SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO. PASTOR CELOSO DE SU GREY
P. Isidro de la Viuda Diez, OSA
Homilía pronunciada en la Misa celebrada el 11 DE MAYO DE 2025 en el Monasterio de las Concepcionistas Franciscanas de Madrid para los fieles devotos de Mayorga y otros amigos residentes en la capital de España
Queridas Hermanas Concepcionistas, Queridos Mayorganos y Mayorganas, Queridos Peruanos y Peruanas, queridos devotos de Santo Toribio:
Santo Toribio de Mogrovejo, como él indica en el juramento que hace al ingresar en el Colegio San Salvador de Oviedo en Salamanca nace en Mayorga. Sus padres, don Luis de Mogrovejo y doña Ana de Robledo y Morán, pertenecían a la más distinguida estirpe de España. Su Padre era el Regidor Perpetuo de la Villa de Mayorga. Sus primeros estudios los cursa en su pueblo natal en el Colegio de los PP. Franciscanos. A los doce años Toribio fue enviado por sus padres a estudiar a Valladolid, donde sobresalió por su comportamiento ejemplar, sus virtudes y sus dotes intelectuales.
Después de algunos años, pasó a estudiar Derecho civil y eclesiástico a la Universidad de Salamanca. Allí recibió la benéfica influencia de su tío Juan de Mogrovejo, profesor en dicha Universidad y sacó una beca en el Colegio Mayor de San Salvador en Oviedo, como nos consta en el juramento que él hizo al ingresar en dicho Colegio: "Yo Toribio Alfonso de Mogrovejo: Natural de Mayorga, Diócesis de León. Reino de León". Invitado su tío Juan de Mogrovejo por Don Juan III, Rey de Portugal, a enseñar en la Universidad de Coímbra, llevó consigo a su sobrino Toribio y ambos residieron algunos años en esa renombrada universidad portuguesa.
De vuelta a Salamanca, su tío falleció poco después del regreso. Toribio decidió seguir la carrera de éste, llegando a ser profesor de leyes en la Universidad de Salamanca, donde su erudición y virtud le llevaron a ser designado como Gran Inquisidor de España en Granada. El Rey Felipe II al conocer sus grandes cualidades le propuso al Papa Gregorio XIII para que lo nombrara arzobispo de Lima, como sucesor de Jerónimo de Loayza.
En marzo de 1579 recibió las bulas de Gregorio XIII con el nombramiento para el cargo. Como todavía no era sacerdote, fue ordenado sacerdote en Granada y poco después recibió la consagración episcopal en Sevilla. En septiembre de 1580 embarcó con destino a su sede episcopal de Lima. Le acompañaron su hermana Grimanesa y el marido de ésta, Francisco Quiñones, que llegó a ser corregidor y alcalde de Lima.
Al llegar a Lima como arzobispo, se dedicó con todas sus energías a lograr el progreso espiritual de sus fieles. La ciudad había quedado sin arzobispo durante seis años, de 1575 a 1581 y estaba en una grave decadencia espiritual.
Toribio de Mogrovejo era un gran trabajador. Desde muy de madrugada ya estaba levantado y repetía frecuentemente: "Nuestro gran tesoro es el momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo".
Tres veces visitó completamente los once mil kilómetros que abarcaba la inmensa Arquidiócesis de Lima. En la primera vez gastó siete años recorriéndola. En la segunda vez duró cinco años y en la tercera empleó cuatro años. La mayor parte del recorrido lo hizo generalmente a pie, indefenso y a veces solo; expuesto a tempestades, torrentes, desiertos, bestias salvajes, calor tropical, fiebres y tribus salvajes; bautizando y confirmando a cerca de medio millón de almas, entre ellas a Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano, San Juan Masías y San Martín de Porres.
Nada lo detenía en su celo apostólico. Su interés por los nativos no se limitaba al bien de sus almas. Se empeñó también en mejorar sus condiciones de vida. Reivindicó que sus derechos fuesen debidamente respetados por los españoles y que hubiese verdadera armonía entre las clases sociales.
Durante su trabajo episcopal en Lima convocó y presidió el III Concilio Limense (1582-1583), al cual asistieron prelados de toda Hispanoamérica, y en el que se trataron asuntos relativos a la evangelización de los nativos. De esa histórica asamblea se obtuvieron importantes normas de pastoral como predicar y dar las catequesis en las lenguas nativas, así como la impresión del catecismo en castellano, quechua y aymara (los primeros libros impresos en Sudamérica).
Construyó caminos, escuelas, e innumerables capillas, y muchos hospitales y conventos, y fundó el primer Seminario Americano en Lima en 1591. Congregó a trece sínodos diocesanos y tres concilios provinciales. Insistió y obtuvo que los religiosos aceptaran parroquias en sitios supremamente pobres. Casi duplicó el número de parroquias o centros de evangelización en su Arquidiócesis. Llegó a tener 250 parroquias en su Diócesis.
A los sesenta y ocho años Santo Toribio cayó enfermo en Pacasmayo al norte de Lima, pero continuó trabajando hasta el final, llegando a la ciudad de Saña, hoy diócesis de Chiclayo, en condición moribunda, allí hizo su testamento en el que dejó a sus criados sus efectos personales y a los pobres el resto de sus propiedades. Murió a las tres y media de la tarde del Jueves Santo el 23 de marzo de 1606.
Su proceso de canonización fue iniciado de inmediato, con el reconocimiento de sus virtudes heroicas. Fue beatificado el 28 de junio de 1679 por el Papa Inocencio XI, mediante su Bula "Laudeamus" y canonizado el 10 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII, mediante su Bula "Quoniam Spiritus". Su Santidad Juan Pablo II lo nombró Patrono de los Obispos Latinoamricanos y puso su fiesta en el santoral católico el 23 de marzo, que fue el día de su fallecimiento. En Mayorga y en la Diócesis de León y Valladolid y en la ciudad de Lima se sigue celebrando la Fiesta de Santo Toribio el día 27 de abril. día de la traslación de sus venerables reliquias desde Saña hasta la Ciudad de Lima. En Mayorga las grandes fiestas en honor a su Santo paisano y patrono se celebran del 27 al 30 de septiembre.
Pastor celoso de almas
Son muchas las virtudes que podemos resaltar de Santo Toribio, pero hoy que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Vocaciones y el evangelio nos recuerda Cristo como Buen Pastor vamos a fijarnos en Santo Toribio como Buen Pastor que entregó la vida por las almas de su extensiva diócesis.
"Pastor celoso de tu grey", cantamos en el himno. El, consciente de la responsabilidad que lleva consigo el arzobispado, se resiste, en principio a aceptar, pero una vez asumido, lo hace con todas sus consecuencias. Él sabe que para ser un buen pastor hace falta legislar, organizar y animar, pero todo eso hay que hacerlo desde el celo pastoral que tiene como único fin llevar a los hombres y mujeres a Cristo. para que unidos en El, podamos amarnos como hermanos y desde esa fraternidad y amor intentar solucionar todos los problemas familiares y sociales, a nivel humano y religioso. El buen pedagogo, sabe que antes de dar soluciones, tiene que hacer un buen diagnóstico. Por eso, Santo Toribio, antes de legislar y organizar, procura escuchar a sus fieles y conocer su situación humana y cristiana. Hace visitas pastorales: observa, escucha, dialoga. Después en los concilios provinciales Y sínodos diocesanos, en diálogo con los demás obispos, sacerdotes y laicos (doctrineros) procura solucionar los problemas y, trazar pistas doctrinales para formar y animar a su grey, a su rebaño. Un ejemplo de este trabajo pastoral lo tenemos en el llamado "Catecismo de Santo Toribio", publicado en castellano, quechua y amará. Los nativos podrán recibir la formación cristiana en su propia lengua y desde sus costumbres asimilar y practicar el Evangelio de Jesús. Hoy que tanto se habla de respeto a las tradiciones y a las culturas de cada pueblo, Santo Toribio es un ejemplo a imitar.
Era tanta la preocupación que tenía por todos sus fieles que en la carta que escribe a Felipe II, dedicándole un ejemplar de las Actas del III Concilio Limense, le dice: "Del sumo Dios dice San Agustín que es propio no empacharse con el gobierno de todas las criaturas juntas más que si fuera una sola, y atender a cada una de ellas, por menuda que sea, con tanto cuidado, como si cada una importase lo que todas juntas"... y sigue nuestro Santo: "Considerando esto,- me he atrevido a enviar a Vuestra Majestad este librillo, que contiene las ordenanzas y decretos de los Concilios Provinciales del Perú; que aunque no parece materia tan propia de las ocupaciones de V. M., todavía me doy a entender se dignarán vuestras Reales manos de revolver algún rato este pequeño volumen, y le tendrán por bien ocupado en enterarse del gobierno Eclesiástico de estas partes, que están debajo de vuestra Real corona. De donde redundará impartir el favor -tan deseado y necesario a los santos decretos del Concilio Provincial que aquí, por mandato de V. M. celebramos, que tocan a doctrina y reformación y limpieza eclesiástica que a V. M. tanto place".
Son otros tiempos, pero extrapolando estas ideas y vivencias a los nuestros es todo un ejemplo para nuestros obispos y gobernantes actuales.
0 comentarios:
Publicar un comentario