OBISPOS PARTICIPANTES EN EL TERCER CONCILIO LIMENSE. SEMBLANZAS
"Obispos participantes en III Limense. Semblanzas". Tercer concilio
limense (1583-1591). Edición bilingüe de los decretos (Editor Luis
Martínez Ferrer; traductor José Luis Gutiérrez) (Pontifica Università
Santa Croce-San Pablo-Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima,
99-110).
1. Santo Toribio, Lima
2. Alonso Ávalos de Granero (Charcas
3. Guerra, Alonso (Asunción)
4. Lartaún, Sebastián de (Cuzco),
5. Medellín, Diego de (Santiago de Chile)
6. Peña, Pedro de la (Quito)
7. San Miguel, Antonio de (La Imperial)
8. Victoria, Francisco de (Tucumán)
1. SANTO TORIBIO ALFONSO DE MOGROVEJO
Nace en 1538, en Mayorga (Valladolid-España), encrucijada de caminos,
entre las actuales comunidades autónomas de Castilla-León, Asturias,
Cantabria y Galicia. En 1551 inicia sus estudios de Gramática y
Humanidades en Valladolid, capital del mundo hispánico. En 1562 acude
a Salamanca donde enseña su tío Juan Mogrovejo, catedrático
universitario. En 1569 obtiene el título de bachiller en Cánones y en
1571, peregrina a Compostela, y se licencia en Derecho. Cuando cursaba
estudios de doctorado en el Colegio San Salvador de Oviedo, en 1574,
se le nombra para Granada como Inquisidor Apostólico. En 1580, es
propuesto como arzobispo; contaba con 39 años y necesitó una apurada
ordenación sacerdotal en Granada como paso indispensable para la
consagración episcopal en Sevilla, el mismo año. Llegó al puerto de
Paita, Piura, en marzo de 1581 e ingresó en Lima, capital del Perú el
12 de mayo del mismo año.
Durante su trabajo episcopal en Lima convocó y presidió el III
Concilio Limense (1582-1583), al cual asistieron prelados de toda
Hispanoamérica, y en el que se trataron asuntos relativos a la
evangelización de los indios. De esa histórica asamblea se obtuvieron
importantes normas de pastoral, así como textos de catecismo en
castellano, quechua y aymara (los primeros libros impresos en
Sudamérica). Convocó y presidió otros dos concilios, el IV Limense, en
1591, y el V Limense, en 1601.
Santo Toribio visitó innumerables poblados de su amplio territorio,
uno de los más extensos y difíciles del mundo. A las visitas
pastorales dedicó 17 de sus 25 años de obispo, recorriendo
aproximadamente 40.000 kilómetros. Confirió la confirmación a Santa
Rosa, San Martin de Porres, a San Juan Macías, y a un millón más de
personas. Celebró 13 sínodos y en 1591 acomete una obra decisiva, la
creación del Seminario que -dedicado en su día a Santo Toribio de
Astorga- hoy lleva su nombre. Se siente, ante todo, pastor dispuesto a
dar su vida por sus ovejas. A tal efecto crea nuevas parroquias. De
igual modo, impulsará instituciones destinadas a la formación de
líderes espirituales, académicos y sociales, en los monasterios como
el de Santa Clara, hospitales como el de San Pedro, la Universidad de
San Marcos, la Casa del Divorcio. En 1593 inicia la segunda visita y
en 1605 la tercera, falleciendo en 1606, un 23 de marzo, en Saña. Al
año siguiente, 1607, un 27 de abril, es enterrado en Lima.
A los sesenta y ocho años Santo Toribio cayó enfermo en Pacasmayo al
norte de Lima, hizo su testamento en el que dejó a sus criados sus
efectos personales y a los pobres el resto de sus propiedades. Murió
en Zaña el 23 de marzo de 1606. El "protector de los indígenas" fue un
infatigable misionero y gran organizador de la Iglesia sudamericana.
Santo Toribio fue beatificado por el Papa Inocencio XI en 1679 y
canonizado por Benedicto XIII en 1726.
En 1983 San Juan Pablo II lo proclamó Patrono del Episcopado
latinoamericano. Con motivo de su visita al Perú en 1985, el Santo
Padre propuso a Santo Toribio como modelo de obispo para la nueva
evangelización por su santidad de vida, por su compromiso en la
defensa de los derechos humanos de los indígenas, por su sintonía con
la Iglesia de Roma y por su eclesiología de comunión.
BIBLIOGRAFÍA:
BENITO RODRÍGUEZ J.A.:1991. "La promoción humana y social del indio en
los concilios y sínodos de Santo Toribio" Actas del IV Congreso
Nacional de Americanistas "Castilla en América" (Caja España,
Valladolid, t.III, pp.279-294 2001. Crisol de lazos solidarios:
Toribio Alfonso Mogrovejo Universidad Católica "Sedes Sapientiae" y
Ministerio de Educación y Cultura de España, Lima, 275 pp 2002 "La
entrada de Santo Toribio en Lima, 1581" 9-34 Revista Peruana de
Historia Eclesiástica 8, Cuzco, 115-154. 2006. Libro de visitas de
Santo Toribio (1593-1605) (Colección Clásicos Peruanos, Pontificia
Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial 2006, pp.450+ Introdu.
LVI) Introducción, transcripción y notas. 2007. "La nueva cristiandad
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Mogrovejo" (1580-1606) Revista Teológica Limense, Facultad de Teología
Pontificia y Civil de Lima. Vol.XXXVI, nº 1, 65-90l 2007.
CASTAÑEDA DELGADO, P. "La jerarquía de la Iglesia en Indias" El
Pensamiento hispánico en América: Siglos XVI-XX, Bibliotheca
salmanticensis, Estudios 302, Universidad Pontificia de Salamanca,
2007, 27-46
DEL RÍO, Javier La evangelización del Perú en tiempo de Santo Toribio
de Mogrovejo Biblioteca Redemptoris Mater nº 2, Facultad de Teología
Redemptoris Mater, Callao, 2008,
GARCÍA IRIGOYEN, C. Santo Toribio Lima 1904 (4 tomos) Santo
Toribio...Las fiestas centenarias. 2t Librería San Pedro Lima 1908.
GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Fidel: "Toribio de Mogrovejo, modelo de pastor en
la iglesia americana de su tiempo"Toribio de Mogrovejo: Misionero,
santo y pastor. Actas del Congreso Académico Internacional (Lima 24-28
de abril de 2006) Arzobispado de Lima-PUCP, Lima, 2007, pp. 31-101
"Santo Toribio de Mogrovejo, gran apóstol de la evangelización del
nuevo mundo" L´Osservatore romano Roma, nº 19, 12 de mayo de 2006,
pp. 9-11
GRIGNANI, Mario La Regla Consueta de Santo Toribio de Mogrovejo y La
primera organización de la iglesia americana Ediciones Universidad
Católica de Chile, Santiago de Chile, 2009, 274 pp.
LEÓN PINELO, Antonio de Vida del Ilustrísimo y Reverendísimo D.
Toribio Alfonso Mogrovejo, Arzobispo de la ciudad de los Reyes. Madrid
1653. Lima 1906.
LEVILLIER, R. Santo Toribio de Mogrovejo, organizador de la Iglesia en
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NIETO VELEZ, Armando Santo Toribio de Mogrovejo Revista Histórica Tomo
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RODRÍGUEZ VALENCIA, V. Santo Toribio de Mogrovejo, organizador y
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SARANYANA, J.I. La teología conciliar en tiempos de STM Revista
Peruana de Historia Eclesiástica, Cuzco, 125-160
2. ÁVALOS DE GRANERO, ALONSO
Clérigo, natural de Villaescusa (Zamora), hijo de Alonso Granero «el
viejo» e Isabel de Ávalos, por parte de padre de la familia de los
Granero, uno de los apellidos más antiguos de Alarcón. Descendiente de
la Casa de Toledo.
Estudió en el Colegio Mayor de Cuenca de la Universidad de Salamanca
donde obtuvo el doctorado en teología y cánones.
Después de ordenado "in sacris" obtuvo una prebenda en la Catedral de
Guadix, llegando a presidir a sus capitulares como deán. Asimismo,
ocupó la plaza de fiscal en la Inquisición de Llerena. Don Pedro Moya
de Contreras, Inquisidor Mayor de Nueva España, al ser nombrado
arzobispo de México, con acuerdo del Rey y del Real Consejo de Indias,
lo designó para cubrir la vacante que él dejaba en aquel Tribunal. Se
embarcó en Sevilla al comenzar 1574; y tomó posesión de su cargo el 7
de octubre de aquel mismo año. Parece que buscó su medro personal.
Preconizado obispo de Charcas el 9 de enero de 1579, por Gregorio
XIII, se consagró en la ciudad de México antes de iniciar el viaje.
Viajó por Guatemala y Nicaragua y llegó a Lima en 1581; y a su sede
platense en 1582. Se incorporó al concilio en marzo de 1583 en el que
favoreció al quisquilloso obispo de Cuzco Sebastián de Lartaún.
Falleció en La Paz (Bolivia) el 19 de noviembre de 1585.
Es notorio el juicio desfavorable que le mereció su gestión episcopal
a Fr. Reginaldo de Lizárraga en Descripción breve de toda la tierra
del Perú..., Lib. II, cap. V, 112.
En su testamento mandó comprar una capilla en el convento de los
dominicos de Villaescusa de Haro, fundado por el obispo de Cuenca
Sebastián Ramírez de Fuenleal en 1542, hoy en ruinas, bajo el
patronazgo de sus familiares y con la condición de que si un patrón se
llamase Granero de Alarcón, el siguiente se llamase Ávalos de Toledo
BIBLIOGRAFÍA:
DURÁN, J.D. El Catecismo del III Concilio provincial de Lima y sus
complementos pastorales (1584 85) Estudio preliminar. Textos. Notas
Buenos Aires 1982.
EGAÑA, A. de Historia de la Iglesia en la América Española BAC,
Madrid, 1956, 219-431
GARCÍA IRIGOYEN, C. Santo Toribio Lima 1904, T.I
SARANYANA, Josep-Ignasi (dir.), Teología en América Latina, vol. I:
"Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión", 1493-1715,
Iberoamericana - Vervuert, Madrid - Frankfurt am Main 1999.
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3. GUERRA, FRAY ALONSO
Parece que fue natural de Cáceres. Emprendió viaje al Perú muy joven
como mercader, estableciéndose en Piura donde fue dueño de un barco en
sociedad con otro comerciante, para la carrera entre Panamá y Lima
(1537).
En 1547 solicitó vestir el hábito dominico en el Convento del Rosario
de Lima. Al año siguiente emitió los votos y comenzó los cursos de
artes y teología en las aulas del mismo claustro. Se destacó como
cantor y director del coro conventual. Años más tarde fue designado
Prior de Arequipa.
Luego actuó como Definidor en el Capítulo celebrado en Lima en 1569.
Desde ese año hasta 1571 fue Prior del Rosario de Lima y Rector del
Estudio General. Ante la intervención del virrey Francisco de Toledo
renunció a su alto cargo en la orden y se retiró a Huamanga.
Por razones de salud tuvo que declinar ambos cargos, retirándose en
busca de buenos aires al Convento de Santa Ana de Huamanga. Fue
presentado por Felipe II el 23 de setiembre de 1577. El Consejo de
Indias en su informe al Rey aseguraba que era "muy buen letrado y
predicador, y de muy buena vida y ejemplo, y ha muchos años que está
en el Perú enseñando y doctrinando" (AGI, Charcas, 1).
En Huamanga recibió en 1578 la noticia de su promoción a la sede
episcopal de Asunción del Paraguay. Durante cuatro años permaneció en
Lima sin consagrarse por falta de recursos. Gracias a los socorros del
Virrey Enríquez y de Santo Toribio se le impusieron las manos cuatro
días antes de abrirse el concilio.
Creó pronto el Seminario con doce jóvenes a los que él mismo enseñaba
como profesor. in embargo, pronto entró en conflicto con las
autoridades civiles, entre ellos el gobernador Juan Torres de Vera y
Aragón, por la carencia de rentas y el cobro de los diezmos, a tal
extremo que terminó siendo expulsado de la provincia, luego de un
motín promovido por los alcaldes y encomenderos (1590).La enseñanza
quedó a cargo de Fray Bolaños, quien fue ordenado por el obispo Guerra
en 1585.
Gobernó la diócesis desde septiembre de 1585, hasta 1589. Fue
promovido al obispado de Michoacán, en México, donde murió el 28 de
junio de 1596. Dice el historiador Montalvo "con tan singular bondad y
desinterés, que si en el estado de religioso le faltó hacienda para
ungirse, en el de Obispo no la tuvo para enterrarse"
BIBLIOGRAFÍA:
DURÁN, J.D. El Catecismo del III Concilio provincial de Lima y sus
complementos pastorales (1584 85) Estudio preliminar. Textos. Notas
Buenos Aires 1982.
EGAÑA, A. de Historia de la Iglesia en la América Española BAC,
Madrid, 1956, 179-180.
GARCÍA IRIGOYEN, C. Santo Toribio Lima 1904, T.I, p.111
http://www.portalguarani.com/detalles_museos_otras_obras.php?id=103&id_obras=2678&id_otras=369
SARANYANA, Josep-Ignasi (dir.), Teología en América Latina, vol. I:
"Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión", 1493-1715,
Iberoamericana - Vervuert, Madrid - Frankfurt am Main 1999.
4. LARTAÚN, SEBASTIÁN DE
Nace en Oyarzun (Guipúzcoa) a mediados del siglo. Los primeros
estudios los realizó en el Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de
Henares; y en la célebre Universidad obtuvo el doctorado en cánones.
Fue catedrático en la Facultad de Artes de Alcalá entre 1545 y 1549,
junto al maestro Pedro Serrano autor de un comentario a las "Éticas"
de Aristóteles. En 1566 visitó la Universidad y ordenó arreglar la
cárcel y los colegios menores.
Fue rector de la iglesia de Aizarnazabal y, siendo colegial de la
Universidad de Oñate, fue rector en cuyo puesto fueron aprobadas las
constituciones en 1551 por él. En su tierra natal gozó de un beneficio
entero; también en Alcalá disfrutó de una prebenda de canónigo en la
Colegiata de San Justo y Pastor. En el ejercicio de su ministerio, fue
beneficiado con una canonjía, en la iglesia de Calahorra
Electo obispo de Panamá, no prosperó. Preconizado para ocupar la
diócesis vacante del Cuzco (4 de setiembre de 1570), fue consagrado en
la iglesia de San Esteban de Oyarzun el 12 de agosto de 1571 y al año
siguiente sale de Sevilla para Nombre de Dios en la flota de 1572 y
tomó posesión de su sede el 28 de junio de 1573,
Su vida quisquillosa comenzó en su tierra pues antes de salir ya le
abrieron dos pleitos en el tribunal eclesiástico de Pamplona por
considerar que su promoción episcopal era incompatible con el disfrute
del beneficio entero que gozaban en Oyarzun; la sentencia declara
vacante el beneficio por la consagración episcopal y es adjudicado a
los votados por los vecinos. El segundo litigio de 1575 le enfrente
con el Regimiento del valle de Oyarzun, acerca de la licencia para
construir una capilla en la iglesia parroquial.
Debido a la larga sedevacancia y a su carácter batallador, en su
diócesis se enemistó tanto con el clero secular como con el regular,
así como con las autoridades civiles; con los primeros, por exigirles
un porcentaje de sus entradas, con los religiosos por ir contra los
privilegios pontificios y con la autoridad civil por oponerse a sus
tendencias regalistas. Choca con el cabildo secular por la publicación
de la "Bula de la Cena", la protección de los indios y la inmunidad de
personas y lugares reservados al culto.
Ferviente defensor de la causa de los indios oprimidos, autor de una
Relación del origen, descendencia, política y gobierno de los Incas,
pronto entró en conflicto con su cabildo debido a las exigentes
reclamaciones sobre la parte que le correspondía en la percepción de
los diezmos. Se opuso asimismo, a la erección de la diócesis de
Arequipa, que debía desprenderse de la del Cuzco en atención a lo
solicitado por su antecesor en la sede, fray Juan Solano.
Durante el III Concilio Limense (1582) se enfrentó a las
recriminaciones del arzobispo Toribio de Mogrovejo; pero lejos de
aceptarlas y moderar sus exigencias de rentas y pensiones, llegó
incluso a promover alborotos mediante gente armada. La tormenta se
desató por la acumulación de memoriales -hasta 23 acusaciones por
parte del Cabildo secular- contra el obispo del Cuzco, Mons. Sebastián
de Lartaún y la respuesta intempestiva del mismo. En el Concilio será
protagonista de los conflictos más enconados frente a Mogrovejo. El
cabildo del Cuzco junto a ciertos vecinos presentó a consideración de
los padres conciliares una acusación contra su Obispo, Sebastián
Lartaún. Se le llegaba a acusar hasta de ser responsable de la muerte
del canónigo Juan de Vega y de haberse apropiado de más de 30.000
pesos de la fábrica de la catedral; de hecho, en su testamento pide
perdón. No es fácil comprender la conflictiva situación. Por ejemplo,
entre las denuncias del cabildo seglar del Cuzco no se cita la muerte
del canónigo Vera, en la cárcel de Lima por prisión decretada por
Lartaún; el luctuoso hecho estaba más que justificado pues era público
su amancebamiento con una prima carnal y la muerte fue puro accidente.
Desde ese momento los obispos se dividieron en dos facciones,
pronunciándose a favor o en contra de Lartaún. Las sesiones se
paralizaron, dedicándose los prelados a estériles y apasionadas
discusiones. Santo Toribio, que se mantenía neutral en el conflicto,
intentó poner paz y retomar a los asuntos propios de la reunión.
La gravedad de las denuncias movió al arzobispo Mogrovejo a aceptarlas
y examinarlas con el fin de que Lartaún se exculpase. El santo optó
por ordenar una investigación comisionando a varios de los asistentes
que, después de controversias y declinaciones, recayó en el fiel
provisor y vicario general Valcázar. Todos los obispos, salvo el de La
Imperial, apoyaron al santo. Muerto el virrey Almansa, firme apoyo del
arzobispo, éste pensó en disolver el concilio. El obispo de Cuzco, no
sólo negaba la incompetencia del mismo, sino que llegó sostener que el
proceso no podía llevarse a cabo fuera del concilio. El santo propuso
entonces remitir el proceso a Roma. Al efecto, en vísperas de Semana
Santa, suspendió en concilio hasta la Pascua de Resurrección indicando
a los padres conciliares que se retirasen.
El tacto de Mogrovejo fue confundido con debilidad. Sin poder ocultar
su pesimismo y desazón, el Virrey Enríquez escribe al Rey criticando a
los prelados ya su amigo el Arzobispo: "Esto no es estar en
reformación sino en exceso de codicia, que no digo ya en prelados,
pero aún en hombres particulares era muy gran exceso". "El Arzobispo
es muy noble hombre, más tiene poca resolución por ocasión de sus
escrúpulos". Se equivocaba el Virrey. Como hombre de leyes, Toribio
deseaba que se agoten las instancias legales, pero estaba dispuesto
allegar a las últimas consecuencias con el fin de sacar adelante el
concilio. Para el 23 de marzo de 1583 el Arzobispo había, al parecer,
aguardado .demasiado, como él mismo relata.
El 19 de abril de 1583 el arzobispo metropolitano reabrió en efecto el
concilio a costa de su propia humillación y pese a la animosidad
latente. Don Sebastián de Lartaún se permitió afirmar ante el legado
real que el arzobispo "no era cabeza ni presidente del concilio, sino
el Espíritu Santo". Continuaban pues las tensiones, pero el santo
arzobispo logró convencer a los padres conciliares para que se
prescindiese de la causa judicial del Cuzco y en cambio se ofreciese
al pueblo cristiano los esperados decretos de reforma.
Muere sorpresivamente en pleno Concilio, el 9 de octubre de 1583,
siendo enterrado en el convento grande de San Agustín de Lima. Su
testamento está en el AGN, protocolo del escribano Alonso de Valencia,
1584, en el que destacan estas sentidas palabras: "Su Señoría perdona
de.muy buen corazón a todas aquellas personas que le han ofendido e
injuriado, por escrito o de palabra o de otra manera, porque Dios
Nuestro Señor le perdone sus culpas y pecados y les pide perdón si les
ha injuriado" Como subraya A. Egaña "esta sombra ha enlutado su figura
y ocultado la otra faceta de su actividad episcopal, íntegra y
canónicamente positiva".
BIBLIOGRAFÍA:
ARAMBURU ZUDAIRE, José Miguel "D. Sebastián de Lartaún, obispo
guipuzcoano en Cuzco" 377-393 Evangelización y teología en América
(siglo XVI): Simposio Internacional de Teología de la Universidad de
Navarra, vol. I, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad
de Navarra, 1990, 377-393
DURÁN, J.D. El Catecismo del III Concilio provincial de Lima y sus
complementos pastorales (1584 85) Estudio preliminar. Textos. Notas
Buenos Aires 1982.
EGAÑA, A. de Historia de la Iglesia en la América Española BAC,
Madrid, 1956, 219-431
GARCÍA IRIGOYEN, C. Santo Toribio Lima 1904, T.I, p.110
NIETO VÉLEZ, A. Voz "Lartaún, Sebastián de" Diccionario Biográfico
Español de la Real Academia de la Historia vol. XXXIV, Madrid, 2011
Vol..XXIX, pp.128-129
SARANYANA, Josep-Ignasi (dir.), Teología en América Latina, vol. I:
"Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión", 1493-1715,
Iberoamericana - Vervuert, Madrid - Frankfurt am Main 1999.
VARGAS UGARTE, R. Episcopologio de las diócesis del antiguo Perú desde
sus orígenes hasta la emancipación, 1513-1825
5. MEDELLÍN, FRAY DIEGO DE
Nació en Medellín (Badajoz), en 1496; y tomó su nombre de su villa
natal. Profesó como fraile franciscano en el Convento de San Ildefonso
de Hornachos, por aquel entonces perteneciente a la Provincia de
Salamanca. Tras emitir los votos y finalizar los estudios, fue enviado
al Perú.
Por el año 1545 ya se encontraba en Lima. Fue uno de los primeros
doctores salidos de la Universidad de San Marcos. Fue guardián del
Convento de Jesús en Lima en 1564, donde enseñó gramática y ciencias
sagradas.
Su talante pastoral lo manifiesta ya en el II Concilio Provincial de
Lima (1567-1568), presidido por Fr. Jerónimo de Loaysa y donde mira
"al sustento de la tierra por los españoles y a la libertad de los
indios".
En 1568 fue electo sexto ministro provincial de la provincia de los
Doce Apóstoles.
En la Real Cédula del 30 de diciembre de 1573 dirigida al Deán y
Cabildo de Santiago de Chile, el rey Felipe II da noticia haber
presentado a fray Diego al papa Gregorio XIII para el obispado de
Santiago como sucesor de fray Fernando de Barrionuevo, fallecido en
1571. Con setenta y ocho años, el 8 de junio de 1574, será preconizado
para el obispado de Santiago de Chile, donde entra a mediados de 1576;
y, recibidas las bulas canónicas, en 1577, será consagrado obispo por
fray Antonio de San Miguel, O.F.M., obispo de La Imperial de Chile.
La diócesis se encontraba en una extrema pobreza a la que se sumaba la
carestía del momento. Además, las continuas guerras con los indígenas
mapuches impiden una evangelización estable; la iglesia catedral ha
sido destruida por el terremoto de 1570 y el obispado carece también
de lo necesario para las celebraciones litúrgicas; mientras que el
clero catedralicio es relajado, el clero diocesano es muy reducido en
número e insuficiente para servir un territorio que incluye también la
provincia transandina de Cuyo (Mendoza); las irregularidades canónicas
en la fundación del monasterio femenino de la Limpia Concepción de
María; los indios postrados por trabajos injustos y sin defensa
efectiva (los "Protectores" son llamados "Destructores" por Fray
Diego: Carta al Rey, 15 de abril de 1580).
Medellín se preocupa para que su clero viva dignamente y pueda atender
a las necesidades espirituales; visita al cabildo eclesiástico y su
postura resulta ser un ejemplo moralizador; visita su obispado y viaja
a Lima participando en el III concilio provincial (1582-1583)
presidido por Toribio de Mogrovejo; por su sensibilidad cultural y la
necesidad de la evangelización, se funda en 1578 una cátedra de
gramática y en 1584 instituye el primer seminario conciliar de América
para la formación del clero, primera institución educativa de Chile y
de las más antigua del continente poniendo al frente al doctrinero
Francisco de la Hoz; manda que se traduzca el catecismo del III
Concilio Limense, Doctrina Christiana a la lengua mapuche y se lo usa
en el obispado; convoca en 1586 el primer sínodo diocesano y sus
actas, no conservadas, influyen en los sínodos sucesivos; actúa en
favor de los indios espiritualmente y socialmente, organizando las
doctrinas con la ayuda de las órdenes religiosas, y defendiéndolos de
los abusos de los encomenderos, debiéndose enfrentar a las autoridades
como al gobernador Rodrigo de Quiroga, quien intentaba acortar la
remuneración solicitada para el sustento de los ministros. Otras veces
tuvo que luchar para enfrentar a los gobernantes que elevaban los
tributos a los indios. Por otra parte, ordenó a los sacerdotes que
negaran la absolución a quienes no aceptaran la tasa de tributos
impuesta por el gobernador Martín Ruiz de Gamboa, favorecedor de la
causa indígena.
Murió en Santiago en 1592, a los 97 años de edad y 17 de obispo,
convirtiéndose en el forjador de la nueva diócesis. Entre sus logros
cabe destacar: el mejor trato a los indios por parte de los
encomenderos, la regulación de la actuación de los canónigos desborda
por los 12 años de sede vacante, la culminación de la catedral, donde
descansan sus restos.
BIBLIOGRAFÍA:
BARRIOS, M. Presencia franciscana en Chile. Sinopsis histórica
1553-2003, Santiago 2003
-Voz "Medellín, Diego" del Diccionario Biográfico Español de la Real
Academia de la Historia vol. XXXIV, Madrid, 2011, p.155
DURÁN, J.D. El Catecismo del III Concilio provincial de Lima y sus
complementos pastorales (1584 85) Estudio preliminar. Textos. Notas
Buenos Aires 1982.
ERRÁZURIZ, Los orígenes de la Iglesia Chilena (1540-1603), Santiago 1873
GARCÍA, S. Voz "Medellín, Diego de" M. ANDRÉS MARTÍN Misioneros
extremeños en Hispanoamérica y Filipinas, BAC, Madrid, 1994, 2ª ed,
p.220
GARCÍA IRIGOYEN, C. Santo Toribio Lima 1904, T.I
GRIGNANI, Mario L.
http://enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/MEDELL%C3%8DN,_Diego_De
LEVILLIER, R. La Organización de la Iglesia y Órdenes religiosas en el
Virreinato del Perú en el siglo XVI. Documentos del Archivo de Indias,
I, Madrid 1919
OLIVARES, L. La provincia franciscana de Chile de 1553 a 1700 y la
defensa que hizo de los Indios, Santiago 1961
REHBEIN, A. Diego de Medellín, en Episcopologio Chileno. 1561-1815, en
OVIEDO CAVADA, Carlos (Director): Episcopologio chileno, 1561-1815.
Santiago, Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile, 1992. 1
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SARANYANA, Josep-Ignasi (dir.), Teología en América Latina, vol. I,
Iberoamericana - Vervuert, Madrid - Frankfurt am Main 1999.
SILVA, L. "Fray Diego de Medellín. Obispo de Santiago", en Anuario de
Historia de la Iglesia en Chile, 2 (1984)
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6. PEÑA, Y MONTENEGRO, Fr. PEDRO DE LA
Nacido en Covarrubias, Burgos, en 1520. Hijo de Hernán Vázquez e
Isabel de la Peña. Fue postulante dominico en el convento de San Pablo
de Burgos y profesó el 3 de mayo de 1540. Colegial de Santa Cruz de
Valladolid, los estudios eclesiásticos los cursó en el Colegio de San
Gregorio de Valladolid, donde será profesor.
Poco tiempo después de ordenado sacerdote, en 1550, pasó a Nueva
España integrando el séquito del Virrey Don Luis de Velasco, quien lo
había elegido como su director espiritual en atención a su excelente
prepa-ración intelectual y a la reconocida virtud de las que gozaba.
Su primer cometido fue el de prior y maestro de novicios del convento
de Oaxaca. Contribuyó a fundar la Universidad de México, en la que
desempeñó la Cátedra de Prima de Teología desde 1553; entre sus
alumnos destacará el futuro virrey-arzobispo Pedro Moya Contreras. .
Siempre se preocupó por brindar a sacerdotes y misioneros la mejor
formación. En ese mismo año fue nombrado prior del Convento Grande de
Santo Domingo de la capital virreinal. Desde 1558 a 1561 se desempeñó
como provincial de la Provincia de Santiago de México.
A principios de 1562, junto con los provinciales de San Agustín y San
Francisco, pasó a España para gestionar, en calidad de procurador ante
el Consejo de Indias, asuntos relacionados con los intereses y
privilegios de la Orden en Nueva España. Felipe II, en 1564, lo
presentó para el obispado de Verapaz (Centroamérica) y Paulo IV lo
preconizó el 22 de mayo de 1565 para Quito. El 18 de octubre de ese
mismo año fue consagrado en Madrid, en la Basílica de Nuestra Sra. de
Atocha, por el arzobispo de Santiago de Compostela y los obispos de
Segovia y Guadix. En abril de 1566 se hizo presente en su sede. A
pesar de contar con más de 60 años, su espíritu juvenil le lleva a
continuar la catedral, aprobar un Reglamento, vigilar la contabilidad
eclesiástica, cuidar de la celebración de las misas fundacionales.
Se propuso aplicar el concilio de Trento por lo que pone las bases del
seminario que inauguraría su sucesor Luis López de Solís en 1594;
convoca el sínodo diocesano el 17 de marzo de 1570 en el que impuso la
secularización de las doctrinas frente a las órdenes regulares, gira
la visita por su vasto territorio diocesano: por el norte hasta más
allá de Pasto, por el sur hasta los despoblados de Trujillo, por el
este hasta los difusos confines de la tierra de los indios canelos y
quijos por Baeza, y por el oeste, hasta la playa del Pacífico. Apuesta
claramente por los indios y se enfrenta valientemente a las
intromisiones de la Audiencia en sus derechos episcopales debidos al
Patronato Regio. El prelado contó con el apoyo de las órdenes
religiosas, agustinos y franciscanas en su empeño de evangelizar a sus
fieles. En coordinación con la Audiencia propuso un plan urbano
racional por el que asignaba a cada pueblo una legua de circuito, sólo
para los indios; de igual modo, acometió un plan educador entre los
doctrineros en el que conjugaba la liturgia con la catequesis.
El historiador J.M. Vargas resalta cómo el prelado Peña, en
contestación a una cédula de Felipe II de 20 de enero de 1577 que
prohibía ordenar mestizos, respondió que en doce años de obispado
había ordenado tan sólo cuatro sacerdotes, a quienes «ningún español
de buena vida les hacía ventaja». De hecho, fue crecido el número de
sacerdotes y religiosos criollos. Su presencia será decisiva –por
ejemplo- en la popular rebelión quiteña, con motivo de las alcabalas,
en el que el Cabildo recurrió al parecer de estos teólogos y juristas
criollos para respaldar su actuación en principios de derecho.
El 1572 disputó con los frailes para impedir que continuaran los
Encomenderos en sus vejámenes a los indios, les amenazó con no darles
la absolución. El Jueves 8 de Septiembre de 1575 erupcionó el volcán
Pichincha con terrible violencia, ocasionando durante casi un año,
continuas pérdidas. En 1576 asistió al Capítulo Provincial de la Orden
y habiendo fallecido el Arzobispo le correspondió presidir el Auto de
Fe del l3 del Abril de l.578, realizado por los Dominicanos de Lima
para enjuiciar a su antiguo hermano dominico Fray Francisco de la Cruz
y varios cientos de sus seguidores.
Se incorporó al concilio en octubre de 1582. Llegó con dos meses de
retraso y tras asistir a algunas sesiones, sintiéndose súbitamente
cansado, presentó la renuncia al obispado de Quito y pidió una plaza
de Inquisidor del Tribunal de Lima. Falleció el 7 de Marzo de l583 de
más de ochenta años de edad, en pleno Concilio, dejando como heredero
de todos sus bienes a la Inquisición. , para que con dicho dinero se
compusiera la cárcel de ella.
BIBLIOGRAFÍA:
BRAVO CISNEROS, Jaime F. La diócesis de Quito en el siglo XVI. El
Tercer Sínodo Quitense (extracto de la tesis), Pamplona 1994
file:///C:/Documents%20and%20Settings/Administrador/Escritorio/CDT_XXV_02.pdf
DURÁN, J.D. El Catecismo del III Concilio provincial de Lima y sus
complementos pastorales (1584 85) Estudio preliminar. Textos. Notas
Buenos Aires 1982.
EGAÑA, A. de Historia de la Iglesia en la América Española BAC,
Madrid, 1956, 418-431
GONZALEZ OCHOA, J.Mª Voz "Peña y Montenegro, Fr. Pedro de la"
Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia vol.
XXXIV, Madrid, 2011 tomo XL, p.579
GARCÍA IRIGOYEN, C. Santo Toribio Lima 1904, T.I, p.111
VARGAS, José María O.P Historia de la cultura ecuatoriana
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-de-la-cultura-ecuatoriana--0/html/0027fcd4-82b2-11df-acc7-002185ce6064_22.html
7. SAN MIGUEL, ANTONIO DE
Tomó este nombre al ingresar a la vida franciscana, dejando su
apellido de Avendaño. Nació en Salamanca en 1521. Fueron sus padres,
Don Antonio de Avendaño y Doña Juana de Paz, vecinos de la Villa de
Ledesma, y entroncados con la vieja nobleza salmantina. En 1539 vistió
el hábito de los Frailes Menores en el Convento de San Francisco de
Salamanca, donde profesó al año siguiente. Cursó sus estudios en los
claustros de la Orden y en la Universidad de Salamanca. Ordenado
sacerdote fue destinado al Convento de San Francisco de Toro, desde
donde pidió pasar Indias.
Cuando formaba parte de la comunidad en Toro fue enviado al Perú. En
1562 se lo designó ministro provincial de la Provincia peruana de los
Doce Apóstoles. Siendo guardián del convento de Lima, la Audiencia le
pidió que acompañase al ejército realista para apresar al rebelde
Girón y cuentan las crónicas que gracias a su prédica a los soldados
la víspera de la batalla de Pucará aseguró la victoria. Más adelante,
como guardián del Cuzco, tuvo que predicar en la catedral y, al ver a
un buen número de encomenderos, les habló acerca de la justicia como
virtud moral, de la restitución, alentándoles a que fundasen
hospitales y obras de caridad: "Mostraos, señores, tan largos y
dadivoso como os mostrasteis fuerte y valerosos para ganar este
imperio".
Pío IV, el 22 de marzo de 1563, lo instituyó primer obispo de La
Imperial. Debido a que las bulas originales se extraviaron, para
consagrarse, tuvo que esperar que le llegaran nuevos ejemplares
firmados por Pío V. El arzobispo Fr. Jerónimo de Loaysa le impuso las
manos en Lima el 9 de febrero de 1567. Llegó a Concepción a mediados
de mayo de 1568, asolada además por la guerra contra los Araucanos. En
sus cartas a Felipe II insistía en que la guerra continuaría mientras
persistiese el sistema " injusto de la encomienda, lo mismo que el
servicio personal de los Indios".
De 1571 a 1574 visitó canónicamente su dilatada diócesis y sus siete
curatos de La Imperial, Osorno, Concepción, Valdivia, Castro y Angol o
Confines, llegando hasta Chiloé. Su jurisdicción se extendía desde el
río Maule por el norte, hasta el extremo sur del continente, y desde
el océano Pacífico hasta el Atlántico. Veinte sacerdotes del clero
secular y veinte del clero regular (mercedarios franciscanos y
dominicos) colaboraban con el obispo en la atención espiritual de
españoles y nativos.
En defensa de la justicia y de la inmunidad eclesiástica el obispo San
Miguel hubo de chocar con la Real Audiencia de Concepción dirigida por
Melchor Bravo y Saravia a causa de un lance surgido entre un
franciscano y un alguacil. y logró la supresión de la misma en 1573,
agregando su territorio a la Audiencia de Lima y nombrando gobernador
de Chile a Rodrigo de Quiroga.
Participó en el Concilio Limense III, en el que apoyó constantemente
al metropolitano Santo Toribio Alfonso Mogrovejo en orden a abrir
proceso al obispo del Cuzco, don Sebastián de Lartaún, quien a su vez
recusó como visitador al obispo fray Antonio de San Miguel. Este
celebró en La Imperial un sínodo diocesano y encargó la traducción del
catecismo límense al idioma araucano. Pidió al rey la fundación de un
colegio en La Imperial, más aún, de Universidad. Sabemos que puso en
marcha un seminario modestísimo, el primer seminario chileno que se
erigió en conformidad con las disposiciones del concilio tridentino.
En 1587 respondió a 18 capítulos de acusaciones del teniente
gobernador y jurista doctor Luis López de Azoca. El obispo San Miguel
había confiado 11 doctrinas a regulares nombrados por él mismo En 1589
ambos, obispo y gobernador, abandonarían Chile. Aunque en 1587 había
presentado su renuncia al Rey, Felipe II –sabedor de su coherencia y
celo pastoral- no sólo se niega a aceptársela sino que le presenta
para la gran diócesis de Quito.
De este modo, Fray Antonio de San Miguel dejaba su querida diócesis,
regida con tanta integridad y celo apostólico durante 22 años, camino
de Valdivia para asumir la diócesis de Quito, a la que había sido
promovido por el papa Sixto V Pero tres jornadas antes de alcanzar su
sede quitense, expiraba en Riobamba en noviembre de 1590. El
Martirologio Franciscano honra su memoria el 18 de enero.
Aquella diócesis corresponde en la actualidad a la diócesis chilena de
Temuco, la jurisdicción que se reparte el gobierno eclesiástico del
territorio de la IX Región de la Araucanía, Chile, con la Diócesis de
Villarrica, abarcando toda la Provincia de Malleco y parte de la
Provincia de Cautín; comprendiendo de esta, la totalidad de las
comunas de: Perquenco, Galvarino, Cholchol y Temuco, y la mayor parte
de las comunas de Lautaro, Nueva Imperial y Carahue .
BIBLIOGRAFÍA:
DURÁN, J.D. El Catecismo del III Concilio provincial de Lima y sus
complementos pastorales (1584 85) Estudio preliminar. Textos. Notas
Buenos Aires 1982.
EGAÑA, A. de Historia de la Iglesia en la América Española BAC,
Madrid, 1956, 219-223
GARCÍA, S. Voz "San Miguel Manzanedo, Antonio de" M. ANDRÉS MARTÍN
Misioneros extremeños en Hispanoamérica y Filipinas, BAC, Madrid,
1994, 2ª ed, p.322-323
OLAVE, R. Rasgos biográficos de eclesiásticos de Concepción
(1552-1818), Santiago de Chile, 1916, 59, 434
SARANYANA, Josep-Ignasi (dir.), Teología en América Latina, vol. I:
"Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión", 1493-1715,
Iberoamericana - Vervuert, Madrid - Frankfurt am Main 1999.
SILVA COTAPOS, Carlos Don Fray Antonio de San Miguel, primer obispo de
La Imperial
----------------------------------------------------
8. VITORIA, FRAY FRANCISCO DE
Este prelado era oriundo de Portugal. Por sus venas corría sangre
judía. Antes de ser religioso actuó como comerciante en Perú, organizó
dos operaciones comerciales con Brasil, con navíos que le pertenecían.
La primera consistió en un envío de 30.000 pesos en plata más
productos locales para intercambiarlos por esclavos y manufacturas
europeas.
En Lima ingresó a la Orden dominica, vistiendo el hábito, al correr el
año 1560, en el Convento de Nuestra Señora del Rosario. Se destacó en
la predicación y en la enseñanza. Fue predicador regente de la
Universidad de San Marcos, consultor del Santo Oficio y lector de
teología en el Convento del Rosario. En el Capítulo provincial del 25
de junio de 1569 fue nombrado Definidor general y Procurador en ambas
curias. Se embarcó en el Callao hacia fines de aquel año. Durante su
permanencia en España, el 23 de setiembre 1577, fue propuesto por
Felipe II para el obispado del Tucumán; y Gregorio XIII lo preconizó
el 13 de enero de 1578. Fue consagrado en el Monasterio de Santa María
de los Ángeles de Sevilla, donde se erigió canónicamente la diócesis
El 1 de febrero de 1580 llegó a Lima, designado como vicario y
administrador del obispado al Padre Hernando de Morillo. Al considerar
que los misioneros dedicados a evangelizar a los indígenas eran
claramente insuficientes —a pesar del aporte de los frailes dominicos—
invitó a los jesuitas a instalarse en la provincia a través de su
provincial Baltasar de Piñas, el cual envió a los padres Francisco de
Angulo y Alonso de Barzana. Para ese tiempo compra y repara en Santa
Fe una fragata construida en Asunción con la que organiza su primera
expedición comercial. En febrero del año siguiente de 1581 entró en
Potosí, camino a su sede. Estaba capitaneada por el mercader portugués
López Vásquez Pestaña, asociado a la empresa y figuraba entre sus
tripulantes el padre Francisco Salcedo, también portugués en carácter
de "Representante Espiritual". Luego de permanecer largo tiempo en
aquella ciudad, dedicado a solucionar sus preocupaciones económicas,
tomó posesión del obispado en Talina, pueblo de indios chichas.
Se incorporó al concilio en marzo de 1583, poco antes de que muriesen
el obispo de Quito y el virrey, debiendo asumir las funciones de este
último el oidor más antiguo, Licenciado Cristóbal Ramírez de
Cartagena. Resultó tan conflictivo el Concilio que el Presidente,
Santo Toribio, en vísperas de Semana Santa, suspendió en concilio
hasta la Pascua de Resurrección indicando a los padres conciliares que
se retirasen. Sin embargo, 5 obispos no sólo se negaron sino que
arrebataron las llaves del archivo y se apoderaron de los papeles del
proceso, que retuvo fray Francisco de Vitoria, llegándolos a quemar en
el horno de un pastelero del centro de Lima. Ante su negativa de
devolver los documentos, el metropolitano suspendió las congregaciones
y excomulgó públicamente a Mons. Vitoria. Éste pretendió continuar el
concilio en el caso de que no lo reabriese santo Toribio. El
metropolitano accedió con tal de que se devolviera el libro de
acuerdos a los secretarios. Como cuatro de los cinco obispos
sufragáneos llevaban adelante su proyecto de conciliábulo Mogrovejo
los excomulgó.
Cuando Victoria viajó al Sínodo de Lima, lo hizo con la idea de no
regresar más al Tucumán. En efecto, el 6 de abril de 1584, desde Lima,
envió la renuncia a Felipe II por sentirse sin fuerzas para continuar
con el ejercicio del ministerio pastoral. Santo Toribio, le informó al
rey Felipe II que "se serviría mucho a Nuestro Señor aceptarle la
renuncia al obispo, porque él no se aplica a cosa de ella, sino a
otras muy diferentes". Y agregó que Victoria "había tomado lo que no
era suyo, con ánimo diabólico, alborotando a esa república… como
disipador de la paz cristiana".
No obstante ello, regresó a Tucumán en agosto de 1587. Abandonó
prácticamente la diócesis a fines de aquél año para trasladarse a
Potosí, su lugar de residencia habitual por casi tres años, donde
llevó una auténtica vida de mercader, despreocupado totalmente del
bien espiritual de su grey. Pasó fugaz-mente por Santiago del Estero a
principios de 1590. Desde allí se encaminó a Buenos Aires y se embarcó
para el Brasil, siempre en planes de comercio. Posteriormente viajó a
España, donde murió en el convento dominico de Atocha en 1592.
Evidentemente Fr. Francisco no había nacido para el oficio pastoral.
Su temperamento lo impulsaba más a prestar atención a lo material y
económico de sus grandes empresas comerciales, que a los intereses
propios de sus funciones episcopales.
Fue mérito del obispo Francisco de Victoria la llegada al Tucumán de
los miembros de la Compañía de Jesús. Su obra fue extraordinaria en la
educación y evangelización. Ellos tuvieron a cargo las reducciones,
las misiones, las primeras escuelas y seminarios.
Además de todo esto, el obispo tuvo fama de auténtico mercader y de
prototipo de hombre de negocios. En Santiago del Estero se lo recuerda
fundamentalmente por ser él el precursor de las exportaciones. Otro
mérito que hay que reconocer a este prelado es que descubrió que para
proveerse de ciertos productos de origen europeo que se recibían en
América vía tierra firme-Panamá, y a precios muy altos, resultaba más
conveniente traerlos desde Brasil. Y que al mismo tiempo, era factible
colocar las manufacturas y productos agropecuarios del Tucumán en ese
país. Evidentemente Victoria fue un hábil comerciante y con justeza se
lo llamó "el padre del comercio argentino-brasileño".Entre sus
críticos se encuentra el historiador Cayetano Bruno, que afirmó:
Ningún obispo, sin disputa, ni del Río de la Plata ni del Tucumán,
suscitó junto a sí tanta animadversión y repulsa en toda la época
española, como el obispo Victoria. La única defensa de su actuación
que aparece en documentos es la que él mismo hace de sí. Sus
contemporáneos lo denigraron.17
BIBLIOGRAFÍA:
DURÁN, J.D. El Catecismo del III Concilio provincial de Lima y sus
complementos pastorales (1584 85) Estudio preliminar. Textos. Notas
Buenos Aires 1982.
EGAÑA, A. de Historia de la Iglesia en la América Española BAC,
Madrid, 1956, 219-431
GARCÍA IRIGOYEN, C. Santo Toribio Lima 1904, T.I
https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Victoria
LESSER, R. http://historiasconlupa.blogspot.pe/2012/03/personajes-fray-francisco-de-vitoria.html
SARANYANA, Josep-Ignasi (dir.), Teología en América Latina, vol. I:
"Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión", 1493-1715,
Iberoamericana - Vervuert, Madrid - Frankfurt am Main 1999.
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