jueves, octubre 05, 2017

LA CONFIRMACIÓN DE SANTA ROSA EN QUIVES. Congreso PUCP, 2017

APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA CONFIRMACIÓN DE SANTA ROSA EN QUIVES

 

José Antonio Benito Rodríguez

CEPAC-UCSS; Instituto de Estudios Toribianos-FTPCL

                                                                                                           

      Deseo aportar apuntes documentales y bibliográficos acerca del acontecimiento que vincula a dos de los santos más importantes del Perú, concretado en la confirmación administrada por Santo Toribio a Santa Rosa en Quives. Poco se ha escrito y poco se sabe del lugar; casi nada de los cuatro años pasados y nada de la ceremonia. Me gustaría llegar a saber casi todo de casi nada: ¿Qué sucedió un día cualquiera de fines del XVI, en una aldea casi perdida en tierras de Canta y que tuvo como protagonistas al Prelado de la arquidiócesis de Lima, Rosa, su hermana Bernardita y algunos niños más en la liturgia de la confirmación? ¿Cómo era el contexto, la población, la minería, la religiosidad…?  Hasta el momento tan sólo me conformo con presentar materiales en apoyo de nuevas investigaciones. Ojalá este IV Centenario de su tránsito a la gloria no se detenga al concluir su año jubilar sino que sirva de estímulo para seguir investigando.

 

      Corría el 24 de agosto, día de San Bartolomé del año 1617, cuando la joven Isabel Flores de Oliva, Rosa de Lima, susurraba sus últimas palabras en la tierra que la vio nacer y entraba en la morada eterna: "Jesús, Jesús sea conmigo". Han pasado 400 años y el Perú, América de la que es patrona, la Iglesia celebra su jubileo. En el presente artículo quiero recordar uno de sus grandes momentos, su confirmación a manos del padre de América, Santo Toribio Alfonso Mogrovejo, en la localidad de Quives, al norte de Lima, hoy en la jurisdicción eclesiástica de la diócesis de Carabayllo. Para ello quiero brindar la escasa documentación obtenida acerca del lugar y del acontecimiento.

 

      No sabemos en realidad hasta qué punto se conocieron y trataron durante su vida Toribio y Rosa. Los años "oscuros" de la infancia y adolescencia de la santa limeña siguen sin aclararse por completo[1]. Lo que sí recoge una fuerte tradición oral, iconográfica y escrita, es que, al menos, hubo un momento en que este encuentro se dio hacia el mes de febrero de 1598, con ocasión de la visita pastoral del Arzobispo de Lima por la costa Norte, en la localidad de Quives, en que le confirió el sacramento de la confirmación a Isabel Flores de Oliva.

 

EL MUNUS SANCTIFICANDI DEL OBISPO Y LA CONFIRMACIÓN

Para que la Iglesia sea capaz de proseguir y completar su obra en el mundo, Cristo la ha dado misión y poder de desempeñar las funciones que El mismo ejercía: enseñar, santificar y gobernar. Cristo determina para su Iglesia una misión que consiste en continuar su obra, una responsabilidad, una función. Pero para ello comunica sus propios poderes de enviarlos, a aquellos que hacían de un doctor o profeta, un sacerdote y un pastor o rey. Así tenemos el munus docendi (haced discípulos a todos), el munus sanctificandi (bautizándolos) y el munus regendi (enseñándoles a observar todo), que es el ministerio pastoral. Estos tres poderes derivan de la única misión de Cristo   y persiguen idéntico objetivo ministerial, son poderes para misión de servicio: al Munus docendi compete guardar y trasmitir fielmente el depósito; al Munus sanctificandi, llevar a cabo la obra de salvación mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira la vida litúrgica (Sacrosantum Concilium, 6); y al Munus regendi, pastorear la Iglesia. 

El texto del Decreto "Christus Dominus" del Concilio Vaticano II señala claramente el deber fundamental de los sucesores de los Apóstoles quienes "han sido enviados por el Espíritu Santo y  por el Sumo Pontífice, a perpetuar la obra salvífica de Cristo, Pastor Eterno (ChD 2). Tal es el perfil trazado por Juan Pablo II en su exhortación postosinodal Pastores gregis: "Venerados y queridos Hermanos, os repito la invitación que he dirigido a toda la Iglesia al principio del nuevo milenio: Duc in altum! Más aún, es Cristo mismo quien la repite a los Sucesores de aquellos Apóstoles que la escucharon de sus propios labios y, confiando en Él, emprendieron la misión por los caminos del mundo: Duc in altum (Lc 5, 4). A la luz de esta insistente invitación del Señor «podemos releer el triple munus que se nos ha confiado en la Iglesia: munus docendi, sanctificandi et regendi" (n.5). "Y más todavía al proponer el ejemplo de los Obispos santos: "Los Obispos encuentran siempre  aliento en el ejemplo de Pastores santos, tanto para su vida y su ministerio como para la propia espiritualidad y su esfuerzo por adaptar la acción apostólica" (n.25). En el prólogo de la primera biografía sobre el Santo, el también obispo de Puebla, Beato Juan Palafox y Mendoza, nos dará el perfil de los santos prelados de la Reforma Católica:

"Y confieso a Vuesa Eminencia que el leerla ha sido para mí el sumo consuelo; y espero en Dios, que ha de serme de grande aprovechamiento. Porque las heroicas obras y virtudes de este excelente varón y venerable Prelado, pueden causar grande luz y enseñanza en la Iglesia de Dios...Esta misma providencia debemos creer piadosamente cuando dictó que la Divina Bondad levantase por este mismo tiempo, el espíritu y excelente virtud de este Venerable Prelado, Arzobispo de Lima, en las Indias Occidentales; así para que los Obispos, que somos y han sido en aquellas provincias, tuviesen más cerca aquel ilustre ejemplar, que seguir e imitar, como porque la diferencia, que hay de los climas, ritos y costumbres en aquel Nuevo Mundo, necesitaba de particular e individual modelo, para su enseñanza"[2]

 

   De ahí que sea verdaderamente ejemplo de Obispo, Misionero y Pastor. Es por eso que, el Papa Juan Pablo II, reconociendo el grande celo apostólico de Santo Toribio, y acogiendo el pedido de los Obispos del CELAM, oficialmente lo declaró y confirmó, en mayo de 1983, en aquello que ya los Obispos Latinoamericanos lo venían llamando desde el 1900, es decir, como "Patrono ante Dios de todos los Obispos de América Latina"

   Dos ministerios ejerce de modo ordinario el obispo, administrar el sacramento del Orden Sacerdotal y conferir el sacramento de la confirmación:

 "Por la Confirmación, cuyo ministro originario es el Obispo, se corrobora su fe y reciben una especial efusión de los dones del Espíritu…El Obispo, ministro originario del Sacramento de la Confirmación, ha de ser quien lo administre normalmente. Su presencia en la comunidad parroquial que, por la pila bautismal y la Mesa eucarística, es el ambiente natural y ordinario del camino de la iniciación cristiana, evoca eficazmente el misterio de Pentecostés y se demuestra sumamente útil para consolidar los vínculos de comunión eclesial entre el pastor y los fieles. (Juan Pablo II, Pastores Gregis, 2003, n.38)

QUIVES, CAPITAL DE LA SANTIDAD

        

El pueblo de Santa Rosa de Quives está camino a Canta, específicamente en el Km. 63 de dicha vía. A lo largo de la carretera se pueden apreciar sorprendentes paisajes, sembríos de maíz, coliflor, brócoli. Entre los animales más frecuentes hay que citar las cabras y los carneros que, en rebaño, ocupan parte de la carretera para desplazarse. Así mismo existen pueblos pequeños en todo el camino, en los que siempre resaltan las iglesias y las casas pintadas con color ocre, similar al del polvo del camino. Santa Rosa de Quives nació como distrito cuando se dividió el distrito de Arahuay. A la nueva unidad administrativa se le sumó, como un anexo, el pueblo de Santa Rosa de Quives, que recibía el nombre de Quives o Quivi. En la actualidad es uno de los destinos favoritos de los limeños que huyen del ruido y la contaminación de la urbe. Ofrece al viajero un clima agradable y cálido durante todo el año. Se encuentra a 900 metros sobre el nivel del mar[3].

 

María Rostworowski nos describe que en la época preincaica el curacazgo yunga de Quivi formaba parte de la confederación de señoríos costeños bajo los colli y posiblemente los canteños tendrían tierras en la margen derecha del Chillón. Con la conquista cuzqueña los costeños pierden su hegemonía y sus cocales que los incas entregarán a los Chaclla, etnia Yauyo, quienes cultivaron las tierras para el Inca como mitmaq. La presencia de los españoles y el desgobierno inicial permitió a los canteños avanzar sus linderos y apropiarse de las tierras de Carabayllo en Quivi. Pedro de La Gasca concede a Nicolás Rivera en 1549 la encomienda de Canta. En la época incaica lindaba este señorío con el pequeño curacazgo yunga de Quivi, adentrándose en sus dominicos después de la conquista cusqueña al lugar, pues el cacicazgo de Quivi formaba parte del conjunto de señoríos costeños dominados por el señor de Colli. Al sur colindaba con los Chaclla, al oeste con los habitantes de Bombón y los chincaycochas y al norte con una serie de señoríos afines de los Canta. Al llegar los españoles, Canta formaba parte de los curacazgos bajo la hegemonía de los Atavillos y en 1549 se menciona como "repartimiento de Nicolás de Ribera el mozo llamado Canta provincia de los Atabillos". Se extendían hasta el río Chillón o de Quivi e involucraban a varios curacazgos que posteriormente fueron separados. Pronto desaparece su importancia en favor de Canta que será centro administrativo virreinal para la región.

Tenemos algunos datos del lugar familiar de Rosa, 50 años antes de su llegada, gracias a los informes de la visita a Canta, en el asiento de Quivi el 29 de julio de 1549 a través de Diego Flores, representante de Nicolás de Ribera, quien reunió a los diferentes curacas. Hubo una revisita bastante más detenida por parte de los religiosos Fray Antonio de Figueroa, dominico, y el diocesano Gómez Hernández, en julio de 1553. Las visitas se hicieron a petición de los propios indios que se sentían agobiados por una tasa excesiva y deseaban una rectificación del tributo a pagar. Los siete ayllus del señorío de Canta según la segunda visita eran: Canta, Locha, Carua, Visxca, Lachaqui, Copa y Esquibamba. Se mencionan 16 pueblos comunales: Parón, Caruacaya, Cancha Cancha, Apio, Achim, Chochacara, Mallo, Quiby, Chacalla, Coccha Calla, Aragaco, Yaca, Cato, Copi, Cazmo.

 

Si la información es escueta para la mayoría de las chacras de secano, no es así para Quivi, que por su chaupi yunga propicia el cultivo de la coca. Así dirán los visitadores de 1553: "un pueblo de yungas que se dize Quiby que es de todas las dichas parcialidades porque están allí para beneficiar la coca de las dichas parcialidades" [4]  Se da cuenta de "un principal de nombre Caxapoma con su mujer y dos niños y una niña de uno a cinco años. Siete indios, 4 con sus mujeres, de 25 a 30 años, y 3 niños y 3 niñas de 2 a 3 años. Están ausentes 3 indios y ven 3 indias que dijeron ser sus mujeres de edad 30 a 50 años y 2 niños y 2 niñas de 1 a 2 años. Ausentes un indio con su mujer de 30 años y un muchacho de 13. No hay reservados salvo el principal y su mujer y que todos los demás pagaban. Chacras del inca: dos de coca, chicas. Chacras de maíz en abundancia y también de coca"[5].

En los legajos del Archivo Arzobispal de Lima sobre la idolatría es frecuente la mención al culto a las mama sara, mama acxo, mama cosa, típico de pueblos agrícolas[6].

En 1596 el curaca de los Atavillos se quejaba de que habían venido a menos los indios de su repartimiento debido a la enfermedad de las viruelas y sarampión[7]

 

Por su parte, Dino León nos presenta las fuentes de la historia de la doctrina de Canta y delinea íntegramente el proceso estructural de los siglos XVI y XVII. Estudia el espacio geográfico, la demografía y la evangelización, destacando su rol protagónico en la época prehispánica en torno al señorío de Los Atavillos con ocho ayllus gobernados por el curaca Libia Guaranga. En su estudio de las visitas pastorales y eclesiásticas a la doctrina de Canta, da cuenta del perfil del visitador, el proceso, los participantes con el prelado, el juez visitador, el doctrinero, el visitador, aportándonos datos de interés acerca del estado del adoctrinamiento de la población, las rentas, el ornato de la iglesia matriz, el comportamiento del sacerdote en la administración de los sacramentos. Corresponde a  las visitas de Mogrovejo, Lobo Guerrero y Gonzalo de Campo, que visitan sus cuatro doctrinas y sus veintiocho anexos, que significan 32 pueblos o reducciones…con 6.333 habitantes, de los cuales recibieron la confirmación 2.142[8].

 

El padre de Santa Rosa, Gaspar Flores, arcabucero en la guardia del palacio del Virrey[9], fue nombrado administrador de un obraje situado en las cercanías de Quive en el que permaneció por espacio de cuatro años. El P. Guillermo Álvarez enfatiza este contacto con la dura realidad de los obrajes mineros:

 

"En las minas trabajaban doce horas diarias, descendiendo hasta ciento ochenta metros de profundidad, en galerías totalmente oscuras, de aire enrarecido, donde los gases de las minas acarreaban asfixia. Desde allí subían cargando capachos de metal sobre sus espaldas, en lo que de moraban cuatro y cinco horas hasta depositarlos en los ingenios. Cuando las escaleras de curo aflojaban o rompían se desbarrancaban…Y cuando salían de los socavones, en la superficie no hallaban consuelo, ni abrigo ni alimentos"[10]

 

Acerca de la condición socioeconómica de la familia, parece que nunca fue alta. Su padre, Gaspar Flores, arcabucero en la guardia del palacio del Virrey, un año antes de nacer Rosa, fue contratado como cateador de minas en Cajatambo en 1585.  En 1595 fue contratado para administrar el obraje de Quives, donde trasladó a toda su familia., fue  nombrado administrador de un obraje situado en las cercanías de Quive en el que permaneció por espacio de cuatro años. Su nombramiento quizá comenzó a raíz del inicio del mandato de Luis de Velasco, 24 julio 1596[11]. Contaba en ese tiempo con 71 años y debía superar el salario de 500 pesos anuales que ganaba antes. La minería era un sector cuya mano de obra tenía que ver con la infame mita. Nunca alcanzó a tener una encomienda y tampoco participó en el grupo social alto de la ciudad. Sus ingresos a duras penas alcanzaban para mantener a su numerosísima familia.

 

M. del Carmen Martínez rescata gracias a la correspondencia epistolar privada en tiempos del arzobispo Mogrovejo cómo los centros mineros arrastraban condiciones muy duras para los obreros indígenas, motivando la atención por parte del prelado y los virreyes. Así, en Jauja, le presentan al Arzobispo muchos indios enfermo procedentes de Huancavelica, adoloridos por la obtención del azogue "que cuando los sangraban salía el azogue en la sangre"[12]

 

En 1598 sería la confirmación. Rosa comprobó y vio esa realidad. Cuando ella tendría 14 años, estando en Quives, los mineros fueron requeridos para duplicar la producción minera y establecieron dos turnos, uno de día y otro de noche. Se agravó tanto en 1600, que para que los mitayos mineros no perdieran tiempo en subir y bajar a los socavones, los retenían en el interior encerrándolos en el subsuelo desde el lunes por la tarde hasta el sábado por la tarde. Aunque hubo intentos de mejorar la situación por parte de autoridades como el virrey Conde de Lemos en 1600 los explotadores amenazaron con paralizar la producción minera y tuvo que dejar las cosas tal y como estaban. Consta que después de cuatro años de explotación, la mina de Quives se derrumbó. Los lugareños ubican la mina en lo que hoy es un boquerón cubierto por cultivos de maíz en el Cerro de Pericocha, en la subida a Arahuay.

 

En 1598, tras vivir la Semana Santa en Lima, visita sus contornos y, tomando el camino del norte, se acerca el 12 de febrero de 1598 a Arnedo o Chancay y Canta. Su presencia en Quives coincide con la morada en el poblado de la familia de Santa Rosa de Lima a quien confirma. El padrino sería el cura de la doctrina don Francisco González[13], el mismo que aparece en la relación de curas prebendados de 30 de abril de 1602 presentados por el virrey[14]. El siempre bien documentado P. Vargas Ugarte: "Tendría unos doce años cuando hubo de dejar Lima para pasar con sus padres al pueblecito de Quive… Gaspar Flores había sido nombrado administrador de un obraje situado en las cercanías y allí permaneció por espacio de cuatro años. La doctrina de Quive estaba al cuidado de los religiosos de la Merced y, estando Rosa en el lugar, vino a visitarla el Santo Arzobispo, Toribio de Mogrovejo. Era esto en el año 1597[15]. Rosa se dispuso a recibir el sacramento de la confirmación y, siendo su padrino el cura doctrinero del pueblo, Francisco González, recibió la unción sagrada de manos del virtuoso prelado"[16].

 

Tal sentir coincide con las escasas fuentes que recogen datos sobre el menester como las Actas del Proceso de Beatificación, el Diario de la Visita, las primeras biografías de ambos santos. Así, en el Auto del Cuestionario para el Proceso de Beatificación, de 5 de septiembre de 1617, en la pregunta tres se dice "hasta que siendo de edad de once años poco más o menos, el señor Don Toribio Mogrovejo, Arzobispo de esta ciudad, hizo órdenes de confirmación en el pueblo de Quivi, nueve leguas de esta ciudad y confirmó a la dicha santa niña en el nombre de Rosa de Santa María.[17]. Refuerza esta información el testimonio del Contador Gonzalo de la Maza, quien afirma que "esto (el llamarse Isabel) duró hasta que el señor Arzobispo don Toribio Alfonso Mogrovejo lo confirmó"[18]. Acerca del asunto del cambio de nombre en la confirmación, el Padre Fray Luis de Bilbao nos dirá que, aunque ya se le llamaba Rosa, sin embargo, oficialmente, fue confirmada con el nombre de Isabel "Y que aunque es verdad que ha corrido la voz que a esta virgen el señor Arzobispo Don Toribio, le trocó el nombre de Isabel en Rosa, a instancias de sus padres, no lo tiene por tan cierto; y que lo que sabe de su misma madre es que habiendo propuesto firmemente trocarle el nombre en la Confirmación, llegada la ocasión, se le olvidó totalmente, con la costumbre que tenía de llamarla Rosa; y así entiende que se Confirmó, en el nombre que tenía de Isabel; pero que está muy cierto, que el nombre de Rosa lo tuvo desde edad de tres meses hasta que murió; y que por éste y no por el de Isabel, fue conocida y tratada hasta que murió"[19].Refuerza esta información el testimonio del Contador Gonzalo de la Maza, quien afirma que "esto (el llamarse Isabel) duró hasta que el señor Arzobispo don Toribio Alfonso Mogrovejo lo confirmó"[20].

 

El "Libro de las Visitas" nada nos dice sobre el modo o la manera de la administración del sacramento. Así para Carabayllo, el 7 de julio de 1593,  nos habla de 43 confirmados. Está como párroco el P. Fr. Diego de Haro, de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, "buen lenguaraz", y contabiliza 60 indios tributarios, y 8 reservados y 200 indios de confesión y 245 ánimas chicas y grandes. Ocho años después, 8 de agosto del año de 1601, para la doctrina de Carabayllo, se da cuenta de 75 tributarios, 12 viudas, 20 indios solteros: 20 y 90 muchachos y muchachas de doctrina 90, formando en total 197 ánimas; el párroco es ya  Fr. Pedro Vasco de Arellano y los confirmados: 9.

         En este documento del Santo Arzobispo, se menciona a Quives al resumir las leguas que el Arzobispo. "ha andado en esta visita que hizo saliendo de esta ciudad de los Reyes en 8 de agosto de 1601 años": De Lima a Carabayllo 4 (leguas); de Carabayllo a Yangas 6 (leguas); de Yangas a Quivi 1[21].  La distancia es de 11 leguas.  Al referir a los "confirmados que Su Señoría confirmó en la visita que hizo este año de 1602 son los siguientes: Villa Carabayllo, 9 personas; de Quibi (los siete pueblos; doctrina de Quivi, 7 pueblos, como San Pedro de Yaco, Araguay, Visc, Santa Olalla, San Mateo), 557, de Canta 556 Guama, 648[22]. Acerca de la población existente, constata esta precisa información: "Memoria de los Tributarios reservados, viejos y viejas, muchachos y muchachas de la doctrina de que anduvo Su Señoría Ilustrísima en la visita que salió en prosecución de ella a 8 de agosto del año de 1601 y confirmados en ellas y sínodos de los curas que es en la forma y manera siguiente: Doctrina de Quivi, 7 pueblos. Confirmados año de 1603, 10 ánimas. Por manera que hay en toda esta doctrina de Quivi, 408 tributarios y con ellos y la demás gente, hay 1920 ánimas de todas edades. Sínodo. Tiene el padre de sínodo, 480 pesos ensayados"[23] . Esta visita se completó como se indicó anteriormente con otras visitas apostólicas como la de 1601 por Canta, Huarochirí, Yauyos, Cañete, Junín, Ica.

En la relación del arzobispo B. Lobo Guerrero, en 1619 se da cuenta de que la doctrina de Quibi "tiene nueve pueblos en distancia de diez leguas en llanos y en sierra, el primer pueblo de los llanos dista de Lima 9 leguas, es cura de esta doctrina Cristóbal de Castilla, de edad de 65 años; ha catorce que la sirve con presentación del virrey. En cada uno de los dichos pueblos hay iglesia y pila baptismal. Tiene esta doctrina 1.300 indios e indias de confesión. No tiene hospital ni cofradías"[24].

         Como recuerdo de este singular momento, tenemos varias esculturas, cuadros, retablos y hasta templos. Cabe mencionar el retablo esculpido en madera policromada en la casa solariega de Mayorga con el grupo escultórico que representa a Santo Toribio confirmando a santa Rosa de Lima y que está bordeado por diferentes casetones con relieves alusivos a los momentos más destacados de su vida.

En Quive hay una capilla en que se dice estuvo la habitación de Rosa, añadiendo que una piedra que existe dentro, le servía de asiento. Ese pueblo tenía entonces opulentas minas y mucho vecindario, ingenios y oficinas para beneficio de metales; hoy sólo le ha quedado el nombre de Santa Rosa"[25]

Ricardo Palma recoge una tradición titulada "Esquive vivir en Quive". La verdad es que la tradición no cuadra con la personalidad de santo Toribio, ya que no nos imaginamos que los indios, mestizos y criollos le recibiesen con insultos y que "su ilustrísima no levantó la mano para bendecir a la chusma, sino que, llenándose los ojos de lágrimas, murmuró: "¡Desgraciados! ¡No pasaréis de tres!". Varios autores como L. Millones, Nichols Griffiths, Sthephen M. Hart señalan el hecho como el símbolo de los desencuentros entre el cristianismo y el paganismo rebrotado e incluso la brujería.  Pudiera ser que las comunidades de Canta hubiesen sido contagiadas con el rebrote del fenómeno del Taki Onqoy de 1560, con la vuelta a la religión primitiva.  Aunque según R. Palma la profecía se cumplía en su tiempo, en la actualidad –2017 la "humilde aldehuela" es un prometedor pueblo y la religiosidad de los canteños sí que cuida de la conservación de la casa en que viviese la santa.

Para conmemorar la independencia el periodista limeño Julio A. Hernández lanzó en el diario "La Crónica" la idea de reconstruir la ermita. Con la cooperación del ingeniero Sr. Enrique Rivero Tremouille y algunas damas como la Sra. Rosa Elvira Picasso de Boza, se ha podido coronar el trabajo. El 31 de agosto de 1921 se llevó a cabo una entusiasta romería presidida por el Sr. Arzobispo a la que concurrieron desde Lima cerca de dos mil personas. Reunidos con los numerosos pobladores de los lugares se encaminaron a la derruida ermita pasando por arcos triunfales engranados con flores, cadenetas y banderas peruanas. Las campanas de la iglesia de Yangas fueron trasladadas a la ermita en construcción, descubriéndose que una de ellas había pertenecido a la vieja ermita como se ve en el grabado "Santa Rosa de Quivi. Rafael Molina". El prelado presidió la ceremonia del exorcismo y administró los sacramentos del bautismo, el matrimonio y la confirmación a muchos vecinos. Al terminar, los vecinos se disputaban el cargar las andas de santa Rosa hasta la pequeña casa que ocupó y en donde el P. Francisco Aramburu conmovió a los fieles. Como recuerdo de esta entrañable efemérides se ha acondicionado un santuario de espiritualidad y una ermita dedicada a la infancia de la popular santa limeña. Este mismo aportará al Vicario General de Lima el 29 de Abril de 1933 los interesantes datos[26]:

La Ermita de Quives ilustrísimo Señor es un verdadero santuario y monumento nacional pues según tradición constante allí paso parte de su niñez Nuestra gloriosa Santa Rosa y allí mismo fue confirmada por el bien aventurado arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, en su segunda visita a Canta reducida a escombros según parece en los grandes terremotos que asolaron a Lima y suburbios por los años de 1748, ha permanecido en ruinas pleno abandono y olvido hasta el año 1924, en el que algunos periodistas que subieron por la quebrada en puro turismo levantaron la voz y se puso manos a la obra para su completa reconstrucción y el 31 de agosto de 1924 con una gran peregrinación de Lima con el Señor Arzobispo Monseñor Lissón a la cabeza se dio principio a la obra y con otra peregrinación no menos numerosa así de Canta como de Lima y con la asistencia del mismo señor Arzobispo  y delegados del supremo gobierno se inauguró solemnemente y se abrió al culto público la dicha iglesia u Ermita ya restaurada el 18 de abril de 1926 y censando por este efecto el comité reconstructor en sus funciones el 01 de mayo de 1927 se fundó una cofradía o Hermandad de Santa Rosa, a fin de que cuidará de su culto y se preocupara de la conservación de la Ermita siendo el señor [Primitivo] Mendoza uno de los miembros de esa Hermandad y el primer tesorero de la misma.

El templo donde fue confirmada por Santo Toribio Mogrovejo arzobispo de Lima y esta casa – con el nombre de "santuario"- han sido declarados monumentos históricos por Ley Nª 10403 del 23 de febrero de 1946.

En una de las lápidas puede leerse: "Esta es la casa donde vivió Santa Rosa de Lima por los años de 1596-1604. Don Gaspar de Flores, padre de Santa Rosa, ex alabardero de la guardia del virrey administraba una mina de metales preciosos cerca del lugar de Quives. En el jardín del Santuario se conserva una piedra de molino de la época utilizado para triturar los minerales en el obraje. Los lavaderos del mineral fueron sepultados por un huayco cerca del templo. En el altar interior se ha incrustado la piedra donde la santa se recluía para orar. Una de las hermanas de Santa Rosa llamada Bernardita que fue confirmada junta a ella murió en Quives y está enterrada a la entrada del templo.

Desde la creación de la diócesis de Carabayllo en 1999, su obispo Monseñor Lino Panizza ha promovido la peregrinación al santuario, especialmente los 30 de agosto, y, en particular, cada 8 de octubre, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, día en que acude toda la diócesis con más de 200 autobuses y numerosos fieles caminando. En Quives se encuentran en la actualidad los Misioneros de Nuestra Señora de la Reconciliación y del Señor de los Milagros.

 

 

EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN

El Segundo Concilio Limense (C2L), en 1567, ordenaba "que pongan diligencia los obispos en dar el sacramento de la confirmación a todos los indios bautizados y prevean de candelas y de vendas a sus costa por la pobreza de los indios[27]" Por su parte, el Tercer Concilio Limense (C3L), (Lima 1583) explica que el sacramento de la confirmación se da "a todos los cristianos bautizados, para que tengan fortaleza en la fe y ley de Dios contra sus enemigos". De modo explícito se prescribe que "cuando se da el sacramento de la confirmación a los indios no se les pida plata ni dierno alguno ni aún les persuadan a que lo traigan, antes a los indios pobres el obispo les provea de candelas y vendas liberalmente"[28]

Fiel a lo prescrito en los concilios limenses (C2L, I, 48) de que "todos los que se confirman se asienten en el libro", en el citado "Libro de Visitas" se da razón de los confirmados en Lima de 1592 a 1597 y de 1601 a 12 de enero de 1605, sumando 2.262. Cuando escribe en 1590 al Papa Sixto V le habla de 450.000 confirmaciones. Al dirigirse al Papa Clemente habla de más de 600.000. Su sobrino sacerdote Luis de Quiñones, en 1607, habla de 800.000, la cifra que parece más real. El prelado se entrega de lleno al ministerio.

 

Para conocer detalles de la liturgia de la confirmación nos sirve la quinta pregunta del Cuestionario del Proceso de Beatificación:¨

Y muchos días entraba a confirmar en las doctrinas sin desayunarse con cosa alguna y a puertas cerradas queda­ban dentro de la Iglesia dos y tres mil áni­mas, las cuales confirmaba todos, sin salir a comer si no era hasta la tarde, cuando se acababa, que solía ser a las cinco de la tarde... que causaba gran admiración y espanto. Y esto hacía con gran espíritu y fortaleza en las comidas que ordinariamente comía eran tenues, como una olla y alguna vez un bocado de asa­do y cuando le ponían algún regalo lo daba a los indios y pobres que presentes se hallaban.

 

Sancho Dávila, que tan cerca estuvo siempre del Santo, cuando fue llamado a declarar en vida del Santo, en 1595, dará pormenores de la confirmación en circunstancias especiales como la concurrencia masiva de fieles o en caso de epidemia:

"Por abreviar y darse prisa no confirmaba sentado, como otros Prelados hacían, sino haciendo en la Iglesia muchas hileras de los indios e iba por cada una confirmando en pie, sufriendo su hedor, que en algunas partes era insufrible, y algunas veces confirmaba a las mil ánimas juntas…En especial, en el tiempo de las viruelas y peste general que hubo en este reino, que por estar todos los indios en sus casas caídos con la dicha enfermedad, se andaba el dicho señor Arzobispo de casa en casa, a confirmarlos, sufriendo el hedor pestilencial y materia de la dicha enfermedad"[29]

En el proceso de beatificación de 1632 declaraba con precisión:

"Confirmó en su Arzobispado más de 1.000.000 almas y de las más de ellas fue este tes­tigo padrino de ellos[30],… y nunca consintió que le ofreciesen plata ni otra ofrenda y no llevó velas ni vendas a ningún indio y se enviaron a esta ciudad de los Reyes por un quintal de velas y cien varas de roan. Gastadas y acabadas aquellas, enviaron por otras tantas y si algún indio llevaba alguna candela, se hacía volver a su casa y las velas que daban  1os puebles las dejaba a las Iglesias de los pueblos. que si hubiese de llevar ofrendas candelas y vendas de los que confirmó, le de­bieran grandísima suma de hacienda. Cada indio llevaba su candela y venda de confirmando como regalo del Arzobispo. Si el material no llegaba de Lima, ordenaba romper las sábanas de su cama. Y muchos días entraba a confirmar en las doctrinas sin desayunarse con cosa alguna y a puertas cerradas queda­ban dentro de la Iglesia dos y tres mil áni­mas, las cuales confirmaba todos, sin salir a comer si no era hasta la tarde, cuando se acababa, que solía ser a las cinco de la tarde... que causaba gran admiración y espanto…

 

El mismo Sancho Dávila, atento y fiel observador, recoge un caso particular y entrañable:

 

"Y vio que estando un negro en­fermo en su casa a deshoras de la noche habiéndolo catequizado y hecho capaz para recibir el viático, se lo trajeron y fue el dicho Sr.- Arzobispo por el con el Cura y volvió y lo consoló y después lo confirmó en su mismo aposento, donde entró Su Señoría para el di­cho efecto y de allí adelante quedó sano y bue­no que admiró esta acción a todos los que se hallaron presentes".

 

Por su parte el dominico P. Fray Melchor de Monzón, de Lima, recuerda a sus 74 años como cuando era "cura en el pueblo de Calango le vio confirmar y en el pueblo de Coayllo desde por la mañana hasta después de las dos o las tres de la tarde, sin desayunarse y habiendo acabado de confirmar en el dicho pueblo de Coayllo saliendo de la iglesia yendo a comer supo que dos indios se habían quedado por confirmar por estar enfermos de viruelas en la cama de, dejó  de comer y fue en su busca y mandó llevar el pontifical para confirmarlos y entró en sus ranchos, donde los consoló y con grande humildad y caridad los confirmó allí y después se vino a comer y encargó a este testigo los mirase y regalase y era tanto lo que trabajaba el dicho señor arzobispo que no tenía una hora ociosa y pasaba  malas noches y días cuidado de las almas que se le habían encomendado" [270v]

 

Pedro Messías Quintero, de Lima, 79 años, viudo, minero pobre y sin caudal, da testimonio en Guarmey que le conoció en Lima y fue confirmado en Huánuco a los 8 años, también le conoció en Moyobamba, Abancay, Trujillo, Lunaquena. "Cuidó con grandes veras de reformar las costumbres de sus feligreses y de enseñar a los eclesiásticos curas, para lo cual vio este testigo que el dicho siervo de Dios llevaba cuando iba visitando muchos vocabularios de la lengua de los indios y las daba a los cura para que mejor la aprendiesen y, en especial, se acuerda de haber visto dar uno al Hermano Hugo, cura de Lamellín en el corregimiento de Conchucos, y otro al Licenciado Francisco Ramírez, cura de san Luis de Huari, en el mismo corregimiento.

 

P. Fr. Dionisio de Oré, sacerdote profeso,  OFM, 62 años, predicador y definidor de la Provincia de los Doce Apóstoles. Se comunicó en Lima y Cajamarca. Se comunicó con el santo " desde que entró en ella (Lima) por el año 81 hasta que murió. Y ordenó de misa a este testigo y le trató y comunicó muchas veces así en esta ciudad como en la provincia de Cajamarca y en otras partes. Y este testigo caminó con él algunas jornadas en la provincia de Cajamarca, especialmente en el pueblo de Chotajara ir a visitar el de Tacabana donde este testigo era cura y él vio confirmar precediendo las diligencias para saber si estaban confirmados los indios y si estaban bautizados y sabían la doctrina haciéndoles primero sus pláticas en la lengua y ordenó por su propia persona y estándola haciendo la dicha plática si acaso entraba algún indio a confirmarse la volvía a hacer de nuevo y aunque entrasen diez y quince las volvía a hacer otra vez a todos cuantos entraban "[ff. 486-7]

 

Fray Juan Yáñez Solano, natural de la villa de san Clemente (Cuenca) España, O.P. "porque este testigo vio muchas veces por sus ojos en las confirmaciones que hacía dar a los dichos indios velas y vendas de su hacienda  porque llevaba muchas en unas petacas todo para este efecto y las que ofrecían los españoles se las daba a la iglesia donde confirmaba y les hacía llevar para que sirviesen a los pobres indios y asimismo sabe este testigo que caminó visitando su arzobispado [sic] por caminos como tiene dicho ásperos y peligrosos y frigidísimos y también muy cálidos sólo por la salvación de las lamas que le estaban encargadas y este era su principal intento y por una sola alma caminara muchas leguas y diera la vida como buen pastor como lo hizo muchas veces y así mismo si algunos indios o indias estaban enfermos e impedidos de manera que no pudiesen venir a la iglesia a confirmarse iba en persona a sus chozuelas y ranchos a confirmarlos y consolarlos" [600v-604].

 

          Conclusión: Cuatro años decisivos

 

          Son los años de la preadolescencia, tan singular y tan distinta en Rosa a la de las niñas de su edad. Corresponde de los 10 a los 14 años, lo que denomina el biógrafo José A. del Busto la etapa de la "doncellica":

 

"chiquilla alegre pero medida y al mismo tiempo rectada, piadosa, bastante ajena a este mundo mas no apartada de la realidad, virtuosa, amiga de ayunos y mortificaciones, pero todavía no vinculada con las penitencias severas. Fue, para su edad, rara, extraña, distinta de las otras doncellicas. Era atípica pero no anormal. Tenía arrebatos de niña y pensamientos de adulta, era una adolescente que sabía lo que quería, aunque ello lo ignoraban los demás. El centro del asunto era éste: ella sabía lo que quería"[31]

 

          Era proverbial su obediencia, su habilidad culinaria. Era eximia costurera y experta cocinera con lo que ayudaba a sus padres. Tuvo por entonces una enfermedad que le dejó tullida en cama mucho tiempo; su madre la intentó curar con piel de buitre pero se puso peor. Por aquel tiempo parce que sufrió de ijada, asma y tiña. , especie de pleuresía, con dolores en los pulmones y con tosidos de sangre. Además, la tiña, enfermedad que le causó una inflamación del cuero cabelludo, bultos en la cabeza y una herida grande, debiendo llamar al cirujano que la trató por 42 días. Mucho tuvo que ver con la contaminación atmosférica del mercurio y su exposición al vapor del azogue.

 

Hay un cuadro el del Maestro Cantero que parece basado en esta realidad. Lo relata Rosa en un sueño a María de Uzátegui, quien lo declara en el proceso:

 

"Madre, esta noche me casaron con un Cantero, no sé cómo fue mas que me hallé casada […] soñé que yo estaba en casa de mi madre, donde me habían casado con el Cantero, el cual me mostró unas piedras y me dijo que tuviese cuidado de labrarlas que él le tendría de mis padres y de acudirles [a socorrer]. Y que se fuel el Cantero y ella quedó, y que iba a labrar las piedras y que como estaban duras labraba poco, y acudía a las cosas de sus padres habían menester y de allí a mucho tiempo vino el Cantero y le preguntó qué era lo que había hecho, y ella le mostró lo podo que había hecho, y Él la tomón por la mano y le dijo: pensáis que sois vos sola andad acá, y la llevó en una sala enfrente, donde estaba y en abriendo la puerta, vio gran número de doncellas muy lindas y muy ricamente aderezadas con guirnaldas en las cabezas, y todas estaban lavando piedras y había muchas [piedras] a los lados labradas de lindísimos colores y todo el aposento estaba lleno de grandísima luz y las doncellas estaban destilando de los ojos, lágrimas que caían en las piedras y las ablandaban, para poderlas labrar, ella se miró a sí mismo y se vio con su hábito blanco, y el Cantero se volvió a ella y le dijo: qué os parece, no sois vos sola, y en esto se volvió a mirar […] y se vio vestida como estaban las otras doncellas, y que viéndose tan galana quiso volver a su madre y decírselo y en esto despertó[…] porque el Cantero tuvo particular cuidado con enviarle a la dicha bendita Rosa con qué favoreciese a sus padre, porque vio esta testigo que estando algunas veces con necesidad, la acudían moviendo los corazones de personas religiosas y devotas y muchas de ellas venían a esta testigo con algunas limosnas, y esta testigo se las daba a […] Rosa y le decía: Mira hija, que buen cuidado tiene el esposo Cantero, y ella las recibía con grande gozo, dando gracias a su Esposo soberano por las misericordias que usaba con ella. Y a ella en particular, le acudían muchas veces con esto socorro, y esto fue en ocasión que ya la bendita Rosa tenía la salud muy acabad y no podía trabaja en su labor de costura, con la cual solía ayudar el sustento de sus padres[32]"

 

 

          Rosa vivió en Quives aproximadamente unos 4 años. A los 14 regresó a Lima y muere el 24 de agosto de 1617. Fue canonizada el 12 de abril de 1671.

 

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[1] Luis MILLONES intenta aproximarnos desde la antropología y psicología: "Los años oscuros de Santa Rosa de Lima" y "Los sueños de Santa Rosa", en M. Lemlij y L. Millones (eds.) El umbral de los dioses. Biblioteca Peruana de Psicoanálisis, 1991, pp.121-182. De igual modo, a través del análisis del testimonio de don Gonzalo de la Maza: Una partecita del cielo. Horizontes, Lima, 1993.

[2] Vida del Ilmo. y Rev.  Don Toribio Alfonso Mogrovejo, Arzobispo de Lima  escrita por A. León Pinelo Madrid 1653, p.4.

[4] F.147 r en Señoríos indígenas de Lima y Canta, IEP, Lima 1978, p.259.

[5] Ibídem, p.260

[6] Ibídem, p.172.

[7] Ibídem. p. 157. AGN, Juicios de Residencia, cuad. 33, fol.276 r.

[8] Evangelización y control social a la doctrina de Nuestra Señora de la Limpia, Purísima e Inmaculada Concepción de Canta. Siglos XVI y XVII Fondo Editorial: Unidad de Post Grado de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM. Lima 2010,  p.102

[9] José A. del Busto "El Arcabucero Gaspar Flores, padre de Santa Rosa" Revista Histórica, Lima, 1960. En el proceso de canonización, el 22 de febrero de 1618 declara que es "gentil hombre de la compañía de los arcabuceros de la guardia de este reino…natural de San Juan de Puerto Rico…de 93 años".

[10]Diego de Encinas  "Cedulario Indiano" (Madrid, IV, 1945) Cit. en Guillermo Álvarez Espiritualidad de Santa Rosa. Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos del Perú, abril 1987, pp.6-7

[11] 2017 HART, Stephen Santa Rosa de Lima. La evolución de una santa Cátedra Vallejo, Lima, 2017, p.159

[12] "El Perú en tiempos del arzobispo Mogrovejo: impresiones epistolares" Lima 29 abril 1602, AGI, Patronato, 248, R.33. Estudios Humanísticos, Historia nº 8, 2009, León, pp.126-127.

[13] PORTAL, Ismael Lima religiosa (1535-1924) Librería e Imprenta Gil, Lima, 1924, p. 97)

[14] Lissón IV, nº 989, Patronato 248, R.33

[15] No hay acuerdo en las fechas. Unos hablan de 1597, otros de 1598. Me inclino por esta segunda.

[16] La Flor de Lima. Santa Rosa  Paulinas, Lima, 5ª ed. 1994 pp.20-21.

[17] Primer Proceso Ordinario para la Canonización de Santa Rosa de Lima 1617 Transcripción, introducción y notas del P. Dr. Hernán Jiménez Salas, O.P. (Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima, Lima, 2003, pp.604 pp.) (fol.5v) p.21

[18] Primer Proceso Ordinario para la Canonización de Santa Rosa de Lima 1617, folio  23v/

[19] Ibídem. f.285. p.365

[20] Primer Proceso Ordinario para la Canonización de Santa Rosa de Lima 1617, folio  23v/

[21] BENITO, J.A. Libro de visitas de Santo Toribio  (1593-1605) PUCP, Lima, 2006 p. 318v

[22] Ibídem p.221

[23] Ibídem p. 200

[24] Lissón, V, nº 1282, A de Lima 301

[25] Diccionario Histórico-Biográfico del Perú (1874-1890).Tomo VII, Imprenta Bolognesi, Lima, 1887, p.211

 

[26] Debo estos datos al generoso envío de Melecio Tineo, director del Archivo diocesano de Huacho. ADH: Sección "Curatos", XII, 25

[27] C2L, Parte 2ª, 46; en VARGAS UGARTE, Rubén - Concilios limenses. Tip. peruana, S.A., Lima, 1951, T. I, p.246.

[28] C2L, Act. 2, Cap.13; VARGAS UGARTE, Rubén - Concilios limenses. Tip. peruana, S.A., Lima, 1951, T. I, p.328)

[29] GARCÍA IRIGOYEN II, 134

[30] Acerca de los padrinos, se nos da una información precisa [213v] Ninacaca. En el pueblo de Ninacaca a postrero día del mes de febrero de 1588 años, Su Señoría Ilustrísima confirmó a los siguientes, de que fue padrino Sancho Dávila, siendo cura el P. Diego Flórez, 394. Acerca de los padrinos, los concilios ordenan "que en cada pueblo o parroquia de indios, se señalase un padrino para los que se bautizan [o confirman]; el señalarle empero a éste, será propio del ordinario, el cual podrá también señalar más que uno, como viere convenir al número de gente, con tal de que los así señalados sean ciertos y tales que se les pueda encomendar la enseñanza de los hijos espirituales" (C3L, II, 9).

[31]  Santa Rosa de Lima (Isabel Flores de Oliva) PUCP, Lima, 2006, pp.71-72

[32] Primer Proceso Ordinario para la Canonización de Santa Rosa de Lima 1617, folio  85v-86

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