TORIBIO ACUDE ANTE LA VIRGEN EN SAN BENITO Y LE CURA DEL "LOBANILLO"
Acabo de visitar el sobrecogedor templo de san Benito, recordando que aquí venía el adolescente Toribio hacia el año 1550, estudiante de Gramática ("secundaria").
La talla fue requerida por el rey Felipe III en 1603 con motivo del parto de la reina Margarita de Austria, cuando la Corte se instaló en Valladolid. Para ello, sería trasladada con toda solemnidad, acompañada de los monjes hasta el palacio real. En el siglo XIX, al igual que los demás bienes del convento, fueron desamortizados y depositados en el Museo Provincial de Bellas Artes. Actualmente se puede visitar en el Museo Nacional de Escultura en Valladolid.
Converso con el superior carmelita, P. Antonio Benítez, quien generosamente me indica el lugar del Evangelio donde estaría la imagen y la conveniencia de colocar alguna lápida como recuerdo de la filial devoción mariana del prelado misionero Toribio.
Comparto dos textos que avalan el hecho:
El relato de Antonio León Pinelo en la primera biografía sobre el santo Vida del Ilustrísimo y Reverendísimo Don Toribio Alfonso Mogrovejo, Arzobispo de Lima (Madrid 1653):
"Venérase en la iglesia de San Benito el Real de Valladolid la milagrosa imagen de Nuestra Señora del Sagrario, de quien era muy devoto.
Encomendóse muy de veras a la Virgen Santísima María. ¡Quien duda de que hallaría consuelo y remedio eficaz en la piedad, en la clemencia de la Reina de los Ángeles, el que lo solicitaba frecuente y le pedía humilde? Hizo que le dijesen una Misa en su sagrado altar y recibió en ella el sacramentado cuerpo del Poderoso Hijo, invocando el favor de la gloriosa Madre, rematando este divino medicamento, con repetir muchas veces sobre el lobanillo, desde el Introito hasta el Evangelio último, la señal de la santísima cruz. Y fue servido el que le disponía para Ministro suyo, que instantáneamente, al curso de Misa, a la oración afectuosa se fuese resolviendo de modo la hinchazón que cuando tuvo fin el sacrificio santo se halló don Toribio sano y bueno, admirando en su mano la maravilla y estimando en su alma el favor, sin que jamás volviese a padecer el mal"[1]
Años después, en 1659, a la edad de 80 años, la sobrina de santo Toribio, Mariana de Guzmán y Quiñones[2], testifica en el proceso de beatificación, que trató directamente a su tío arzobispo en Lima. "oyó decir esta testigo a la dicha su madre y al maestre de campo don Antonio de Quiñones su hermano difunto, caballero que fue de la Orden de Alcántara, que estando estudiando el dicho Siervo de Dios en Valladolid que entonces era villa y ahora es ciudad, estudiando la gramática". La sobrina acompañó al prelado en la travesía atlántica y convivió con él en la casa arzobispal durante toda su vida, de ahí que cuente que "este mismo suceso ha oído decir a otras muchas personas" por lo que nos brinda detalles significativos que publico en su totalidad:
" le nació en una mano un lobanillo y le creció hasta ser este tamaño de una manzana de suerte que le impedía el libre ejercicio de la mano y el dicho Siervo de Dios se afligía mucho de ello pensando la deformidad del dicho lobanillo le seria de estorbo para ser de la iglesia que era lo que más deseaba y habiendo hubo muchos remedios humanos, sin conseguir la sanidad que deseaba se acogió a los remedios celestiales y así se fue a la iglesia de Nuestra Señora del Sagrario que es una imagen de gran devoción que está en la dicha villa y habiendo confesado y comulgado mando decir una misa y la oyó en el mismo altar y en el discurso de ella se estuvo haciendo cruces sobe el dicho lobanillo y en acabando que se acabó el ultimo evangelio se halló sin él, sano como si no hubiera tenido hinchazón alguna y jamás le volvió dando gracias a la Virgen Santísima por el gran beneficio que le había hecho y que este suceso se lo contaban a esta testigo los susodichos madre y hermano por caso milagroso que Dios obró en comprobación de la piedad y devoción del dicho siervo de Dios en aquellos sus primeros años"[3]
Cerca del lugar había nacido Felipe II y había sido consagrado el primer obispo de Lima, el dominico Jerónimo de Loaysa, en san Gregorio. Aquí mismo vivirán los más selectos misioneros dominicos como aquellos que Fray Domingo de la Parra pedía a Felipe II "y que sean de Castilla porque están criados en más sujeción y religión"; también aquí llegó el P. Bartolomé de las Casas y hoy se veneran los restos del apóstol de la radio Padre Gago.
¡Qué gozo contemplar la dedicatoria de dos calles vallisoletanas a religiosos cultos y devotos de nuestro tiempo! Al lado del convento de san Benito, P. Teófanes Egido, carmelita; junto a San Gregorio, P. José Luis Gago, dominico.
[1] ff.17-18 https://estudiosindianos.up.edu.pe/biblioteca-indiana/vida-del-ilustrissimo-i-reverendissimo-d-toribio-alfonso-mogrovejo/
[2] Nacida en Granada, hija de Francisco de Quiñones y Grimanesa Lazo de Mogrovejo, y en ese tiempo, viuda del señor Don Juan de Loaysa y Calderón, de la Real Audiencia de Lima.
[3] Archivo Arzobispal de Lima. Causas de Procesos de Beatificación y de Canonización. 1-A Segundo cuaderno de los autos e informaciones originales en la Causa de la Beatificación y Canonización del Venerable siervo de Dios Don TAM, 1656-9, ff 417-519
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