcha, y a su lado el señor Marqués, su marido, como oidor más antiguo.

En esta forma salió la procesión desde la Iglesia Catedral, y en la esquina de la calle de mercaderes había un altar hermoso, que dispuso la religión sagrada de Santo Domingo; otro en la plazuela de San Agustín, y otro en la misma plazuela de las Nazarenas, que dispuso la Parroquia de San Marcelo; y todas las calles estaban limpias, secas y colgadas, y con innumerable concurso de gente.

Entró la procesión en la Iglesia de Nazarenas, donde había música prevenida; hicieron oración y pasaron las Beatas y religiosas con el señor Virrey y todo el acompañamiento a la Portería, y entraron a la clausura con el Provisor y Notario que la declaró en la forma que se acostumbr[4]

 

El Papa Pío Vi señaló mediante bula de 14 de mayo de 1781 la concesión de una indulgencia plenaria el día 27 de abril, fiesta de Santo Toribio de Mogrovejo.

 

Madre Soledad tuvo la gentileza de dejarme consultar un ejemplar de las mismas de la primera edición y que pertenecieron a la Madre Teresa del Niño Jesús, priora reelegida sucesivamente en siete periodos, y que deja constancia del cumplimiento o no de las constituciones. Por ejemplo, en la tercera, en que se obliga a "andar con hábito y túnica hasta los pies de color morado, ceñidas con una cuerda de cáñamo por cíngulo, con corona de espinas en la cabeza, sandalias en los pies y cuerda pendiente al cuello" anota que "se cumple, sólo las coronas no tienen espinas". En la 6 que prescribía "reciban dos veces en la semana la sagrada Eucaristía, precediendo la confesión" anota "se comulga todos los días, confesión cada 8 días".

 

 

Entre las beneméritas carmelitas hay que destacar a la célebre priora de las Nazarenas en tiempos del Virrey Amat, que se llamaba Grimanesa de Santo Toribio, y que fue la segunda superiora del Monasterio por más de 40 años, desde 1738 a 1778.

 

Conocemos la aprobación de cuentas, como priora en el tiempo desde 25 de mayo de 1756 al 31 de diciembre de 1776 "en que sin interrupción ha obtenido el cargo de Priora del mismo monasterio"

10.326 pesos, 4.5 reales

Se incluyen los 6.763 pesos que se están debiendo al Señor Marqués de Zelada de la Fuente:

 

"Y mandó Su Señoría Ylustrísima se le den las debidas gracias a dicha Reverenda Madre Priora por el celo, amor y desinterés con que ha propendido al mayor bien, utilidad y aumento de su monasterio en lo material y formal como también por la gratuita donación que le hace de los 3564 pesos y 2 reales que es el líquido que resulta a su favor en el mencionado alcance, dejando al cuidado de dicha Reverenda Madre la recaudación de los 30.000 y más pesos que se deben al Monasterio de lo corrido de sus rentas para que promoviéndolos con acostumbrada actividad, prudencia y sagacidad se logre además de la satisfacción del legítimo débito de las 6773 pesos que resultan del Señor Marqués de Zelada de la Fuente que deberá ser el primer cuidado de dicha Reverenda Madre en correspondencia del amor, fineza y buena voluntad con que dicho Señor ha ocurrido a las indigencias de la Comunidad, el alivio y aumento que tan manifiestamente se de al monasterio de la recaudación de tan crecida suma"[5]

 

No me resisto a publicar las sabrosas palabras con las que presentó su renuncia al cargo ante el Arzobispo de Lima, Monseñor Pedro Antonio Barroeta:

 

"Mi venerado Prelado, he recibido con notable consuelo de mi alma y quietud de mi espíritu la piadosa resolución de Vuestra Ilustrísima en admitir la renuncia que le hice de la prelacía de este Monasterio de Nazarenas Carmelitas que por tantos años ha cargado sobre mis débiles hombros porque hallándome ya en edad tan avanzada y cercada de accidentes que han postrado mi salud hasta el último extremo me hallaba más necesitada de ajustar mis cuentas con el justo soberano juez que me la ha de tomar de tan dilatada vida y prolijo y delicado cargo que continuar en él añadiendo faltas con que irritar su justicia. Por ello doy a Vuestra Señoría Ilustrísima las debidas gracias, suplicándole rendidamente perdone con la equidad propia de un piadoso pastor los defectos en que haya incurrido lo que ha nacido de inimitable bondad. Dios guarde a V.S. Ilustrísima muchos años, de este Monasterio de Nazarenas Carmelitas Descalzas de San Joaquín, Lima 26 de noviembre de 1778. De D. ª Ilustrísima, su más rendida súbdita, Grimanesa de Santo Toribio, priora"[6]

En el I:54, contine la renuncia de G de ST, priora y Melchora de San José, subpriora. Certificado de la elección en la Madre Eulalia de Jesús Nazareno y subpriora en la Madre Mariana de Santa Pazis, el 2 de diciembre de 1778.

Aparece también en AAL, Papeles importantes: XII:12, p.145: "Mi más venerado prelado, he recibido el orden de Vuestra Señoría Ilustrísima, con notable consuelo de mi alma y quietud de mi espíritu…incurrido lo que traducido de su inimitable bondad Dios guíe a Vuestra Señoría Ilustrísima…26 de noviembre de 1778. Firma GST



[1] Bávara: coche antiguo al modo de los llamados estufa, pero más prolongado.

[2] Forlón: Coche antiguo de caballos de cuatro asientos, sin estribos, cerrado con puertecillas, colgada la caja sobre correones y puesta entre dos varas de madera.

[3] Clarisas capuchinas. Monasterio de Jesús, José y María. Fundación de Nicolás Ayllón.

[4] UNZUETA, A., La Orden del Carmen en la evangelización del Perú, Vitoria 1992, t. X, pp. 226-229.

 

[5] Archivo Arzobispal de Lima. Monasterio de las Nazarenas: I: 53. 9 septiembre 1778

[6] Archivo Arzobispal de Lima. Monasterio de las Nazarenas: I: 58. Año 1778.

 

sábado, octubre 08, 2022

SANTO TORIBIO MOGROVEJO en la web del Vaticano, Causa de los Santos

http://www.causesanti.va/it/santi-e-beati/turibio-de-mogrovejo.html

"¡Amar a los hombres que nos han sido confiados como amamos a Cristo, que es Verdad, no costumbre!"

Toribio de Mogrovejo(1538-1606)

BEATIFICACIÓN: - 02 de julio de 1679- Papa Inocencio XI

CANONIZACIÓN: - 10 de diciembre de 1726 - Papa Benedicto XIII - Basílica del Vaticano

REAPARICIÓN:
- 23 de marzo

Obispo de Lima: laico de España, experto en derecho, elegido para esta sede fue a América; movido por un ardiente celo apostólico, visitó varias veces su vasta diócesis, a menudo a pie, cuidando asiduamente del rebaño que le había sido confiado; erradicó abusos y escándalos entre el clero con los sínodos; catequizó y convirtió a los indígenas, hasta que en Saña en Perú encontró el último descanso. Patrono del episcopado latinoamericano.  Vástago de la noble familia Mogrovejo, Turibio nació en Mayorga (Valladolid) en 1538. Experto en derecho canónico, se ganó con razón su reputación de distinguido jurista y llegó a impartir clases en la Universidad de Salamanca cuando el rey de España, Felipe II , decidió enviarlo al Perú como obispo de la Ciudad de Los Reyes, que luego será Lima, hoy capital del país.

    Cuando el rey lo llama, en 1580, Turibio todavía es laico. En tiempo récord, recibe una tras otra todas las órdenes hasta el sacerdocio y, finalmente, es consagrado obispo. No se entusiasma con su partida, porque imagina la situación que encontrará: el Perú lleva menos de 50 años bajo dominio español pero mandan los descendientes de los conquistadores, no el virrey enviado por la corte.

    Estos dominan sin restricciones. Son ellos los que realmente explotan a los indios, con la excusa de una evangelización que tiene muy poco de evangélica: las condiciones de este pueblo que el obispo se encuentra frente a su llegada son de extremo empobrecimiento material, espiritual, cultural y humano. Los conquistadores, en cambio, están celosos de sus privilegios adquiridos a costa de los indígenas y también hay muchos sacerdotes esclavizados que no tienen fuerzas para reaccionar.

    Con estas premisas se inician los 25 años del episcopado de Turibio y su labor como gran reformador que conducirá a la primera verdadera organización de la Iglesia peruana. Decide partir de los sacerdotes, de su recuperación, sobre todo con su propio ejemplo personal y santo.

    Dedica muchas horas a la meditación y la oración, consciente de que la vida espiritual de una persona crece en la oración. Y luego se enamora de los indios. Estudia sus idiomas, el quechua y el aymara, para hablar con ellos, hacer una "reevangelización" que hable ante todo el idioma de la dignidad. Obliga a todos los sacerdotes que trabajan en Perú a estudiarlos e incluso logra publicar el Catecismo de la Iglesia Católica en las lenguas indígenas -así como en español-.

    Por amor a los indios pasará unos 10 años viajando, para recorrer cada rincón recóndito de su vasto territorio -miles de kilómetros- mucho más allá de las actuales fronteras peruanas. Convierte a muchos de ellos y da la Confirmación a tres futuros Santos: San Martino di Porres, San Francesco Solano y Santa Rosa da Lima.

    Turibio, en el transcurso de su episcopado, funda cien parroquias, convoca un concilio panamericano, dos concilios provinciales y doce sínodos diocesanos; cuando llega la peste al Perú está al frente de los enfermos, les da todo lo que tiene.

    Evidentemente esto desata contra las antipatías del virrey, que nunca lo ve asistir a las ceremonias de la corte, y de los conquistadores. Pero a él no le importa. Sus ovejas son los indios, y él es un verdadero pastor. Murió durante uno de sus viajes, a Sanna, en 1606. Benedicto XIII lo canonizó en 1726; Juan Pablo II en 1983 lo proclamó patrón del episcopado latinoamericano.

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