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viernes, marzo 02, 2012

SANTO TORIBIO Y LA CATEDRAL DE LIMA según P. San Cristóbal

LA CATEDRAL EN TIEMPO DE SANTO TORIBIO
                                                                                   .
                                                                        Antonio SAN CRISTOBAL, CMF.
El título de este artículo implica al menos dos limitaciones de diversa índole entre la fábrica de la Tercera Catedral de Lima y la duración temporal del gobierno de Santo Toribio Alfonso en la Arquidiócesis de Lima: una de ellas se refiere a la participación que pudo haber tenido Santo Toribio en las obras de la construc­ción catedralicia; la segunda concierne a la coexistencia temporal de la presencia de Santo Toribio como Pastor de la Arquidiócesis limeña dentro del largo período de la duración de las obras para levantar por completo la Tercera Catedral de Lima. Ambas referen­cias tienen entre sí algunas correlaciones mediante las que se pue­de aclarar ciertos aspectos importantes acerca de la relación del Arzobispo Santo Toribio con los edificios de su Sede Arzobispal.

Se inició el gobierno episcopal de Santo Toribio Alfonso en la Arquidiócesis de Lima el día 16 de marzo el año de 1579, fecha de su nombramiento. Era una fecha temprana en la que todavía no estaba construida ninguna parte de la Tercera Catedral limeña; y ni siquiera estaban iniciadas las obras para levantarla. Esto implica que Santo Toribio tuvo necesariamente que tomar posesión de la Arquidiócesis en el edificio de la Segunda Catedral Limeña, y en ella celebraría las ceremonias litúrgicas basta el día 2 de febrero de 1604 que es cuando se consagró la primera parte de la Tercera Catedral: pu­do seguir usando la nueva Catedral durante su residencia en Lima hasta el día de su muerte el 23 de  marzo de 1606. Pero fueron más largos los períodos de su ausencia fuera de la capital virreinal para las visitas canónicas a la Sierra que los de su permanencia en Lima .
Ocupaba la Segunda Catedral de Lima todo el frente longitudi­nal de la Plaza Mayor comprendido entre el edificio del Palacio Episcopal y la calle Judíos, con una anchura que no sería mayor de la primera nave transversal de la Tercera Catedral actual. Se alzaba en una sola nave de planta g6tico-isabelina muy alargada, en la que se incorporaba atravesado un gran arco toral que separaba la capilla mayor de la nave de los fieles; y tenía como cubierta una armadura de par y nudillo a dos aguas labrada con madera; y posiblemente contaría con dos puertas de ingreso abiertas hacia la Plaza .Mayor.
Se conservan de la Segunda Catedral sede episcopal inicial de Santo Toribio los cuatro tableros manieristas de media talla tallados por Martín de Oviedo para el retablo de la cofradía de San Joseph de los carpinteros, que se conservan en los muros laterales de la capilla actual de esta misma advocación: tenemos: por seguro que fueron bendecidos por Santo Toribio; y también perdura el gran recuadro tallado de la Adoración de los Magos colocado ahora en la entrada a la Sacristía. Estas esculturas fueron testigos mudos de las celebración es litúrgicas de Santo Toribio en la Segunda Catedral.
Tuvieron comienzo los trabajos para levantar la Tercera Catedral de Lima el año de 1572 por el entonces Arzobispo limeño don Gerónimo de Loayza; pero los primeros años transcurrieron en labores preparatorias, y en la formulación y revisión de los planos hasta que llegaron a determinar el plano definitivo mediante el cual se realizarían las obras catedralicias. No se conservan documentos referentes a los trabajos proyectados en tiempo del Arzobispo Loayza; y tampoco se conocen documentalmente cuáles fueron las labores entonces realizadas. De igual modo tampoco se puede determinar la intervención directa que pudo haber tenido el Arzobispo Loayza en los trabajos preparatorios de la Tercera Catedral limeña.
Los trabajos constructivos efectivamente ejecutados para levan­tar la primera parte de la Tercera Catedral se realizaron durante los años transcurridos desde 1598 hasta los comienzos del año de 1604: es decir, coincidieron con el gobierno episcopal de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo. Podemos denominar las cuatro primeras naves transversales a contar desde el muro testero, construidas durante esta etapa, como "La Catedral de Santo Toribio"; aunque en realidad el edificio construido entonces sólo perduró hasta el terremoto de 1609, que lo tornó inviable y tuvo que ser modificado en la altura de la primera nave transversal y en el sistema de bóvedas para su recubrimiento. Pero estas modificaci6nes acaecieron después de la muerte de Santo Toribio.
Del sector catedralicio construido en tiempos de Santo Toribio Alfonso perdura la gran sacristía del Cabildo de los canónigos. No figura esta obra entre las que prosiguió el alarife Juan Martínez de Arrona a partir del año de 1615; y por otra parte está cubierta con bóvedas de arista del mismo tipo arquitectónico que las levantadas por Francisco Becerra sobre las cuatro naves transversales terminadas en 1604. En esta hermosa sacristía se revestiría Santo Toribio de los ornamentos litúrgicos para salir a bendecir la nue­va obra catedralicia en 1604; pero no pudo usar la gran cajonería de Jesús resucitado y los 14 apóstoles que es posterior a la muerte de Santo Toribio.
Nos preguntamos ahora cuál pudo ser la participación efectiva cumplida por Santo Toribio Alfonso en la construcción de aquella primera parte de la Tercera Catedral.
Hay que tener presente que la construcción de la Catedral de Lima estuvo a cargo del Real Patronato representado en el Perú por el Virrey juntamente con la Real Audiencia. Prueba clara de ello es el ejercicio directo cumplido por el Virrey en todas las reuniones y determinaciones efectivas para llevar a cabo la reconstrucción de La Catedral a partir del terremoto de 1609, que he analizado documentalmente en el libro sobre La Catedral de Lima[1] Del mimo modo intervendría el Real Patronato en la determinación de las obras catedralicias ejecutadas durante el período de 1598-1604.
Por lo pronto, la financiación de la gran catedral de Lima no corría por cuenta de la Iglesia, sea el Arzobispo o el Cabildo catedralicio, sino del Real Patronato, que impuso para sufragar los gastos algunos tributos a los encomendaros y a los indígenas enco­mendados del Virreinato.
El mismo Virrey nombraba al administrador de los fondos con los que se costeaba la ejecución de las obras catedralicias; y solía en­cargar esta función económica a alguna persona de su séquito, aun cuando "no reuniera las condiciones adecuadas para ejercerla. Ni el Cabildo Catedralicio, ni mucho menos e1 Arzobispo de Lima, intervinieron de algún modo en la gestión administrativa de los fondos económicos destinados a financiar la construcción de la Catedral de Lima. Lo único que pudo hacer el Cabildo metropolitano algunas veces fue... recurrir ante el Rey de España para quejarse de la ineptitud de los administradores económicos nombrados por el Virrey para favorecer a alguna persona de su entorno personal; como de he­cho recurrieron cuando la terminación de la portada principal de La Catedral se prolongaba mucho más tiempo del necesario, con perjui­cio de los indígenas tributarios que seguían aportando los recursos económicos para la obra[2]          También estaba bajo la jurisdicción del Virrey con la Real Audiencia la determinación de las características arquitectónicas de La nueva Catedral, y el nombramiento de los alarifes que la habían de construir. Podía el Virrey consultar estos aspectos con el Arzobispo y el Cabildo Metropolitano; pero no sabemos si recurrió al consejo de Santo Toribio, teniendo en cuenta  que las relaciones entre el Virrey y Santo Toribio no fueron muy cordiales como para que facilitaran la consulta acerca de aquellos asuntos que dependan de la jurisdicción del Real Patronato.
Es necesario tener en cuenta esta determinación de las competencias de las autoridades virreinales, porque durante el período de 1598-1604 en que se realizaron las obras de La Catedral en pleno período del gobierno episcopal de Santo Toribio Alfonso, se realizaron cambios importantes en cuanto a las características arquitectónicas de la Catedral en construcción suscitados por el re levo de los alarifes constructores. Estaban proyectadas y a punto de iniciarse su construcción las bóvedas para las nuevas naves catedralicias según los viejos cánones gótico-isabelinos de las bóvedas ­vaídas de crucería. En aquel momento de la construcción sustituye­ron a Andrés de Espinosa como alarife de las obras catedralicias por el maestro Francisco Becerra que desmontó las cimbras preparadas por Espinosa e introdujo en lugar de las bóvedas de crucería antes proyectadas las bóvedas de arista de diseño renacentista y más actualizadas. Pero el terremoto de 1609 dañó de tal modo las bóvedas fabricadas por Becerra que todas ellas debieron ser reconstruidas de nuevo por otras más consistentes.
Durante las consultas para la reconstrucción de las primeras bóvedas de las cuatro primeras naves transversales dañadas por el terremoto de 1609 declaraba el alarife Andrés de Espinosa lo siguiente: "es notorio el que tenía comenzado yo y puestas las cimbras en la primera nave que se derribó y en este inter volvieron a meter a Francisco Becerra por maestro mayor de suerte que lo quitó y ordenó el cerramiento sin parecer de nadie pues en tales cosas como estas siempre se han de determinar las cosas para que estén mejor y aprobarlas por los maestros que hubiere de la dicha facultad y por no haberlo hecho ha sucedido la. ruina y el gasto tan grande que se ha visto"[3].
El alarife Andrés de Espinosa sólo criticaba a su antagonista Francisco Becerra, fallecido en 1606, por la ruina producida en el terremoto de 1669. "Pero es evidente que Becerra, simple ejecutor de la obra, no podía cambiar el estilo de las bóvedas catedralicias por una simple decisión personal suya; porque ello sólo lo determinarían las autoridades virreinales, que también decretaron el cambio de los alarifes.
         Ahora bien, ¿ tuvo el arzobispo Santo 'Toribio .Alfonso de Mogrovejo alguna intervención en el cambio ahora señalado de los alarifes y en el cambio arquitect6nico de las bóvedas para la nueva Catedral acaecido durante su gobierno eclesiástico?
Evidentemente, si el Arzobispo de Lima hubiera intentado intentado introducir cambios en las obras de La Tercera Catedral, le hubiera salido al paso con toda energía el Virrey como representante del Real Patronato, y se habría producido el más violento enfrentamiento entre ambas autoridades virreinales, cosa que no han referido los histo­riadores. No sabemos si el Virrey consultó ambos proyectos con el Arzobispo don Toribio Alfonso de Mogrovejo antes de decretar el cambio arquitectónico en el estilo de las bóvedas y el relevo de los alarifes constructores. Considero probable que no se produjo tal consulta o bien porque el Arzobispo se encontraba fuera de Lima en visita pastoral, o bien por el prestigio personal del Virrey amparado en sus prerrogativas de representante del Real Patronato. santo Toribio se encontraría ante unos hechos consumados, de los cuales no se podía entonces prever las consecuencias desastrosas pa­ra la construcción de la Tercera Catedral limeña.
Cuando estuvo construida la primera parte de la nueva Catedral, pasó el edificio a la jurisdicción del Arzobispo de Lima, para el ejercicio del culto religioso. La modestia de Santo Toribio Alfonso le impedía reservar para su uso personal alguna capilla o dependencia de la nueva Catedral. Su sucesor inmediato, don Bartolomé Lobo Guerrero, adquirió para su enterramiento personal la capilla central adosada en el muro testero, que entonces estaba asentada detrás del presbiterio en el trásito abierto entre las dos naves laterales. En cambio, Santo Toribio Alfonso no dispuso de ninguna capilla catedra­licia para su enterramiento personal. La capilla que ahora ocupa se la adjudicaron mucho tiempo después de su fallecimiento.
Producido el fallecimiento del Arzobispo don Toribio Alfonso en la villa de Saña el día 23 de marzo de 1606, transcurrió todavía algún tiempo antes de ser trasladado su cuerpo mortal a la Catedral de Lima por él inaugurada. El Cabildo Metropolitano de los Reyes se ocupó del problema del traslado a Lima de los restos mortales de Sant o Toribio Alfonso en la reunión del día 2 de agosto de 1606, y el día 18 de septiembre del mismo año determinaron los canónigos el itinerario a seguir y los homenajes que le rendirían, como consta en el tomo tercero de las Actas del Cabildo, sin numeraci6n de folios.
El primer enterramiento de Santo Toribio Alfonso fue en una sepultura excavada en el piso d e la capilla mayor en la nueva Catedral. Ocupaba entonces aquel- presbiterio en la nave central sólo la tercera nave transversal a contar desde el muro testero. Algunos años más tarde se formó la gran bóveda sepulcral actualmente existente debajo de la antigua capilla mayor y que se prolongaba basta la capilla de San Bartolomé adosada al muro testero catedralicio. Una vez que existía esta dependencia sepulcral subterránea, destinada al enterramiento de los arzobispos, miembros del Cabildo catedralicio y Virreyes del Perú, trasladaron a ella los res tos mortales de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo; y las colocaron  en un  gran ni­cho vertical junto con los de su hermana doña Grimanesa de Mogrove­jo, el virrey don Antonio de Mendoza, y el arzobispo don Gonzalo de Ocampo, además de la famosa caja de terciopelo morado que contenía otra caja metálica menor con la calavera de Pizarro.
En el reconocimiento realizado el año de 1661, según la detallada descripción notarial, encontraron los restos de Santo Toribio Alfon­so dentro de una "caja pequeña que estaba cubierta de terciotelo carmesí tachonada con tachuelas doradas y guarnecida con pasamanos de oro y sobre la dicha caja dorada de ella formada una mitra episcopal que constantemente afirmaron los dos testigos ser del dicho siervo de Dios don Toribio". Encontraron también el corazón de Santo Toribio dentro de una caja de plomo cerra da con cua tro s ellos y las armas impresas del arzobispo don Pedro de Villagómez. Este fue el segundo enterramiento de Santo Toribio Alfonso en La Catedral de Lima, el que debió durar hasta su canonizaci6n.
El plano de  la Catedral de Lima levantado el 1 año de 1757 acerca de las obras de restauración posteriores al terremoto de 1746 señala con la letra M la "capilla de Santo Thoribio" en el mismo lugar que actualmente ocupa. Interpretamos que con motivo de la canonización del Santo le dedicaron esta capilla catedralicia[4]  Anteriormente la capilla actual de Santo Toribio era la capilla del Arcedia­no. Este es el tercer enterramiento de los restos mortales de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo en la Catedral de Lima que él consagró el año de 1604.
Publicado en REVISTA PERUANA DE HISTORIA ECLESIÁSTICA, Cuzco, 2006, pp.161-168




[1] Antonio SAN CRISTOBAL La Catedral de Lima. Estudios y documentos, Museo de Arte de la Catedral, Lima, 1996, cap. 1, págs. 7-30. '
[2] Ibíd. pp.244-245.
[3] Citado en Antonio SAN CRISTÓBAL Ibíd. 1.c, pág, 13[4] Banco de CREDITO DEL PERU, La Basílica Catedral de Lima,Lima, 2004, pág. 57.

domingo, diciembre 11, 2011

PARROQUIA DE SAN MARCELO EN LIMA, ERIGIDA POR SANTO TORIBIO EN 1584


         En tiempos del segundo arzobispo de Lima, Santo Toribio Alfonso Mogrovejo, se erigieron dos parroquias. La primera, San Lázaro, en el barrio del Rímac, habitado fundamentalmente por indios. Allá existía desde 1563 un hospital o Ladrería de San Lázaro, fundado por el espadero Antón Sánchez salas para cuidar, alimentar y proteger a los leprosos. Junto al hospital se levantó una capilla que sirvió a los fieles del barrio. En 1601 se erige como viceparroquia de la Catedral. En 1739 fue elevada al rango de parroquia. La otra parroquia fue la de San Marcelo que, aunque existía como capilla desde el obispado de Loayza, fue erigida como parroquia en 1584, siendo su primer párroco el P. Juan Lázaro Najarro. El pobre templo de los primeros años fue enriquecido al ser habitado el barrio por gente pudiente, de tal modo que en 1599 era ya una de las mejores parroquias. Constaba de tres naves, presidiéndolas un excelente retablo dedicado a la Virgen de los Remedios. En tiempos de la República, debido a la regulación del tráfico del centro de la ciudad, se tuvo que seccionar el templo en una de sus naves.
Ubicada en el jirón Rufino Torrico, esquina con la Av. Emancipación, en el Centro Histórico, es uno de los templos más antiguos de Lima. Sus orígenes se remontan a 1551, en que la Orden de San Agustín llega a la ciudad de Lima y se establece en esos terrenos, en breve tiempo levantaron el templo de San Marcelo. En 1585 es elevada a la categoría de parroquia, por Santo Toribio de Mogrovejo, quedando desligada de la Orden Agustina En su interior son veneradas las imágenes de San Marcelo, Nuestra Señora de los Remedios, El Sagrado Corazón de Jesús, El Señor de la Caña, La Virgen Dolorosa, San José y Santo Toribio de Mogrovejo.
Su fachada es de estilo churrigueresco y rococó. En su interior guarda un bellísimo retablo dedicado a la Virgen de los Remedios quien acoge a los peregrinos, sus hijos desde el Altar mayor.
El coro, el baptisterio, la sacristía, todo derrocha espacio y sencillez, calidez y elegancia. Predomina entre sus cuadros la figura de San Francisco Javier, el santo misionero.
La Parroquia de San Marcelo, creada en 1585 es uno de los templos coloniales más hermosos y tradicionales de Lima..
Les comparto su web y la magnífica descripción del P. Antonio San Cristóbal. A ver si entre todos apoyamos a la gran rifa y pueden lograr la perfecta refacción.
Les pongo dos imágenes de Santo Toribio; la primera es una réplica de la que estuvo siempre en la Capilla del Puente y que se regaló al Sr. Cardenal Arzobispo, sucesor del Santo; la segunda es una copia de las encargadas por el Cardenal Landázuri.
Les adjunto su web para contactar y apoyar a su refacción total con la compra de papeletas para una rifa.  La foto del retablo es del libro del P. San Cristóbal

LA IGLESIA DE SAN MARCELO
P. Antonio San Cristóbal Arquitectura religiosa virreinal de Lima (UCSS, Lima 2011)

En la iglesia de San Marcelo, tal cual luce actualmente, encontramos un ejemplo de lo que no debe hacerse si se trata de restaurar algún monumento histórico. Asistía toda la razón del mundo al clásico Wethey cuando despotricaba contra la fachada de cemento que han antepuesto en el muro de los pies en sustitución de la autentica fachada virreinal. Aquella fachada, representativa en la portada y los campanarios del barroco limeño, ha sido suplantada por una burda imitación de la iglesia de San José en la hacienda Ingenio de Nazca, a cuyo diseño se añadieron otros elementos redundantes, como ciertos frontoncillos curvos abiertos. Y una recarga ornamentación que no tiene correspondencia en las portadas y campanarios limeños.

La primitiva iglesia de San Marcelo tenía hasta la segunda década del siglo XVIII muy sencilla apariencia, por haber sido levantada en un barrio de gente pobre. Nombraron mayordomo de la fábrica por aquellos años al sacerdote don Bartolomé Lorenzo, hombre emprendedor y hábil administrador; quien renovó por completo la iglesia inicial. Se rehicieron primeramente los muros externos; después de lo cual se labraron nuevas cubiertas. Por concierto notarial del día 3 de agosto de 1615 concertó  con el carpintero Alonso Velázquez la armadura de alfarje de cinco paños para la capilla mayor: tenía esta obra “quince varas de largo y trece de ancho”; con la particularidad de que mediante cuatro estribos “han de ochavar la capilla despojando las esquinas”, a la manera del muro testero de a iglesia de Santa Clara en Ayacucho. El mismo carpintero se encargó de labrar otro alfarje similar para el cuerpo de la iglesia que sirvieron como modelo para las que posteriormente se hicieron por el mismo carpintero en la iglesia de San Sebastián.

El cronista Bernabé Cobo, que conoció la primitiva iglesia tan pobre, afirmaba después que “finalmente es hoy esta la mejor y más bien acabada de las parroquiales de esta ciudad”. Quedó terminada como una iglesia enteramente mudéjar, con la clásica división en la capilla mayor y el cuerpo de la nave. No se labraron en ella  bóvedas de cal y ladrillo del modelo gótico arcaico. El acondicionamiento de los retablos correspondió al estilo del barroco inicial propio del primer tercio de siglo XVII.

Encargó Bartolomé Lorenzo los retablos a los mejores ensambladores de la ciudad. A Martín Alonso de Mesa le encomendó el retablo para el altar mayor por dos conciertos notariales: el 19 de abril de 1616 concertó con él la hechura del primer cuerpo; y el 12 de diciembre de 1617 concertó la terminación del retablo. Hizo también labrar para su propio entierro un retablo-sepulcro, encargado a Luis Ortiz de Vargas, uno de los postores a la sillería del coro de La Catedral, por conciertos de 19 de octubre de 1619 y de 14 de octubre de 1620.


Aquella iglesia de San Marcelo perduró hasta el terremoto de 1687, que arruinó las bellas techumbres mudéjares. Como en tantas otras iglesias limeñas, también en la de San Marcelo se sustituyeron los alfarjes mudéjares por las bóvedas de medio cañón corrido. Volvió de nuevo a sufrir destrozos en el terremoto de 1746: y fue después de esta fecha cuando se emprendió la reconstrucción más completa del interior, de los retablos, de la portada y de las torres. Al final de todas estas reconstrucciones quedó la iglesia de San Marcelo transformada en barroca, del último periodo sin rastro alguno de su anterior prestancia mudéjar o barroca inicial.

En el cuerpo de la iglesia, aprovechando lo que sin duda habrían sido dos capillas-hornacinas similares a las de  La Sma. Trinidad y de Ntra. Sra. de Copacabana, han abierto dos arcos para comunicar el cuerpo de la nave con otra nace lateral que no perteneció a la planta primitiva, y que rompe la unidad de la planta tradicional en las pequeñas iglesias de medio cañón sobre el sencillo entablamento que carece igualmente de ménsulas superpuestas. En la bóveda han rasgado toscamente las aberturas para la iluminación superior; pero no ornamentaron las ventanas con los clásicos lunetos que tanta belleza confieren las ventanas abiertas sobre las bóvedas.

Guarda la iglesia de San Marcelo un valioso mueblaje litúrgico de retablos tardíos. Algunos retablos laterales fueron traídos desde la iglesia secularizada de San Carlos; y otros son propios de San Marcelo. El gran retablo del altar mayor data de 1761, según reza la inscripción que se lee el mismo retablo, en la que no figura en nombre de un tal ensamblador  Chaparro a quien atribuye el retablo Vargas Ugarte sin citar la fuente de su información. Se sustituye las columnas del retablo mayor por figuras humanas; y sobre el nicho central se cierra un gracioso arco trilobulado semejante al que cubre el nicho central de la portada de La Merced. Es también notable en el púlpito con tallas en los paneles y ornamentación tardía en las pilastras. Asienta en el arco de entrada al batisterio una gran reja de madera del mismo estilo y de la misma época que las que cierran s capillas laterales de La Catedral; pero la han completado en San Marcelo con un frontis superior barroco correspondiente a la segunda mitad del siglo XVIII y acaso contemporáneo del retablo mayor.

Al repasar las viejas fotografías de Lima, recordamos con profunda perna la fachada con la portada y los campanarios que tuvo la iglesia hasta la desastrosa conversión actual. Aquella fachada que no se supo conservar expresaba los lineamientos del barroco limeño que surgió después del terremoto de 1746. Las anchas plataformas sobre el mura frontero liso sobre las que se asentaban los pequeños cuerpos de campanas circundados por balaustradas  de madera expresan la última aportación creadora de  la arquitectura limeña.


miércoles, octubre 19, 2011

VIERNES 21, 6 p.m.. LIBRO P. SAN CRISTÓBAL


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